Opinión

Cambio climático: luces y sombras en la Conferencia de Egipto

Los avances sobre financiación para los países en desarrollo han sido modestos

Conferencia de cierre de la COP27 en Sharm El-Sheik.JOSEPH EID (AFP)

La Conferencia de estados de la convención de cambio climático acaba de terminar en Egipto, Sharm al Sheikh. Después de un largo e intenso sobretiempo hasta el sábado en la noche, el panorma es poco prometedor. Si bien el tema del conferencia era la “implementación”, los avances sobre financiamiento para los países en desarrollo y el tema de la compensación por daños y pérdidas causados por la crisis climática tuvo u...

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La Conferencia de estados de la convención de cambio climático acaba de terminar en Egipto, Sharm al Sheikh. Después de un largo e intenso sobretiempo hasta el sábado en la noche, el panorma es poco prometedor. Si bien el tema del conferencia era la “implementación”, los avances sobre financiamiento para los países en desarrollo y el tema de la compensación por daños y pérdidas causados por la crisis climática tuvo un resultado modesto. Se crea un mecanismo financiero, pero hay que hacerlo operativo, llenarlo de recursos, y definir quiénes pueden acceder al fondo y en qué condiciones. Eso es tarea pendiente. Las discusiones sobre la transición energética y el uso de combustibles fósiles y la reducción de emisiones fue insuficiente y tibia. Y como en todo, podemos ver el vaso medio vacío o medio lleno; podemos ver lo bueno, lo malo y lo feo.

Después de participar y seguir de cerca el mundo de las negociaciones climáticas por casi dos décadas, podemos decir que existe ese claroscuro.

Lo bueno: tenemos más y mejor información sobre los cambios en la atmósfera que producen el calentamiento global. La ciencia es cada vez más sofisticada y sabemos las consecuencias, tenemos las proyecciones, los escenarios, y también tenemos las tecnologías y el conocimiento para revertir las tendencias. De hecho, los precios de las energías renovables se han reducido significativamente y cuestan menos que los combustibles fósiles, sobretodo la energía solar y la eólica.

Lo malo: Cada nuevo informe sobre el tema pinta un panorama más desolador y las brechas entre los compromisos y los resultados, se amplían. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo de manera sostenida a pesar de los compromisos de reducirlas a la mitad hasta el 2030 y lograr cero emisiones para el 2050. Si el ritmo de emisiones continúa, llegaremos a un incremento de temperaturas de 2.8 grados centígrados, cuando la meta acordada es de 1.5 grados. Este incremento sería devastador para los países costeros y más vulnerables como los estados insulares. El 90% de las personas amenazadas por los desastres climáticos vive ahora en países en desarrollo.

Sabemos que la crisis climática pone en riesgo nuestra existencia como especie, genera más pobreza y hambre, genera o profundiza conflictos. Según la oficina del Alto comisionado para los refugiados, el 90% de refugiados del mundo proviene de países afectados por la crisis climática, de los cuales el 80% son mujeres.

Lo bueno: Tenemos una Convención con 195 estados parte, y conferencias anuales, las famosas COPs, -de hecho ya vamos por la edición 27- . Las COPs son una plataforma donde están representados casi todos, y se han convertido en la alfombra roja del mundo político, del activismo ambiental, los gobiernos locales, las mujeres, los pueblos indígenas, la filantropía, las organizaciones del sociedad civil, los jóvenes, las grandes y pequeñas empresas. En fin, si no vas a la COP de cambio climático no estás en nada. A Egipto asistieron 110 jefes de Estado y Gobierno, de los cuales apenas 7 fueron mujeres. Cada discurso fue más vigoroso que el otro, más compromisos y más promesas de los países industrializados y más demandas y desconfianza de los países en desarrollo. El mundo entero se enfoca en el cambio climático.

Lo malo: A pesar de las miles de personas que asisten a las COPs, las decisiones se siguen pactando en pequeños círculos de influencia y poder, y las decisiones que se toman no siempre están a tono con la urgencia y profundidad de la crisis. Vemos que se firman decenas de pactos, compromisos, acuerdos fuera del esquema de la negociación inter-gubernamental. Ninguno de estos compromisos, que incluyen financiamiento, proyectos conjuntos, reducciones de la huella de carbono en la producción, cuentan con un mecanismo bien orquestado de rendición de cuentas. Incluso los acuerdos intergubernamentales, los resultados de las COPs, incluyendo el paradigmático Acuerdo de París cuentan con instrumentos de responsabilidad y rendición de cuentas. Lo grave es que hay una clara erosión de confianza no solo en las COPs de cambio climático sino en la utilidad del sistema multilateral para resolver los problemas más serios de la humanidad. Hay también una crisis de confianza entre los países que generan las emisiones y los que sufren las consecuencias.

Mirando al futuro, hay enormes tareas pendientes que incluyen financiamiento serio, sostenido y predecible para los países en desarrollo. La promesa de 100.000 millones de dólares anuales para los países en desarrollo debe cumplirse. Las reglas del juego sobre el acceso a recursos en la banca multilateral requiere también una transformación drástica, que se oriente no solo a la reducción de emisiones sino también a la adaptación a los desastres causados por la emergencia climática. Se requiere además una transferencia de tecnologías bajas en carbono.

Y claro, la acción para reducir emisiones es vital. Necesitamos una hoja de ruta clara, creíble y respaldada por acciones concretas de los países con huellas de carbono mayores. Esto implicará la acelaración de la transición energética que exige una acción coordinada de los Estados, la banca multilateral y el sector privado, pero también de la ciencia de la sociedad civil, de las mujeres y los jóvenes. Necesitamos un pacto climático basado en la recuperación de la confianza, la solidaridad, la justicia y la corresponsabilidad. De eso depende nuestra supervivencia como especie. Un clima estable y un medioambiente seguro y libre de contaminación son derechos humanos.

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