Aviso ultra en Alemania
La victoria de AfD en Turingia y sus excelentes resultados en Sajonia ponen a prueba el cordón sanitario de los partidos democráticos
Los resultados electorales de este domingo en los estados federados de Turingia y Sajonia, en los que la AfD (Alternativa para Alemania) ha obtenido casi un tercio de los sufragios, modificarán pocas cosas en el día a día de la política de estos länder, que suman seis millones de habitantes y representan el 7% de la población del país. Lo que alarma es su carácter simbólico, puesto que son los mejores resultados en la vida de esta formación extremista —fundada en 2013— y también de cualquier partido de la misma ideología en la historia de la República Federal. Es, de hecho, la primera victoria electoral de un partido de extrema derecha desde la llegada al poder de los nazis antes de la Segunda Guerra Mundial. El cordón sanitario que el resto partidos mantiene contra la AfD hará que la victoria que ha obtenido en Turingia no le sirva para gobernar, pero le permitirá bloquear muchas iniciativas parlamentarias. Su buen resultado en Sajonia —donde quedó un punto por debajo de los democristianos de la CDU, que ganaron con el 32%— le otorga un poder de bloqueo similar.
Pese a su implantación social, AfD está en el punto de mira de los servicios secretos alemanes, no en vano el sistema político constituido tras el hundimiento del nazismo es una democracia militante, en la que la apología del régimen hitleriano está perseguida por los tribunales, como bien sabe su dirigente y vencedor del domingo, Björn Höcke, ya condenado por utilizar en sus discursos el lema de las SA nazis “Todo por Alemania”. Höcke pertenece al ala más radical de esta formación, nacida para capitalizar el euroescepticismo y ahora movilizada en favor de la “remigración”, consigna equivalente a la expulsión masiva de inmigrantes.
De hecho, el avance de la extrema derecha en el final de la campaña se vio alimentado por el ataque terrorista que se cobró tres víctimas en Solingen el 23 de agosto, reivindicado por el Estado Islámico y perpetrado por un refugiado sirio con una orden de expulsión sin aplicar. El impulso de AfD debe mucho también a la movilización de los jóvenes y de los electores menos politizados y abstencionistas descontentos con las debilidades y divisiones del Gobierno de Olaf Scholz.
Otra formación que cosechó excelentes resultados el domingo es BSW, el partido de la populista de izquierdas Sahra Wagenknecht, escindida de Die Linke (La Izquierda) y partidaria de restringir la inmigración y de cortar la ayuda a Ucrania, cuestiones en las que coincide con AfD. Desde polos ideológicos contrapuestos, ambos representan las simpatías que suscita la Rusia de Putin en la antigua Alemania del Este, una cuestión que a largo plazo podría tener repercusiones en la política exterior de Berlín.
Los resultados en Turingia y Sajonia vuelven a poner a prueba el cordón sanitario alrededor de la AfD, especialmente en lo que respecta a la derecha moderada. Aunque el extremismo ultra siga sin entrar en ningún Ejecutivo regional alemán, el desenlace de estas elecciones constituye también un serio aviso para la coalición en el Gobierno central entre socialdemócratas, verdes y liberales, que retrocede en ambos länder. La CDU es quien extrae las mejores rentas de ambos comicios, puesto que muy probablemente encabezará los gobiernos en ambos estados, aunque para ello podría tener que traspasar alguna de sus líneas rojas. Se sitúa así en la mejor posición de cara a las elecciones federales de dentro de un año, que serán un examen sin precedentes —en Alemania y en toda Europa— para medir tanto el ascenso de la ultraderecha como el compromiso del resto de los partidos de impedirles acceder al poder.