La lección de una niña

Los lectores escriben sobre los insultos y las malas palabras en los colegios, la decisión del presidente del Gobierno de reflexionar sobre su futuro, el acoso a los líderes políticos y las protestas estudiantiles contra la guerra en Gaza

Varias menores en un colegio de Madrid.Mario Bermudo

Soy profesora y el otro día, durante un descanso, una niña rompió a llorar desconsoladamente. La primera pulsión fue pensar que se había hecho daño o que se había peleado con algún compañero. Pero no, al acercarme para intentar consolarla me dijo que nadie se había metido con ella y que no le sangraba ninguna rodilla, pero que no soportaba la cantidad de palabrotas que se decían a su alrededor, no quería oírlas: “Me agobia y me pone triste”, dijo. Menuda lección. No supe reaccionar. Aquella niña no necesitaba un apósito, necesitaba una sociedad despojada de ruido, crispación y malas formas, lo...

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Soy profesora y el otro día, durante un descanso, una niña rompió a llorar desconsoladamente. La primera pulsión fue pensar que se había hecho daño o que se había peleado con algún compañero. Pero no, al acercarme para intentar consolarla me dijo que nadie se había metido con ella y que no le sangraba ninguna rodilla, pero que no soportaba la cantidad de palabrotas que se decían a su alrededor, no quería oírlas: “Me agobia y me pone triste”, dijo. Menuda lección. No supe reaccionar. Aquella niña no necesitaba un apósito, necesitaba una sociedad despojada de ruido, crispación y malas formas, lo cual parece ser ya la normalidad. Pero no, no lo es, y esa niña de cinco años lo dejó claro diciendo basta.

Alba Cruz López. Ourense

“Si el corazón pensara, se detendría”

Es una cita de Fernando Pessoa. Cuidado, parece advertirnos. No toda dialéctica entre razón de amor y razón de Estado se resuelve a gusto del que la plantea. Puede que incluso se le vuelva en contra. Podría ser el caso de Pedro Sánchez, si no mide bien el alcance de su decisión. No otra cosa, sino la prudencia ante su propio impulso, justifica los cinco días de plazo que se ha dado. Claro que es un buen estratega. Lo ha demostrado con creces, y con buenos resultados para el país. (Por eso siempre lo he apoyado). Pero no hay que especular con eso. Ahora creo que es su propio temor a una decisión precipitada lo que lo ha llevado al rincón de pensar. De momento, ha conseguido que triunfe una tercera opción: la razón moral. La de que no todo vale en política. Ya es mucho. Pero ahí debería pararse, antes de que se le pare el corazón por el daño que puede causarle, precisamente, a esa ciudadanía a la que se ha dirigido, con tanta razón de amor.

Antonio Rodríguez Almodóvar. Sevilla

Tirando del refranero

“Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”, reza el refrán. No se hizo. Poco tiempo hace que se sometía al exvicepresidente Pablo Iglesias y a su familia a acoso y derribo, incluso en las puertas de su casa, sin más razón que el representar a un movimiento ciudadano y a un posterior partido político, una organización legal y democrática que a ciertos sectores les resultaba molesta. Ahora, volvemos a experimentar y sufrir una nueva versión del guion de la misma película que atañe al presidente del Gobierno. Inaceptable antes, inaceptable ahora.

Félix Jiménez Fernández. Madrid

Despertar de la humanidad

Las movilizaciones estudiantiles en universidades de Estados Unidos contra el genocidio de Israel en Gaza me hacen abrigar una mayor esperanza en el ser humano, porque hasta ahora poco se está haciendo en Europa en contra de esta imparable atrocidad. Ante la horrible matanza del 7 de octubre lo único que se les ocurre es provocar otra aún mucho mayor, y esto debemos contestarlo.

José Miguel Grandal López. Los Alcázares (Murcia)

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