Editorial

Se agota el tiempo

Los registros de temperatura del planeta baten récords y la ciencia advierte de que hay que tomar medidas urgentes

Un pez muerto yace en el suelo agrietado del embalse de La Viñuela, cerca de Málaga.JON NAZCA

La crisis climática provoca unos cambios de tal magnitud que hace que todos los seres vivos del planeta estemos transitando por territorio desconocido y cada dato nuevo apunta en la misma y preocupante dirección. Esta semana se ha dado un paso más en ese sentido al haber batido el récord de temperatura media diaria en la Tierra en dos ocasiones, llegando el lunes a los 16...

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La crisis climática provoca unos cambios de tal magnitud que hace que todos los seres vivos del planeta estemos transitando por territorio desconocido y cada dato nuevo apunta en la misma y preocupante dirección. Esta semana se ha dado un paso más en ese sentido al haber batido el récord de temperatura media diaria en la Tierra en dos ocasiones, llegando el lunes a los 16,9 grados y un día después a los 17. Es preciso subrayar que hace apenas siete años, en 2016, se produjo el último récord de temperaturas, lo que supone toda una muestra más de la dimensión y la velocidad que está alcanzando el calentamiento global.

No existen registros ni experiencias que muestren cómo reacciona la biosfera, tal y como la conocemos y en la que nos hemos desarrollado como especie, en estas condiciones. Los modelos de predicción que se emplean no han podido anticipar la rapidez con la que los cambios han aparecido, por lo que necesitan ser revisados y mejorados continuamente, más aún teniendo en cuenta que lo que está sucediendo nos lleva a escenarios muy inciertos. Esta situación viene en gran medida asociada a la necesidad de determinar si el cambio ya ha alcanzado los puntos de inflexión que pueden provocar saltos abruptos de las temperaturas y otras variables climáticas fuera de los márgenes de tolerancia habituales. Las consecuencias son desconocidas para el conjunto del clima y, por tanto, para todos los seres vivos que habitamos la Tierra.

El Sexto Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado en marzo de 2023, ya insistía en esta línea. Constata de forma inequívoca la existencia de un cambio en el clima como consecuencia, en su mayor medida, de la acción humana, y advierte, con datos ya existentes y basándose en predicciones, de los múltiples efectos sobre el conjunto de las sociedades, en especial de aquellas que viven en mayores condiciones de vulnerabilidad. No obstante, el informe dice algo más que no se puede olvidar: estamos a tiempo de parar las peores consecuencias de la crisis climática si ponemos en marcha el cambio de políticas y modelos que se viene reclamando.

En una situación en la que ni siquiera hemos sido capaces todavía de inventariar todos los efectos de esta crisis climática en la biosfera, y más allá del incremento de temperaturas y de la aparición de fenómenos meteorológicos extremos cada vez más recurrentes y virulentos, el rápido cambio que está experimentando el clima supone una modificación de las condiciones del planeta, el espacio donde se produce la vida. Un preocupante cambio que se extiende a todos los aspectos de lo económico, lo social y lo político.

En este contexto, con las evidencias científicas sucediéndose día a día y con los efectos del cambio climático apenas empezando a mostrarse, no solo es necesario mantener el rumbo de la transición ecológica, sino que es urgente incrementar su velocidad y ambición, lo que es también una oportunidad para una sociedad y un modelo más inclusivo y que proteja el capital natural que nos sustenta. De ahí que sea especialmente grave y preocupante la llamada de la derecha española a ralentizar la transición ecológica, en lo que supone toda una concesión al marco negacionista de la ultraderecha y un jarro de agua fría a las inversiones y el desarrollo de lo que se ha venido en llamar la economía verde.


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