¿Quién educa?

No veo a un español de hoy contento por haber encontrado la huella de su país en un adminículo útil en el extranjero: seguro que esa familiaridad le haría menospreciarlo

Homenaje a Samuel Paty, profesor asesinado en Francia en 2020.BERTRAND GUAY (AFP)

El otro día bajé temprano a desayunar en mi hotel de Londres, la mejor prestación gastronómica de los británicos. En la máquina del café cogí una taza y como en ese momento llegaba un señor mayor de noble porte le ofrecí otra, la única que quedaba. Mientras se llenaba la mía, él examinó la suya y sonriendo con satisfacción me mostró el membrete: “Made in France”. Después dijo, como quien confiesa una travesura: “Je suis français”. Ese sencillo homenaje a través del más humilde objeto a la comunidad de intereses, recuerdos y esperanzas que llamamos patria no brota de la nada ni ca...

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El otro día bajé temprano a desayunar en mi hotel de Londres, la mejor prestación gastronómica de los británicos. En la máquina del café cogí una taza y como en ese momento llegaba un señor mayor de noble porte le ofrecí otra, la única que quedaba. Mientras se llenaba la mía, él examinó la suya y sonriendo con satisfacción me mostró el membrete: “Made in France”. Después dijo, como quien confiesa una travesura: “Je suis français”. Ese sencillo homenaje a través del más humilde objeto a la comunidad de intereses, recuerdos y esperanzas que llamamos patria no brota de la nada ni cae del cielo: se cultiva con la educación en el amor propio bien entendido. Aquel señor debía ser de mi edad y sin duda fue educado en la escuela laica y republicana que tantos hemos envidiado. Pero se formó no sólo en la institución sino también en la familia, lo cual es una gran suerte e insustituible porque uno puede reformar las aulas pero no crear padres y madres. Sinceramente, no veo a un español de hoy contento por haber encontrado la huella de su país en un adminículo útil en el extranjero: seguro que esa familiaridad le haría menospreciarlo…

Tras el atentado del Bataclan se creó un fichero para prevenir la radicalización islámica que incluye unas seis mil personas. Sólo el 8% eran extranjeros, el 92% restante habían nacido y fueron educados en Francia. ¿En qué escuelas? Ya van varios docentes asesinados por defender los valores tradicionales. ¿En qué familias? Y si eso ocurre en un país que tiene —¿tuvo?— una educación pública mimada, ¿qué ocurrirá entre nosotros? Ya ven el coro de entusiastas de Hamás y odiadores de la cultura judeocristiana europea que nos rodea. Incluso el pintoresco Papa que corretea por ahí parece un antisistema del grupo de Puebla. Y de España mejor no hablar, porque es signo de fascismo mencionarla sin escupir después.

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