Ya veremos, le dijo el PSOE a Junts

Más allá de alguna concesión vergonzosa, la lectura del documento del acuerdo entre ambos partidos no vaticina un apocalipsis legal. Tan solo contiene tiempo, el que se ha comprado a Puigdemont

Carles Puigdemont recibía los aplausos de Miriam Nogueras, portavoz de Junts en el Congreso, y del secretario general de la formación, Jordi Turull, este jueves en Bruselas.YVES HERMAN (REUTERS)

Se habla mucho de las desilusiones de la maternidad, del descubrimiento masculino de la paternidad como forma sublime de vivir y de un montón de cosas que van de la poesía a la psicología más ratonera, pero se insiste muy poco en uno de los aspectos fundamentales del hecho de ser padre: la negociación. Tener un hijo consiste en una negociación continua. Quien tenga hijos con alma litigante y vocación de tribuno, como es mi caso, se verá discutiendo eternamente sobre asuntos que no le importan pero que, por lo visto, son cruciales para la convivencia, el futuro y no sé cuántas cosas más. Para s...

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Se habla mucho de las desilusiones de la maternidad, del descubrimiento masculino de la paternidad como forma sublime de vivir y de un montón de cosas que van de la poesía a la psicología más ratonera, pero se insiste muy poco en uno de los aspectos fundamentales del hecho de ser padre: la negociación. Tener un hijo consiste en una negociación continua. Quien tenga hijos con alma litigante y vocación de tribuno, como es mi caso, se verá discutiendo eternamente sobre asuntos que no le importan pero que, por lo visto, son cruciales para la convivencia, el futuro y no sé cuántas cosas más. Para sobrevivir en ese clima, hasta los padres más dialogantes recurren al “ya veremos”. Es decir: se aceptan los términos del contrario, pero de forma vaga y ambigua. Los hijos picajosos no suelen comprar los “ya veremos” y exigen concreción, que se vea ahora lo que veremos, no sea que luego nos desdigamos. El refranero español replica así la frase: “Ya veremos, dijo un ciego y nunca vio”.

La lectura del acuerdo entre Junts y el PSOE es un “ya veremos” canónico. Asume como cierta la versión parcial y manipulada de los independentistas sobre el período comprendido entre 2010 y la actualidad, con una única excepción: el PSOE no está de acuerdo con que el referéndum de 2017 fuera legal ni legítimo, y manifiesta otros desacuerdos que no se concretan. Eso hacemos los padres ante una rabieta: compramos al niño su versión de los hechos, con la esperanza de que deje de berrearlos. Para ti la perra gorda, decía mi madre, que se quedaba con la perra chica, de menor valor en apariencia, pero mucho más decisiva.

Es en la calderilla donde acuerdos como este encuentran su esencia, y las perras chicas no están en el pomposo, muy discutible y, desde mi perspectiva, falaz preámbulo, sino en la enumeración de acuerdos. Estos solo contienen un punto claro y una propuesta concretísima. El acuerdo claro es la investidura de Pedro Sánchez con el apoyo de todos los diputados de Junts. La propuesta concretísima, la voluntad del partido de Puigdemont de transferir todos los impuestos a Cataluña (ya veremos, responde el PSOE). El resto de los puntos, incluido el de la amnistía —muy en especial el de la amnistía—, son “ya veremos” clásicos.

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El relator o mediador —esa concesión vergonzosa que valida la falacia de que España no cuenta con garantías democráticas— va a tener un trabajo enorme, pues casi toda la negociación depende de su interpretación. Los motivos que acreditarían a una persona beneficiaria de la amnistía son tan ambiguos que podrían absolver a un borracho que hubiera roto una farola si aduce que su borrachera celebraba la libertad de Cataluña. Lo mismo sucede con la ampliación de la influencia de las instituciones catalanas en Europa: a saber qué significa eso. Que ya veremos.

Me preocupa el desprecio explícito que el texto manifiesta a los tribunales y al sistema judicial, como si este no formara parte imprescindible de una democracia, que por algo se llama Estado de derecho, pero la lectura fina de este documento, en principio, no vaticina un apocalipsis legal. Tan solo contiene tiempo, el que papá PSOE le ha comprado a Puigdemont. Si será el instrumento de concordia que venden unos o el hacha que decapite la Constitución del 78 que dicen otros, es muy pronto para saberlo: ya veremos.

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