El chavismo impone su ley

María Corina Machado, líder de la oposición y a la cabeza en las encuestas, no podrá enfrentarse a Maduro por una treta jurídica del Gobierno

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en un mitin en Caracas el pasado 23 de enero.LEONARDO FERNANDEZ VILORIA (REUTERS)

El Gobierno de Nicolás Maduro ha cerrado el paso de forma definitiva a la participación de María Corina Machado en las elecciones presidenciales previstas para este año. La veterana política, que arrasó en las primarias de la oposición venezolana celebradas en octubre, está inhabilitada por omitir unos bonos de alimentación en una declaración de patrimonio que se remonta a 2015. El chavismo usó esa su...

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El Gobierno de Nicolás Maduro ha cerrado el paso de forma definitiva a la participación de María Corina Machado en las elecciones presidenciales previstas para este año. La veterana política, que arrasó en las primarias de la oposición venezolana celebradas en octubre, está inhabilitada por omitir unos bonos de alimentación en una declaración de patrimonio que se remonta a 2015. El chavismo usó esa supuesta irregularidad para eliminarla de la carrera electoral y el viernes el Tribunal Supremo, que de facto es el brazo judicial del Ejecutivo, confirmó su inhabilitación. La decisión se produce además en un clima de máxima tensión: la semana pasada las autoridades detuvieron a más de 30 personas acusadas de presunta conspiración para asesinar a Maduro e iniciaron una purga en el Ejército.

La sentencia no supone una sorpresa por tratarse de una artimaña ya aplicada en el pasado a los dirigentes críticos con el Gobierno, pero desbarata los acuerdos recientemente alcanzados entre el chavismo y la oposición, como el de Barbados. Y lo más preocupante, complica el horizonte de unas elecciones con garantías. Machado tiene una filiación ideológica conservadora, pero había logrado concitar el apoyo de la mayoría de los opositores, algo no tan frecuente en una coalición —ahora llamada Plataforma Unitaria— muy diversa y con profundas diferencias políticas y estratégicas.

Su exclusión del proceso electoral no solo deja huérfanos a los partidos antichavistas, sino que anticipa más que probables tensiones internas. Habrá un sector receloso ante la posibilidad de participar en la contienda, otro más abierto y un tercero que lo rechazará sin matices. Al mismo tiempo, no existe un reemplazo claro de Machado, aunque ya circula el nombre de Manuel Rosales, gobernador de Zulia (el estado más poblado de Venezuela), presidente de la formación de centroizquierda Un Nuevo Tiempo y antiguo contrincante de Hugo Chávez en las presidenciales de 2006. En cualquier caso, resultará muy complicado para la oposición conseguir el consenso y el impulso de la aspirante inhabilitada, que encabezaba todas las encuestas independientes.

Con estas premisas, hay al menos otros dos factores cruciales. Primero, está por ver cómo se concreta la observación internacional y la participación de la UE. Y segundo, hay que considerar la reacción a medio plazo de EE UU, que dio un respiro a la grave crisis económica del país caribeño con el levantamiento de algunas sanciones. Tras la inhabilitación de Machado, ya está estudiando imponerlas de nuevo.

Pero si algo demuestra esta endiablada situación actual es que, para que se den las condiciones mínimas para un cambio, Maduro tiene que estar dispuesto a modificar su autoritaria forma de operar. El chavismo mantiene el control de las instituciones, sin contrapoderes, y esa es su principal baza ante sus adversarios. Todo lo demás, incluida la celebración de unas elecciones, es una partida ganada de antemano.

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