Sin feministas no hay izquierda
En este país somos más feministas que nunca. Este cambio cultural coincide, sin embargo, con una orfandad de representación política que es motivo de rabia y desconsuelo
Tantos días después de las elecciones y ni politólogos ni avispados analistas mencionan el factor feminismo. Será que la lucha por la igualdad no es política y que la brecha entre el movimiento y las formaciones de izquierdas que se viene ensanchando en los últimos años forma parte de un inframundo que nada tiene que ver con el gobierno de la polis. Oídos sordos es lo que han hecho los partidos progresistas al malestar de las mujeres en Esp...
Tantos días después de las elecciones y ni politólogos ni avispados analistas mencionan el factor feminismo. Será que la lucha por la igualdad no es política y que la brecha entre el movimiento y las formaciones de izquierdas que se viene ensanchando en los últimos años forma parte de un inframundo que nada tiene que ver con el gobierno de la polis. Oídos sordos es lo que han hecho los partidos progresistas al malestar de las mujeres en España en lo que es a todas luces el momento de mayor toma de consciencia de su historia. En este país somos más feministas que nunca, la lucha contra la misoginia tiene tanto alcance que incluso la derecha disimula sus tradicionales resistencias a las propuestas del pensamiento igualitario. La violencia vicaria o el alquiler de vientres han penetrado en programas de telebasura y ya forman parte de las conversaciones cotidianas en todos los hogares. Este cambio cultural coincide, sin embargo, con una orfandad de representación política que es motivo de rabia y desconsuelo.
Yo quisiera que la izquierda hiciera autocrítica en vez de insultar a sus votantes, que reflexionara sobre si las mujeres podríamos haber tenido algo que ver en su descalabro electoral. ¿De verdad creían que les iba a salir gratis ningunear, insultar, difamar y vejar a voces de reconocido prestigio para dedicarse a soplar tartas y hacer fiestas de pijama con influencers? ¿Colgar de un árbol un monigote de Carmen Calvo? ¿Defender el proxenetismo disfrazado de trabajo sexual, hablar del consentimiento de niños y niñas, afirmar que el sexo no existe y no saber lo que es una mujer? Si no saben lo que somos, cómo van a defender nuestros derechos? ¿Y cómo vamos a confiar nosotras en quienes tramitan la ley trans de urgencia, poniendo todas las trabas para el debate público, vetando la comparecencia de expertos? ¿Cómo vamos a renovar en sus cargos a quienes promueven la mutilación de menores y amenazan con quitarte la patria potestad si no aceptas que tus hijos han nacido en un cuerpo equivocado? ¿De verdad que su desprecio a la mitad de los ciudadanos puede ofuscarles hasta el punto de no darse cuenta de que este maltrato continuado a lo que era una parte importante del voto de izquierdas iba a reflejarse en las urnas? ¿Después de convertirnos en cis, menstruantes, gestantes y afirmar que el trans es el colectivo más oprimido que existe mientras el sanguinario reguero de asesinadas no se detiene ni en la misma jornada electoral?