Mejores maestros

El Ministerio de Universidades rechaza la prueba de acceso a los estudios superiores de Educación sin argumentos convincentes

Estudiantes en una clase de la Escuela de Educación de la Universidad de Valencia.Mònica Torres

La batalla por mejorar la formación de los grados de Maestro de Educación Infantil y Primaria y la calidad del máster obligatorio para ser profesor de secundaria llega en plena revolución tecnológica y cuando los nuevos hábitos de aprendizaje y de consumo cultural se han introducido en las casas y las familias. No existe una receta mágica y fulminante para ello, pero la “prueba de aptitud pe...

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La batalla por mejorar la formación de los grados de Maestro de Educación Infantil y Primaria y la calidad del máster obligatorio para ser profesor de secundaria llega en plena revolución tecnológica y cuando los nuevos hábitos de aprendizaje y de consumo cultural se han introducido en las casas y las familias. No existe una receta mágica y fulminante para ello, pero la “prueba de aptitud personal” que promueven 70 decanos de las facultades de Educación para seleccionar a sus estudiantes (y por tanto, a los futuros maestros de nuestros hijos) ha sido “descartada” por el Ministerio de Universidades, que es quien tiene las competencias sobre la materia. El plan no es nuevo: hace ya un año el Ministerio de Educación promovió un proyecto destinado al mismo objetivo a través de una prueba con varios exámenes, escritos y orales, con el fin de filtrar al alumnado con mejor potencial para ese desempeño específico.

La demanda es casi unánime entre los decanos ante el desequilibrio actual entre una enorme demanda de alumnos y una oferta de empleo mucho menor. Pero la causa central es otra: la petición de una prueba de ingreso en la carrera está basada en la necesidad de preseleccionar al alumnado tanto desde el punto de vista de sus conocimientos como desde el punto de vista de su aptitud comunicativa y capacidad de razonamiento crítico, al margen de la selectividad que habrán tenido que superar. Entre las propuestas de los decanos figura también un periodo de prácticas remuneradas, nuevos planes de estudio, la actualización de un modelo de oposición con temarios anticuados, además de nuevos requisitos para acceder al máster para el profesorado de secundaria.

Cataluña y Baleares han implantado un modelo parecido y así lo hacen Dinamarca, Holanda, Italia, Portugal o, por supuesto, Finlandia, el referente global en educación. Sin embargo, el Ministerio de Universidades ha desestimado la propuesta de los decanos, que sí había asumido el Ministerio de Educación, argumentando que la prueba no es adecuada, implicaría dificultades logísticas y podría abrir la puerta a que otras áreas de estudio universitarias plantearan exigencias semejantes. También un sector de los rectores (de universidades públicas y privadas) se opone, ante la perspectiva de que las pruebas reducirían el número de estudiantes, lo que a su vez reduciría los presupuestos que tienen asignados.

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La educación primaria es el primer laboratorio de ciudadanos y cuidar su formación de modo preferente es razón de peso suficiente para justificar una prueba que pueda dejar fuera a algunos de sus potenciales alumnos por falta de idoneidad o de competencia. La resistencia de la Conferencia de Rectores (CRUE) es poco comprensible en términos conceptuales e intelectuales. Nada debería impedir que una negociación entre las partes —Educación, Universidades, decanos y rectores— encontrase la vía en su reunión del próximo viernes para elevar el nivel de exigencia que permita proveer para el futuro una cantera de profesores implicados con las nuevas competencias, capaces de razonar y empatizar con los chavales y conectados con una sensibilidad contemporánea que a veces parece excluida tanto de las aulas universitarias como de las escolares.

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