Los dictadores del duelo
Ahora que las redes nos han hecho creer que conocemos a cualquiera mejor que a nuestra propia familia, hay quien impone la escenificación del dolor
Internet no respeta a los muertos. Lo sabemos las que pasamos más tiempo del que nos gustaría en las redes. Muere un famoso muy querido y, acto seguido, acabamos inundadas de posts en los que otros personajes públicos y menos conocidos exhiben su pérdida con fotos y vídeos, recuerdos en los que, casi siempre, el yo del vivo está por encima del de quien se acaba de ir. Más que un funeral comunal, otras muertes se sienten como una rave caótica del “tanta paz ...
Internet no respeta a los muertos. Lo sabemos las que pasamos más tiempo del que nos gustaría en las redes. Muere un famoso muy querido y, acto seguido, acabamos inundadas de posts en los que otros personajes públicos y menos conocidos exhiben su pérdida con fotos y vídeos, recuerdos en los que, casi siempre, el yo del vivo está por encima del de quien se acaba de ir. Más que un funeral comunal, otras muertes se sienten como una rave caótica del “tanta paz lleves como descanso dejas”. Pasa cuando la biografía de la persona fallecida estuvo íntimamente ligada a la explotación o al abuso de poder, ya fuese por herencia colonial o por acogerse a una ideología cruel, misógina o racista. Ahí pocas lágrimas veremos. Nuestro scroll será un géiser adrenalínico de memes y frases tan salvajes como para que las carcajadas se congelen al entender que esa risa nerviosa podría llevarnos directas al infierno.
Muy llorado y sincero, el adiós de Matthew Perry no fue como el de los segundos, pero ha puesto en formación a los dictadores del duelo. El actor, conocido por interpretar a Chandler Bing en Friends, fue hallado muerto el pasado sábado en su casa de Los Ángeles. Tenía 54 años. Que ninguno de sus compañeros de elenco visibilizara su pérdida en sus redes despertó lo peor de los árbitros de la pena. “Un DEP [descanse en paz] no cuesta nada”, se podía leer en algunas publicaciones a propósito de las (no) actualizaciones de Jennifer Aniston (Rachel), Courteney Cox (Monica), Lisa Kudrow (Phoebe), David Schwimmer (Ross) y Matt LeBlanc (Joey). En la economía de la hipervigilancia, esos tiranos moralistas nunca descansan, ansiosos de hacerle el juego más sucio al sistema. Tal fue la presión social sobre ese “sorprendente silencio” que, dos días después, los cinco intérpretes firmaron un comunicado conjunto que enviaron a la prensa. “Estamos absolutamente devastados por la pérdida de Matthew. Éramos más que simples compañeros de reparto. Somos una familia. Hay mucho que decir, pero ahora vamos a tomarnos un momento para llorar y procesar esta pérdida insondable. Con el tiempo diremos más, cuando podamos”, decían en un texto que nunca necesitó enviarse ni justificación.
No han sido los únicos obligados a hablar por coacción. En agosto, cuando falleció el actor Angus Cloud a los 25 años de sobredosis, los dictadores del duelo volvieron a sacar su vara del desconsuelo: ¿por qué sus compañeras de reparto en Euphoria no subían inmediatamente mensajes lacrimógenos exhibiendo sus sentimientos por esa pérdida? Al final, Zendaya habló: “Mi corazón está con su madre y su familia durante estos momentos y, por favor, sed amables y pacientes. El duelo no es el mismo para todo el mundo”, escribió con elegancia en Instagram, aclarando lo inexigible.
La performance de la muerte es tan polisémica como cíclica en la esfera virtual. Ahora que las redes nos han hecho creer que a los famosos, y a cualquiera, los conocemos mejor que a nuestra propia familia, todavía hay quien impone la escenificación del dolor en un ejercicio de telepatía fallida. Estamos rodeados de dictadores del duelo. Gente que, como alcahuetas paseándose por velatorios contabilizando plañideras, te reclamará cómo y cuándo exhibir tu sufrimiento. Son escombros que te echarán en cara no hacer bandera de tu dolor o no decir ni una palabra. Pero el silencio no siempre tiene que ser político. “El duelo resulta ser un lugar que ninguno de nosotros conoce hasta que lo alcanzamos”, escribió Joan Didion. Ojalá un bot tuitee esa frase como respuesta automática cada vez que abra la boca cualquier otro dictador del dolor.