No nos hagan perder más tiempo
La legislatura entra en un terreno incierto y pantanoso. O sea: donde ya estaba, pero un poco peor
Pablo Ordaz fue corresponsal en Roma y en otros muchos lugares y volvió de ellos con la lucidez suficiente como para que la controversia de la amnistía le cupiera en una frase. Hace unos días, antes de que se viera lo que se vio ayer en el Congreso, propuso al PSOE que se dejara de contorsiones dialécticas y dijera a los ciudadanos que no tiene alternativa a la amnistía: “Señoras y señores, amado público. Esto es lo que hay”. En la tribuna, ...
Pablo Ordaz fue corresponsal en Roma y en otros muchos lugares y volvió de ellos con la lucidez suficiente como para que la controversia de la amnistía le cupiera en una frase. Hace unos días, antes de que se viera lo que se vio ayer en el Congreso, propuso al PSOE que se dejara de contorsiones dialécticas y dijera a los ciudadanos que no tiene alternativa a la amnistía: “Señoras y señores, amado público. Esto es lo que hay”. En la tribuna, el diputado catalán Francisco Aranda pronunció un discurso como si nada pasara con Junts: lo pronunció contra el PP. Al poco, sin embargo, su partido hacía llegar un mensaje para advertir de que lo primero era “la seguridad jurídica” y reclamaba madurez a Junts, que es la manera más elegante en política de llamar inmaduro a tu socio. Como cuando pides valentía, que dices sin decir.
Ahora, la legislatura entra en un terreno incierto y pantanoso. O sea: donde ya estaba, pero un poco peor; porque cada vez más gente se fía de menos gente y el clima se asemeja a las partidas de cartas en las que nadie sabe hasta dónde va a llevar el otro su farol. Esa será la clave: lo que hagan durar los faroles y el tiempo. La clave ya es si la legislatura va a poder durar los cuatro años a los que se comprometió Pedro Sánchez, sometido al particular concepto que Junts tiene de los días y los meses, decididos a llevarlo todo al borde. Ocurre que también Junts sabe que, si quiere amnistía, no tiene alternativa. Amado público: esto es lo que hay.
Quizá estas semanas que se abren de improviso tras el fracaso de este martes sirvan a Carles Puigdemont para darse cuenta de esa realidad, aunque para eso hará falta que el PSOE —después de haber cedido con la amnistía y con las enmiendas sobre el terrorismo— le demuestre que esta es la vez en que le ha dicho a Junts que hasta aquí ha llegado. Después de todo el desgaste y lo que ha cedido, esa es la pregunta que los hechos harán responder al PSOE con más elocuencia de la que puedan tener sus portavoces: ¿ha dicho hasta aquí de verdad?
De la amnistía se han escrito ya todas las cosas, políticas y jurídicas. Cuando parecía que iba a pasar al limbo en que el PP la quiere adormecer en el Senado, los socios se enredan justo el día en que se ha sabido cuánto creció la economía española. Esta podía ser una legislatura de carga económica y social, pero será, sobre todo, la legislatura de la amnistía, convertida en una sustancia pegajosa y molesta, enganchada a las paredes, que va a volver así pasen los días y de la que resulta imposible desprenderse, como le sucede a la hemeroteca más reciente.
Hay mil cosas que hacer en este país, que por algo se cita tanto eso de que la amnistía figura como la trigesimoséptima preocupación según el CIS y, en cambio, aquí estamos: atrapados en el bucle diseñado por Junts por miedo a las sentencias. La portavoz de Esquerra dijo que este proceso, salga como salga y si es que sale, irá para largo. Días atrás, al final de una de esas votaciones de infarto a las que acostumbra el Parlamento, Pedro Sánchez se fue sonriendo de las Cortes: “Bien está lo que bien acaba”, dijo el presidente. La pregunta ya no es cómo acabará esto, sino cuándo. Porque, si esto es lo que hay y las cosas son como parecen, sería de agradecer que no nos hicieran perder más tiempo.