La celebración de la Eurocopa convertida en una cutre despedida de soltero

El patio de X se llenó de críticas a la fiesta de la Roja en Madrid por el gañanismo, el nivel de alcohol, las faltas de respeto y los daños provocados

Celebración en la plaza de Cibeles (Madrid) de la cuarta Eurocopa conseguida por la Roja.Juan Medina (REUTERS)

La celebración del éxito en la Eurocopa de la selección española congregó el lunes a miles de personas en Madrid y también frente a los televisores de todo el país, donde se mezclaban los que querían presenciar el júbilo por la gesta de la Roja y los que esperaban a la emisión del segundo programa del Gran Prix, que se fue retrasando hasta que se canceló.

La fiesta no convenció a todo el mundo. La tardanza en el comienzo de los actos, que hubiera una zona vip en las primeras filas, la cogorza que llevaban algunos de los protagonistas, los lanzamientos de botellas de vidrio entre el público, los daños al mobiliario urbano —que también se vieron la noche antes— y las actitudes de gañán y los cánticos racistas pronunciados tanto desde el escenario como fuera de él fueron algunas de las críticas vertidas en X por los asistentes. Varios ejemplos: “¿Qué dirían ‘los patriotas’ si esto hubiera pasado en una manifestación para reivindicar cualquier derecho, en la celebración del Orgullo, o si fuesen magrebíes los de las imágenes?”, escribió un usuario comentando los vídeos publicados por Olmo Blanco (@rebonico en X) de gente saltando sobre marquesinas de autobús la noche de la victoria de la Roja. “Todo lo que lo rodea a este deporte es irredimible”, tuiteó la escritora Alana S. Portero comentando un vídeo de aficionados que coreaban “Jamón, jamón, Lamine Yamal come jamón”.

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También hubo reproches al “Gibraltar, español” coreado desde el escenario, que incluso provocó un comunicado del Gobierno gibraltareño en el que se mostraba “decepcionado” por los “comentarios rancios” y la promoción de “la idea de usurpar el territorio”, como publicó J. J. Gálvez en X. “Mira que la selección española más diversa y plural de la historia podía aprovechar el foco mediático para hablar de Gaza, de los menores migrantes, de la sanidad o la educación. Pero les ha parecido que ‘Gibraltar español’ era la reivindicación necesaria hoy”, opinaba el periodista de eldiario.es Marcos García Santonja en esa red social.

Las comparaciones, inevitables, coparon parte del patio de X. Verónica Sanz publicó que se iba de Cibeles con cuatro menores “aburridillos” y recordando cuánto disfrutaron en la fiesta del mundial femenino: “animación desde mucho antes de la llegada de las jugadoras, mejor sonido, mayor emoción”. Pero hubo más, sobre todo remarcando las diferencias entre la permisividad del Ayuntamiento de Madrid en esta celebración frente a las restricciones de horario y decibelios que se requieren para festivales —Tomavistas, por ejemplo, tuvo que abandonar el parque Tierno Galván por las trabas burocráticas a las que se enfrentaban para conseguir los permisos— y celebraciones como las del Orgullo, que provocaron la cancelación de actividades en Vallecas por “alta densidad de eventos” y que en el centro de la ciudad impidieron a los asistentes escuchar las actuaciones musicales o los discursos por el límite impuesto a los decibelios. “Me pregunto si el Ayuntamiento controlará los decibelios de los altavoces del escenario de Cibeles tal y como obligan a COGAM cada año en el pregón y en los escenarios durante el orgullo LGTBIQ+”, tuiteaba @sertxuu.

Si presenciaron o vieron por televisión la celebración de la Roja seguramente pensaron en que le faltaba algo y sobraban muchas cosas. Entre los excesos: alcohol, gañanismo, ranciedad y mala educación entre participantes y asistentes. Y entre las ausencias: organización y guion —como dejaba caer Carlos del Amor en X—, pero también buen ejemplo para quienes tienen a esa selección como referente. Lo resumió bien Pepe Rubio: “Una celebración que se va a ver en todo el mundo hay que trabajarla bien y no convertirla en una despedida cutre de soltero. Ganar la Eurocopa ha sido futbolísticamente emocionante, lo que está pasando sobre el escenario de Cibeles es todo lo contrario, da mucha vergüenza ajena”.

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