Las putas y los buenos tíos del Elías Ahuja
En esa residencia de lujo desde la que retumba la cultura de la violación en nuestra cara están los hombres que decidirán nuestro futuro
Lo ha visto todo Twitter. Ni Julia Ducournau hubiese sido capaz de rodar con tal maestría esta escena de terror sexual escalofriantemente hipnótica. No solo por el ...
Lo ha visto todo Twitter. Ni Julia Ducournau hubiese sido capaz de rodar con tal maestría esta escena de terror sexual escalofriantemente hipnótica. No solo por el “¡Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea! ¡Vamos Ahuja!”. Tampoco por ese aullido animal que sigue, coreado con cronometrada violencia por más de un centenar de pulidos universitarios de día, venidos arribísima y cerebralmente sincronizados para ese acoso selectivo de noche. Eso es solo la punta de un iceberg putrefacto. Porque en ese estupor subyace la certeza de que entre quien grita esa advertencia están los encargados de Recursos Humanos, el coordinador de la empresa, los jueces de violencia de género, los políticos que firmarán las leyes de igualdad o los profesores que impartirán educación sexual. Como para no sentir arcadas. En esa residencia desde la que retumba la cultura de la violación en nuestra cara están los hombres que decidirán nuestro futuro y regularán los derechos de nuestros cuerpos.
Mucho se va a escribir sobre lo que pasó el domingo en el religioso colegio mayor masculino Elías Ahuja, adscrito a la Complutense y uno de los más caros de Madrid. Se harán reportajes sobre qué puede pasar por la cabeza de estos veinteañeros, como si esto fuese algo marciano; se hará hincapié en cómo un antiguo residente, Pablo Casado, firmó un artículo misógino y racista en su revista y nadie movió un dedo; se rescatarán más vídeos, muchos, con saludos nazis de los hombres Ahuja año tras año. Habrá quien sesgue el caso por el factor ideológico, pero también hubo que segregar a las mujeres en las acampadas del 15-M por múltiples agresiones sexuales porque el magma de todo esto no es una cosa exclusiva de hombres pijos y de derechas. Esto se corea desde habitaciones de lujo a 1.200 euros el mes y se practica sigilosamente en tiendas de campaña por el progreso social en nuestras plazas. Lo crucial de este vídeo es que lo que acontece no es una excepción de la regla. Es una adenda en los ritos de iniciación consabidos entre los privilegiados, normalizados y encumbrados por los hombres que nos gobiernan. El abecé sentimental de los buenos tíos del patriarcado.
Cómo no pensar en Brett Kavanaugh, uno de los jueces del Supremo responsable de derogar el derecho al aborto en EE UU. El mismo que se justificó frente a las acusaciones de haber participado en fiestas universitarias en las que se violaba en grupo a chicas drogadas con sedantes y lo misógino de su anuario, apelando a que se inspiraba en El club de los chalados, Aquel excitante curso y Desmadre a la americana. ¿Qué problema veían si todo el mundo se partía de risa con los chavales ávidos de sexo de aquellas películas?
Cómo no acordarse de Chanel Miller, violada en 2015 en una fiesta de esas fraternidades por un joven millonario y estrella de natación de Stanford. A Miller la defensa intentó desacreditarla agarrándose a esa carta del rubio angelical listo para ganar medallas y así exonerarlo ante todos. “Decían que mi asaltante era un buen vecino, que había trabajado de salvavidas, como si esos factores cancelasen de por sí la posibilidad de que pudiera agredirme. Como si mi violación fuese una anomalía en el sistema. Algo falla cuando la gente dice: ‘Pero ¿no ves lo unido que está a su madre?’”, me contó al entrevistarla.
Pónganse en alerta. Los próximos días nos aturdirán los retratos cercanos de estos chicos virtuosos que tocan el violín, van a misa o recaudan dinero en actos solidarios. Y siempre aparecerán pulcros, engominados, con el polo planchado. Otra estrategia perversa para salvar, otra vez, a los buenos tíos del patriarcado.