Fracasan las recetas conservadoras

Todas las fórmulas que han tratado de resucitar el impulso neoliberal/reaccionario de los ochenta han terminado mal, empezando por las anglosajonas-ideologistas

El primer ministro británico, Rishi Sunak.JOE GIDDENS (AFP)

Las recetas conservadoras del siglo XXI han fracasado ya estrepitosamente: las de avanzadilla, las anglosajonas-ideologistas. Las que pretendieron resucitar el impulso neoliberal/reaccionario de Reagan y Thatcher de los ochenta: de Bush II a Trump; de Cameron a Truss. Resultados distintos exhibe la democracia cristiana —requiere análisis distinto—, oscilante entre el centrismo político con pacto social (Alemania, Luxemburgo) y la pulsión ultra (Austria, Italia).

El fiasco del trumpismo carece de matices. El de los tories británicos se agiganta día sí, día también. ...

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Las recetas conservadoras del siglo XXI han fracasado ya estrepitosamente: las de avanzadilla, las anglosajonas-ideologistas. Las que pretendieron resucitar el impulso neoliberal/reaccionario de Reagan y Thatcher de los ochenta: de Bush II a Trump; de Cameron a Truss. Resultados distintos exhibe la democracia cristiana —requiere análisis distinto—, oscilante entre el centrismo político con pacto social (Alemania, Luxemburgo) y la pulsión ultra (Austria, Italia).

El fiasco del trumpismo carece de matices. El de los tories británicos se agiganta día sí, día también. Su programa, el Brexit, se ha desplomado. En lo territorial fragmenta el reino (Irlanda del Norte; nuevo centrofuguismo escocés). El neosoberanismo normativo y su control de fronteras redundan en duplicar los indeseados flujos migratorios: de las 600.000 entradas anuales previas al referéndum de 2016, a 1,1 millones. Económicamente, Gran Bretaña es el gran enfermo del Atlántico norte, superada ya en tamaño por China.

En efecto, hoy la economía empeora un 4% respecto de la era de su adscripción europea; la libra se hunde un 12%; las finanzas públicas rondan la quiebra; la recesión se augura de año y medio; la inflación empeora la de los vecinos; el peso del Estado sube un 5% y el comercio baja. En lo micro, hay desabastecimiento de fármacos, sanitarios y camioneros. Peor (casi) imposible. Menudo negocio, el del partido business friendly.

Lo malo no es la panoplia de datos malos: se juntan, por ósmosis, en ocasiones. Sino que hayan sido provocados, invocando que mejorarían gracias al separatismo respecto a la UE. Y aún peor resulta la estupidez de las políticas aplicadas para contrarrestarlos. Liz Truss enterró para años el supuesto glamur de las bajadas generales de impuestos como catapulta de crecimiento. Estuvo en un tris de tener que pedir el rescate del país al FMI. Que lo aprendan los conservadores locales.

Su sucesor, Rishi Sunak, más listo y ducho, le enmienda la plana subiendo la presión fiscal. Pero, ay, no hay bien que por mal no venga, desentierra otra hacha mellada de la reserva arqueológica neoliberal: desregular el sistema financiero para relanzar la City. Justo lo que provocó la crisis financiera y el rescate de cuatro grandes bancos británicos, HBOS, Royal Bank of Scotland, Barclays, Lloysd-TSB. Por eso es ahora Europa quien corta amarras... de la City. Contagios, cuantos menos, mejor.


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