La candidatura de Calviño

La vicepresidenta primera aspira a presidir el Banco Europeo de Inversiones, una institución clave ante los retos del futuro

La vicepresidenta primera en funciones, Nadia Calviño, el pasado 29 de junio en Madrid.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

La noticia de que España presentará a su vicepresidenta económica a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones, puesto que se decidirá el próximo septiembre, supone una sorpresa únicamente a medias. La trayectoria de Nadia Calviño —una carrera meteórica en Bruselas, donde fue directora general de P...

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La noticia de que España presentará a su vicepresidenta económica a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones, puesto que se decidirá el próximo septiembre, supone una sorpresa únicamente a medias. La trayectoria de Nadia Calviño —una carrera meteórica en Bruselas, donde fue directora general de Presupuestos en la Comisión Europea—, y la reputación que se ha labrado gracias a su gestión económica durante años difíciles para España y para el conjunto de la UE, apuntaban a una creciente proyección internacional, que siempre estuvo entre sus ambiciones. Calviño fue, en su momento, candidata para dirigir el FMI, ha sido presidenta del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo —cargo compatible con su posición en el Gobierno de España— y llegó a competir por el Eurogrupo, aunque finalmente los ministros de la eurozona se inclinaron por el irlandés Paschal Donohoe, buscando un equilibrio más favorable al norte de Europa.

Los méritos de la vicepresidenta son evidentes, por experiencia profesional, conocimiento del entorno europeo y desempeño en el liderazgo económico de una de las grandes economías de la Unión. Aunque no le será fácil: compite con otra gigante de la política comunitaria, la actual vicepresidenta de Competencia, la danesa Margrethe Vestager. La talla de ambas candidatas da cuenta de la relevancia del cargo, en una institución que juega un rol esencial en la promoción del desarrollo económico dentro y fuera de la UE; el BEI está llamado a ejercer un papel capital en la reconstrucción de Ucrania. De lograrse la posición, España reforzaría su peso en las instituciones europeas, en un momento en el que es imprescindible acelerar la capacidad de inversión global para lograr la transición energética y abordar los desafíos del cambio climático. Luis de Guindos (BCE), José Manuel Campa (Autoridad Bancaria Europea) y Pablo Hernández de Cos y Fernando Restoy (ambos en el Banco de Pagos Internacionales de Basilea) completan la nómina de españoles con cargos relevantes en la esfera internacional; Margarita Delgado tiene también opciones de alcanzar la presidencia del Mecanismo Único de Supervisión (MUS).

La lectura interna es también relevante. De conseguirse ese sillón internacional, la salida de Calviño debilita a un futuro Gobierno liderado por Pedro Sánchez, si el líder socialista consigue la difícil tarea de reunir los apoyos suficientes para ser investido. Si esos dos condicionales se resuelven favorablemente a Calviño y Sánchez, llegará el momento de encarar el difícil desafío de sustituir una posición clave para el proyecto del Gobierno. Calviño ha destacado por su autoridad, su capacidad de negociación, y una aproximación pragmática a la gestión de la economía que ha sido apreciada dentro y fuera de nuestras fronteras. Su relevo sería complicado en un momento en el que los datos económicos apuntan a una desaceleración a medida que avance el año.

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Calviño permanecerá en el Gobierno en funciones hasta finales de año, por lo que estaría al mando de Economía durante toda la presidencia española de la UE. Pero si su candidatura tiene éxito, su salida añadiría una nueva incógnita a la ya compleja ecuación de Sánchez para asegurarse un Gobierno sólido y capaz de afrontar los retos que nuestro país tiene por delante. No abundan en España los perfiles con las cualidades que ofrece la vicepresidenta: la nueva configuración de un hipotético Gobierno de coalición deberá contar con nuevos nombres para ofrecer, al menos en lo que se refiere al equipo económico, la confianza, solvencia, capacidad y reputación que ha ofrecido Calviño en los últimos tiempos.

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