Crisis en Sumar

La dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora de la coalición que fundó hace un año evidencia la debilidad de ese espacio de izquierdas

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, sale del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, tras anunciar este lunes, su renuncia como coordinadora de Sumar.SERGIO PEREZ (EFE)

El liderazgo de Yolanda Díaz en Sumar terminó ayer, poco más de un año después de lanzar la coalición con la que trató de consolidar el espacio de izquierdas abierto hace una década por Podemos, y tras una serie de resultados electorales decepcionantes. Díaz anunció en una comparecencia en vídeo y sin periodistas que el fracaso en las elecciones europeas hace necesario abrir “un debate” y que, para ello, abandona el cargo de coordinadora de Sumar sin renunciar al de vicepresidenta segunda del Gobierno de coalición y ministra de Trabajo.

La decisión es coherente con esos resultados y transmite a la opinión pública el malestar de sus filas ante lo obtenido en las urnas el domingo, cuando Sumar consiguió un 4,56% de los votos (811.000) y tres eurodiputados. La formación que agrupa a una docena de partidos a la izquierda del PSOE quedó solo 11.000 votos por encima del agitador ultra Alvise Pérez. Pero, sobre todo, apenas logró 240.000 más que Podemos (dos eurodiputados), cuyos dirigentes actuales han hecho de la competencia directa con Díaz una de sus principales razones de ser.

Designada por Pablo Iglesias para sustituirle en marzo de 2021, Díaz intentó de dejar atrás el hiperliderazgo de su mentor. Para ello lanzó Sumar en abril de 2023 como un paraguas para unir a una izquierda territorial no nacionalista pero reflejo de la España plurinacional. También para superar la marca Podemos. La resistencia de la formación morada a verse diluida en Sumar y la incapacidad de Díaz para encontrar una fórmula de reconciliación han sido clave para el progresivo declive de ese espacio, que entró en una pugna cainita, se disgregó en el Congreso de los Diputados y terminó cosechando una dolorosa derrota al quedar fuera del Parlamento de Galicia, donde Díaz inició su carrera política.

Tras la leve recuperación de las elecciones vascas y catalanas, los errores de estrategia, la elección de una candidata sin apenas proyección pública y la concentración del voto progresista en torno a los socialistas terminó dejando fuera del europarlamento a formaciones de gran calado simbólico y práctico dentro de Sumar como Izquierda Unida y Más Madrid.

Con todo, no son pocos los éxitos de Díaz en la cartera de Trabajo en estos años dentro del Gobierno de coalición, entre ellos, garantizar la protección de los trabajadores durante la pandemia o revertir la reforma laboral del PP. Llegó a ser la ministra más valorada del Ejecutivo. Sin embargo, su éxito en la gestión y su capacidad para construir consensos entre los agentes sociales en la primera legislatura contrasta con su fracaso como líder orgánica.

Su retirada como coordinadora de Sumar llega después de un año de liderazgo absoluto pero errático y de negar la rocosa fuerza residual de Podemos, una mezcla que se ha revelado electoralmente muy dañina. Sumar, una coalición cuyo principal pegamento era la imagen de Díaz, se enfrenta ahora a la incertidumbre. Su salida deja todavía muchas incógnitas, unas internas y otras que afectan a la estabilidad del Gobierno de coalición. La crisis a la izquierda del PSOE es profunda, pero ese espacio político existe históricamente en España y seguirá existiendo. Sánchez sabe que son imprescindibles para una mayoría progresista. Para evitar su caída en la paulatina irrelevancia serán necesarios mucha más generosidad, realismo y conexión con el tiempo presente de los que sus líderes han demostrado hasta ahora.

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