Basta de discriminación
Los lectores escriben sobre el rechazo a las personas por su tono de piel, las oportunidades de la España vaciada, la ansiedad por hacer actividades y la falta de espacio en las aceras
Soy un afortunado padre de dos niños de 7 y 10 años cuyo color de piel o definición del cabello no se ajusta a las características propias de lo que algunos entienden que ha de tener una persona española. Pero se da la particularidad de que ambos han nacido en España y son españoles de origen. Hay una parte de la sociedad que debería empezar a aceptar que en nuestro país hay personas que ni son necesariamente adoptadas ni son inmigrantes. No quiero que se juzgue a mis hijos por sus rasgos físicos, como ha hecho el alcalde de Badalona en un tuit con otras personas. Tampoco me agrada que los teóricos de la diversidad cataloguen a las personas como mis hijos en una de las tantas categorías que suelen emplear: como personas “racializadas”. Miren a todos los niños como lo que son: menores de edad que tienen que aprender a encaminar su vida y formarse en las escuelas.
José Luis Garrido García. Valladolid
Un hueco a la España despoblada
Vivo en Castilla y León, comunidad con miles de pequeños pueblos, envejecidos, olvidados. En verano se multiplica la población. Pero no se fomenta ni el teletrabajo ni se amplían o se instalan redes móviles y de internet. Cuánta gente se iría de las grandes urbes, caras y estresantes, con atascos monumentales, aire contaminado y pisos mínimos con alquileres inviables y habitarían en estos pueblos todo el año. Es una tarea pendiente e importante tanto del Gobierno central como de los autonómicos y de los propios ayuntamientos, junto con las empresas. Muchas pueden, pero ni se lo plantean. Por favor, hagan un esfuerzo por la España despoblada.
María José Casado Martínez. Valladolid
Otro día sin hacer nada
Me rodeo de gente buena, pero inconformista. Yo la primera. No disfruto el verano hasta que llega octubre y recuerdo cómo fue. Cuando llegue la rutina ansiaré volver unos meses atrás y fantasearé sobre lo increíble de no hacer nada. Hoy, un día cualquiera de agosto, me castigo si no buceo con leones marinos, viajo a la otra punta del mundo o leo siete libros. El verano del inconformista llegó con TikTok y aún no se ha ido. De hecho, ha llegado hasta a mi madre, que pese a dedicarse todo el día a ella misma (por fin), acaba el día con un “otro día sin hacer nada”.
Lola Rabal. Murcia
Gincana urbana
En la mayoría de las vías públicas, el espacio reservado para los viandantes está restringido a las aceras. La calzada siempre es mucho más amplia y queda para el tráfico rodado. Ese ordenamiento ahora está siendo modificado por pequeñas variaciones como las de rebajar los bordillos para hacer accesibles las aceras. Persiste, no obstante, en las autoridades municipales un escandaloso desdén. En las aceras, y nunca en la calzada, vienen situando las señales de tráfico, los alcorques, las cajas semafóricas, de electricidad y telefonía; también las terrazas con sus mesas y sillas, restando siempre espacio y obstaculizando un tránsito peatonal seguro. Los regidores municipales se lo deberían hacer ver y cambiar ya de paradigma dando la preferencia a los peatones.
Joan V. Llàcer Mont. Algemesí (Valencia)