Un doble debate
El primer cara a cara entre Pedro Sanchez y Alberto Núñez Feijóo inaugura el ciclo electoral en España
Las expectativas que despertó el debate en el Senado en torno a las medidas de ahorro energético adoptadas por el Gobierno fueron altas y al menos en dos puntos las cumplió. El debate político ha vuelto a las instituciones al acceder Pedro Sánchez a debatir con el líder de la oposición y, en segundo lugar, tanto uno como otro líder no rehuyeron el cuerpo a cuerpo, pero renunciaron por fortuna al desmán verbal, ruidoso y ofensivo que tanto rebaja la discusión política en nuestras instituciones. ...
Las expectativas que despertó el debate en el Senado en torno a las medidas de ahorro energético adoptadas por el Gobierno fueron altas y al menos en dos puntos las cumplió. El debate político ha vuelto a las instituciones al acceder Pedro Sánchez a debatir con el líder de la oposición y, en segundo lugar, tanto uno como otro líder no rehuyeron el cuerpo a cuerpo, pero renunciaron por fortuna al desmán verbal, ruidoso y ofensivo que tanto rebaja la discusión política en nuestras instituciones. Una respuesta más desigual tuvo la expectativa central de este primer cara a cara Sánchez-Feijóo. Con este encuentro el presidente del Gobierno admitía la realidad que señalan las encuestas de que por primera vez en esta legislatura se perfila una alternativa de Gobierno y aceptaba el reto. Y del presidente del PP se esperaba que presentara en sede parlamentaria sus credenciales como la encarnación de esa alternativa en un momento crucial para España y Europa. El debate lo había pedido él.
Pedro Sánchez acudió al Senado con dos discursos bien diferenciados. En el primero desgranó en una intervención institucional, clara y pedagógica las medidas adoptadas por su Gobierno para afrontar la etapa de incertidumbre que se avecina, combatir los precios de una energía que han disparado la inflación y alejar los escenarios apocalípticos. Sánchez anunció como novedad la aprobación de una excepción para las instalaciones de cogeneración de las industrias con gran consumo de gas, de modo que puedan quedar cubiertas por el mecanismo ibérico de forma temporal. Por lo demás, también reivindicó, como ya hizo en el debate sobre el estado de la nación, la batería de medidas que ya están en marcha para proteger a familias y empresas y ahorrar energía. Y se empleó a fondo para infundir esperanza en tiempos de zozobra. En clara discrepancia con el reciente diagnóstico de Macron sobre “el fin de la abundancia”, defendió que el progreso continuará de la mano de las transformaciones estructurales en marcha porque la lucha contra el precio de la energía ha de ser también parte del combate contra la emergencia climática como auténtico marco global del presente.
El reglamento del Senado privilegia al Gobierno y le da tiempo ilimitado al presidente para sus intervenciones —puede hacer además cuantas crea oportunas—. Y estipula 15 minutos para la oposición y una réplica de 5 minutos más, cicateramente vigilados por el presidente de la Cámara. Alberto Núñez Feijóo desaprovechó ese tiempo para solemnizar su estatus como líder del partido mayoritario de la coalición que dibujan las encuestas como alternativa al Gobierno actual. Obvió prácticamente el gravísimo contexto global y europeo y se centró desde el principio en los habituales reproches al Gobierno sobre los cambios de guion, las discrepancias internas, los acuerdos con Bildu y las medidas que incorpora a sus decretos después de despreciárselas al PP. Anunció que enviaría a La Moncloa un plan con medidas para esta coyuntura y enunció tres, entre ellas incentivar el ahorro energético en lugar de sancionar el derroche sin explicar en qué consistiría. Y ofreció apoyo al Gobierno a cambio de que Sánchez saque del Ejecutivo a sus socios de coalición. Es imposible saber el alcance de esta oferta en un país con la justicia bloqueada desde hace casi cuatro años por la negativa de los populares a pactar.
El debate cambió de golpe en la réplica del presidente cuando quedó muy claro que, efectivamente, en La Moncloa hacen acuse de recibo del desgaste y habían decidido emplearse con dureza contra Feijóo en una larguísima intervención convertida en una suerte de debate sobre el estado de la oposición. Usando —y abusando— de la prerrogativa del tiempo ilimitado, Sánchez se afanó en desmontar los errores y posiciones de Feijóo desde que es el líder del PP, utilizando en ocasiones un tono que rozaba la altanería, frecuente en las bancadas populares pero que el presidente había rehusado hasta ahora. La segunda parte del debate se convirtió en un anticipo de lo que puede venir en el curso preelectoral que iniciamos mientras se pide a la población confianza y sacrificio.