Orbán y la voz de la UE en Moscú

El presidente de turno de la Unión se embarca en una extraña gira por Ucrania, Rusia y China sin mandato para negociar nada

En una foto distribuida por el Gobierno húngaro, el primer ministro Viktor Orbán llega al aeropuerto de Moscú.VIVIEN CHER BENKO/HUNGARIAN PM'S (EFE)

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, en su primera semana como presidente de turno de la Unión Europea, ha decidido embarcarse en una gira mundial con paradas en Moscú y Pekín que está arrojando un nefasto resultado. Primero por el mensaje equivocado que envía a algunos de los más poderosos autócratas mundiales, pero también por la situación comprometida en la que coloca a la acción exterior de la Unión y la demostrada incomprensión del mandatario ultraderechista del grado de consenso que exige representar a los 27 socios europeos.

El líder europeo más abiertamente prorruso inauguró la presidencia rotatoria el lunes 1. El martes, inició su periplo en Ucrania —país fronterizo con Hungría pero que no había visitado desde que fue invadido por Rusia en febrero de 2022—. En Kiev instó al presidente ucranio, Volódimir Zelenski, a que logre un alto el fuego y dialogue con Rusia, lo que supondría una entrega de territorio inaceptable para los ucranios.

Orbán no tiene mandato de la UE para negociar absolutamente nada en este conflicto, pero eso no le impidió a continuación ir a Moscú, el viernes 5, para “hablar de paz” con Vladímir Putin —cuya detención ha ordenado el Tribunal Internacional de La Haya por la deportación forzada de niños ucranios a Rusia, como recordó oportunamente el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell— a quien el encuentro le sirvió para dar argumentos a su inaceptable postura. La Casa Blanca criticó la visita y rebatió al líder húngaro asegurando que Rusia puede alcanzar la paz inmediatamente: basta con que se retire de suelo ucranio.

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Su siguiente etapa, también por sorpresa, fue ayer en Pekín con el argumento de que China es una potencia clave para crear condiciones de paz y que comparte con Hungría “las mismas propuestas básicas”. Hay que recordar que ambos países se oponen a las sanciones internacionales contra Moscú por su agresión.

En poco más de una semana de presidencia, Orbán ha probado su falta de respeto por una política fundamental para la UE, su osadía al proclamar que tiene un plan de paz que nadie conoce y su falta de escrúpulos para dar visibilidad al peligroso expansionismo ruso. Todavía le quedan cinco meses y cuatro semanas. Por si no queda claro a quién representa Orbán, esta inexplicable gira exprés se produce mientras ayer se consumaba en el Parlamento Europeo la formación de un nuevo grupo de extrema derecha, Patriotas por Europa, en el que junto al partido del líder húngaro están la francesa Marine Le Pen, el italiano Matteo Salvini y Vox. Será, con 82 diputados ultraderechistas de 12 países, la tercera fuerza en una Eurocámara muy fragmentada. Aunque el partido de Le Pen es el más numeroso en el nuevo grupo, el protagonismo de Orbán en su creación apunta a que este intentará utilizarlo para sus fines, al igual que está haciendo ya con la presidencia de turno de la UE.

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