España, un país sin carpinteros

Pese a que el empleo va para arriba y el desempleo para abajo, todavía hay casi tres millones de españoles a la caza de un empleo.

Alumnos de la Escola del Treball, instituto de formación profesional en Barcelona. Taller de carpintería.Gianluca Battista

España es un país sin carpinteros. Mal asunto. Porque vamos cortos de ellos, y también de muchos otros profesionales como albañiles, capataces, soldadores, electricistas, fontaneros... Y porque podríamos resolver esta escasez de forma sencilla por dos vías distintas (y complementarias). Importándolos de países terceros y/o formándolos aquí.

Nos sobra personal que podría aprender estos oficios y contribuir así a la industria de la construcción, la que más los necesita. Pero también a la actividad artesana en los pueblos y a las tareas complementarias de la industria manufacturera. Pese a...

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España es un país sin carpinteros. Mal asunto. Porque vamos cortos de ellos, y también de muchos otros profesionales como albañiles, capataces, soldadores, electricistas, fontaneros... Y porque podríamos resolver esta escasez de forma sencilla por dos vías distintas (y complementarias). Importándolos de países terceros y/o formándolos aquí.

Nos sobra personal que podría aprender estos oficios y contribuir así a la industria de la construcción, la que más los necesita. Pero también a la actividad artesana en los pueblos y a las tareas complementarias de la industria manufacturera. Pese a que el empleo va para arriba y el desempleo para abajo, todavía hay casi tres millones de españolas/es a la caza de un empleo.

Esta disonancia no es solo local. También europea. En abril, la Comisión alumbró una directiva apremiando a los 27 a aligerar los trámites migratorios de contratación de trabajadores. Bruselas cuantifica que el mercado laboral de la Unión tiene dificultades para encontrar operarios en 28 actividades distintas, muy similares a las que se presentan en España.

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Son oficios tradicionales, pero también médicos, o técnicos informáticos y de aplicaciones web. Brindarles pasarelas es una operación win-win, de ganancia múltiple. Al menos, triple: completas tu suministro de mano de obra, das salida a las ansias de emigración de países emergentes y facilitas el roce civilizacional. Único riesgo, el de descapitalizar a las zonas menos desarrolladas de personal cualificado.

El Ministerio de Transportes (Raquel Sánchez), en complicidad con el de Migraciones (José Luis Escrivá) promovió este verano una reforma del reglamento de extranjería con objeto de facilitar la contratación de ciudadanos de países terceros —ya venidos de fuera, ya instalados de forma precaria en España—, para este tipo de oficios. Solo en construcción y rehabilitación de viviendas se calcula que se necesitarán más de un cuarto de millón de nuevos profesionales en los próximos años.

Otra vía de acceso a estos empleos es la nueva Formación Profesional, que promueve el exitoso sistema alemán de preparación “dual”: al tiempo en la escuela y en la empresa. La nueva ley, lanzada el pasado diciembre, obtuvo un gran consenso —algo auspicioso— y va acompañada de una dotación presupuestaria de 5.474 millones de euros en cuatro años. Entre temporal y tormenta, la nave va.


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