La Desunión

O la Unión Europea se consolida a sí misma como referente democrático, o se disuelve en el oleaje de ambiciones, circos y furias que hoy invade las orillas de la convivencia

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, asisten a una cumbre de la UE en Bruselas (Bélgica), en marzo de 2023.OLIVIER HOSLET (EFE)

Nada como viajar por Asia o por América para pensar en Europa. La ingenuidad suele identificarse con el optimismo. Resulta arriesgado pensar la realidad con los ojos de las ilusiones bondadosas. Pero el siglo XXI ha tardado poco en demostrarnos que los cálculos del pesimismo pueden también ser ingenuos. La realidad mundial de hoy hubiera parecido una exageración de miserias improbables en 1986, cuando España entró en la Unión Europea. La idea de que progreso y democracia caminan por la historia de la mano ya es un argu...

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Nada como viajar por Asia o por América para pensar en Europa. La ingenuidad suele identificarse con el optimismo. Resulta arriesgado pensar la realidad con los ojos de las ilusiones bondadosas. Pero el siglo XXI ha tardado poco en demostrarnos que los cálculos del pesimismo pueden también ser ingenuos. La realidad mundial de hoy hubiera parecido una exageración de miserias improbables en 1986, cuando España entró en la Unión Europea. La idea de que progreso y democracia caminan por la historia de la mano ya es un argumento poco sostenible, porque una parte muy significativa de la economía internacional depende de dinámicas autoritarias y fundamentalismos religiosos.

Por otra parte, sufrimos la deriva del neoliberalismo hacia la extrema derecha. La negación del Estado puede darse tanto por las proclamas autoritarias del neofascismo como por las especulaciones sin control del libre mercado. Dos formas de pensamiento social que conducen a la ley del más fuerte, dejando sin contenido las relaciones ilustradas entre libertad, igualdad y fraternidad. Europa es en este panorama una discusión política necesaria. O se consolida a sí misma como referente democrático, o se disuelve en el oleaje de ambiciones, circos y furias que hoy invade las orillas de la convivencia. Hay dos preguntas necesarias: ¿puede Europa sostener un discurso propio, independizándose de las tensiones cada vez más oscuras entre China y Estados Unidos? ¿Pueden sostenerse los valores de la convivencia democrática y social?

La crispación política y las campañas electorales sometidas a las furias internas casi imponen otra pregunta más rotunda: ¿será posible mantener la Unión Europea? Después de la experiencia del Brexit, los pactos de la derecha con la extrema derecha ponen sobre la mesa el poder interno de los nacionalismos antieuropeos. La Desunión Europea está de moda. Los partidarios de Europa deberían no olvidarlo.

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