El cuco y el insecto palo: evolución creativa

Las formas que los fásmidos son capaces de adoptar son una de las grandes maravillas de la zoología

Dos ejemplares de 'heteropteix dilatata', perteneciente a los insectos de palo, sobre las manos de un cuidador del Zoo de Londres.DAN KITWOOD (GETTY)

El titular no es una metáfora ni una fábula de Esopo, es que voy a hablar del cuco y el insecto palo, literalmente. Empecemos por el último. El insecto palo, o fásmido, es un insecto de pleno derecho, con sus antenas, sus patas, su abdomen y todo lo que hay tener en su sitio, pero las formas que es capaz de adoptar para confundirse con su entorno son una de las grandes maravillas de la zoología. Por eso no solo se llama insecto palo, sino también insecto hoja, zapatones, aguja del diablo y otras c...

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El titular no es una metáfora ni una fábula de Esopo, es que voy a hablar del cuco y el insecto palo, literalmente. Empecemos por el último. El insecto palo, o fásmido, es un insecto de pleno derecho, con sus antenas, sus patas, su abdomen y todo lo que hay tener en su sitio, pero las formas que es capaz de adoptar para confundirse con su entorno son una de las grandes maravillas de la zoología. Por eso no solo se llama insecto palo, sino también insecto hoja, zapatones, aguja del diablo y otras cosas peores que reflejan su asombrosa versatilidad de aspectos. Por supuesto, no es el mismo individuo quien sabe hacer todos esos trucos, ni siquiera la misma especie: los fásmidos son todo un orden que agrupa a muchas especies. Y eso es justo lo que los hace tan misteriosos, porque quien tiene que ser creativo aquí no es el bicho, sino la evolución, y no sabemos cómo demonios la evolución hace eso.

Acabamos de saber algo bien curioso. Por mentira que parezca, hay entomólogos armados de paciencia que se han tirado desde 1990 observando a las “espigas andantes” (un tipo de insecto palo) de los campos de California y han concluido que su evolución se repite en ciclos. Estas espigas andantes vienen en varias formas y colores, y la frecuencia de cada una de ellas aumenta y disminuye y vuelve a aumentar a lo largo del tiempo de manera predecible.

Por ejemplo, el insecto palo Timema cristinae tiene tres “morfos”, o variedades de camuflaje. El morfo verde liso se confunde con las hojas de las lilas, el de rayas blancas se esconde en los arbustos de hoja perenne y el de tono oscuro prefiere hacerse invisible en los bosques. Los 32.000 insectos de 10 poblaciones separadas que han censado con admirable tenacidad muestran que el morfo verde liso y el de rayas blancas se alternan en fluctuaciones anuales complementarias. Un año hay más verdes y menos de rayas, al año siguiente al revés y vuelta a empezar. El morfo oscuro de los bosques es más torpe y no cambia nunca, pero los otros dos muestran ciclos altamente predecibles, y ello en 10 poblaciones que no tienen nada que ver una con otra.

Imaginemos que el cambio climático haga desaparecer las lilas de California y solo deje los arbustos. Tampoco hace falta tanta imaginación. El insecto palo Timema cristinae no tardará 10 millones de años en adaptarse a ese cambio: tardará exactamente un año. Como en el relato darwiniano clásico de las polillas de Londres, los pájaros se zamparán a los morfos verdes que antes se escondían en las hojas de las lilas y solo quedarán los de rayas blancas pasando inadvertidos entre los arbustos. Al año siguiente, los que empezarán a pasarlo mal serán los pájaros, y después ya directamente los bosques. Pero los primeros en adaptarse al mundo del futuro distópico serán los insectos palo, porque evolucionar deprisa está en su naturaleza. Y porque el mundo nunca será lo bastante distópico para ellos. No son lilas. Son Mad Max.

El cuco es otro maestro de la evolución creativa. Como es bien sabido, las especies parásitas de esta ave ponen sus huevos en el nido de cualquier incauto y, en cuanto eclosionan, tiran a patadas a los pollos legítimos en uno de los ejemplos de suplantación de identidad más edificantes de la madre naturaleza. Los ornitólogos han comprobado ahora que las especies más virulentas de cucos se diversifican en nuevas especies mucho más deprisa que sus primos más moderados. La razón es que las víctimas aprenden a distinguir a los pollos farsantes, lo que les obliga a estos a cambiar de forma para volver a despistarles. Evolucionar deprisa no es tan raro. A veces se debe a una carrera de armamentos entre un predador y una presa. A veces basta con verse forzado a disfrazarse para sobrevivir.


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