Nos jugamos demasiado
Los lectores escriben sobre las elecciones del 23 de julio, la campaña de Vox, la emergencia climática y la inseguridad en el barrio de Lavapiés de Madrid
Miro a mi hija de dos años y me pregunto cómo le voy a explicar yo, que nací con la democracia, que en estos años nos hemos cargado todo lo que nuestros padres consiguieron. Que nos enseñaron que había un clima predecible, que una ardilla podía cruzar el país sin tocar el suelo, que viví cómo se normalizaba lo obvio: que dos personas pudieran quererse libremente. Cómo explicarle que los programas infantiles eran transgresores e invitaban a pensar. La veo y me pregunto si, al intentar educarla en el respeto a los ot...
Miro a mi hija de dos años y me pregunto cómo le voy a explicar yo, que nací con la democracia, que en estos años nos hemos cargado todo lo que nuestros padres consiguieron. Que nos enseñaron que había un clima predecible, que una ardilla podía cruzar el país sin tocar el suelo, que viví cómo se normalizaba lo obvio: que dos personas pudieran quererse libremente. Cómo explicarle que los programas infantiles eran transgresores e invitaban a pensar. La veo y me pregunto si, al intentar educarla en el respeto a los otros, en el pensamiento crítico y en el interés por la lectura, estaré convirtiéndola en un ser sin armas para vivir en el mundo que le vamos a dejar. No sé cómo podré decirle que mi generación se ha convertido en un monstruo egoísta incapaz de pensar a medio plazo, incapaz de ver cómo estamos destrozando el futuro de aquellos a quienes más deberíamos cuidar. Ojalá todos los que están tan cansados como yo se levanten el día 23 de julio sabiendo que lo que nos jugamos es demasiado importante. No por nosotros, que lo tuvimos todo... Por nuestros hijos, por su futuro.
Elia Román. Madrid
Seguridad
Veo un cartel de Vox en el que con letras enormes se lee la palabra “seguridad” junto al rostro de Santiago Abascal. Me vienen entonces a la cabeza las palabras de Helen Keller: “La seguridad es una superstición, no existe en la naturaleza”. A poco que se piense, solo un iluminado o un chamán puede atreverse a enarbolar tal causa tan a las bravas. ¿Acaso ese cartel no pretende otra cosa que crisparnos y ponernos en guardia y defendernos de cualquiera que no seamos nosotros mismos? Que hay que vivir sin miedo lo enseña la cultura y se practica con el ejercicio cotidiano de la democracia, a saber: viviendo en concordia, creyendo en la tolerancia, confiando en el Estado de derecho, respetando la libertad de expresión de aquellos cuyas ideas nos repelen y también, y muy especialmente en estas elecciones, yendo a votar sin falta.
José María de la Torre López. Encinarejo de Córdoba (Córdoba)
Calor el 23-J
Preocupan las altas temperaturas para la jornada electoral. Se pide que todos los colegios dispongan de suficiente sombra en el exterior. Si hubiéramos hecho todos los deberes para luchar contra la crisis climática, dispondríamos de buen arbolado en todas las zonas urbanas y de parques verdes y frondosos en los patios de los colegios públicos. Pero no es así, y los nuevos alcaldes, en su mayoría muy conservadores, no van a mejorarlo. Toca enfermar o morirse de sofoco y de contaminación.
Ana G. Barredo. Santander
No son nacionalidades
Soy vecino de Lavapiés y, como tal, testigo de la degradación progresiva del barrio. El asesinato hace unos días de la dueña de una tienda de ropa en la plaza de Tirso de Molina es otra vuelta de tuerca. El Ayuntamiento hace poco o nada por acabar con esta lacra cuya autoría nada tiene que ver con nacionalidades, como algunos pretenden. ¿Cuándo lograremos entre todos un barrio sin droga ni delincuencia? ¿Tomarán conciencia las autoridades y pondrán los medios necesarios para solucionarlo? Los vecinos estamos en ello, pero es imprescindible el apoyo institucional.
Javier Gimeno Perelló. Madrid