Dos guerras, doble riesgo en los precios
El conflicto en Palestina se suma al de Ucrania. El doblete multiplica lo peor, los desastres humanitarios directos. También duplica la volatilidad de la economía mundial
La guerra en Palestina se acumula a la de Ucrania. El doblete multiplica lo peor, los desastres humanitarios directos. También duplica el riesgo para la economía mundial, sobre todo de un alza general de precios.
Ocurre cuando los costes de la energía que se dispararon por la invasión de Ucrania habían empezado a ceder de forma consistente. Y así, moderaban la inflación, de modo que los bancos centrales oteaban un punto final a sus persistentes alzas de tipos de interés: la F...
La guerra en Palestina se acumula a la de Ucrania. El doblete multiplica lo peor, los desastres humanitarios directos. También duplica el riesgo para la economía mundial, sobre todo de un alza general de precios.
Ocurre cuando los costes de la energía que se dispararon por la invasión de Ucrania habían empezado a ceder de forma consistente. Y así, moderaban la inflación, de modo que los bancos centrales oteaban un punto final a sus persistentes alzas de tipos de interés: la Fed, con su primera pausa; el BCE, sugiriendo que la de septiembre sería la última. Un eventual “aterrizaje suave” de la inflación (sin recesión) ganaba (tímidos) enteros.
En efecto, el petróleo de tipo Brent se cotizaba a 24 de febrero de 2022 en 99,08 dólares; remontó a 119,7 cien días después; y el pasado día 13, había bajado a 90,3 dólares, tras 10 meses oscilando casi siempre en una horquilla de entre 70 y 90 dólares. Y el gas natural europeo se cotizaba el mismo día a 55 euros el megavatio hora, frente a los 300 que alcanzó el 26 de agosto del año pasado. Así que la escalada de precios energéticos-base derivada de la guerra de Putin estaba en proceso de digestión.
El retorno al conflicto en Oriente Próximo da señales de alarma. El petróleo ha subido en pocos días un 4%. Y el gas se ha encarecido en una semana un 44% (también por la sospecha de sabotaje en el gasoducto Finlandia/Estonia), inquietud matizada por el hecho de que las reservas europeas superen ya el 90%, 14 puntos más que hace un año.
El FMI ha repartido en Marraquech dosis de prudencia: es “demasiado pronto para llegar a una conclusión precipitada”. Y distintos operadores evitan el alarmismo, apelando a que este aumento inicial al repetirse el conflicto podría pespuntear una secuencia de vaivenes: alza temporal de precios, suavización de la incertidumbre, retorno a los precios originarios.
Todo depende de la evolución y el alcance del desastre en Gaza, y de las reacciones de los vecinos. A más encono, peores precios. El foco está en la barrera de los 100 dólares por barril. Y en el grado de involucración de Irán: si intervendrá más, si EE UU le castigará restringiendo sus exportaciones (lo que aumentaría precios). Y en el papel, aún difuso, de Arabia Saudí. La historia no se repite. Pero avisa. Hace 50 años, la guerra de Yom Kipur (1973) y el golpe de los ayatolás (1979), acumulados, dispararon la inflación media global un 11,3% hasta 1983.