Columna

La batalla por el tercer puesto

PP y PSOE están obligados a plantear estrategias electorales en un doble sentido: maximizar su resultado y ayudar a que el compañero de bloque haga lo propio

Estimación del voto en el Barómetro del CIS del 19 de julio.

El último barómetro del CIS de este curso deja elementos claves para el análisis. Por un lado, el PP supera al PSOE. Alberto Núñez Feijóo pasa por delante de Pedro Sánchez en valoración, inspira más confianza en la ciudadanía y recoge el 57% de los votos de Ciudadanos y casi un tercio de los de Vox, algo que ya se podía intuir a la luz de anteriores estudios. Los socialistas se consuelan alegando que el trabajo ...

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El último barómetro del CIS de este curso deja elementos claves para el análisis. Por un lado, el PP supera al PSOE. Alberto Núñez Feijóo pasa por delante de Pedro Sánchez en valoración, inspira más confianza en la ciudadanía y recoge el 57% de los votos de Ciudadanos y casi un tercio de los de Vox, algo que ya se podía intuir a la luz de anteriores estudios. Los socialistas se consuelan alegando que el trabajo de campo se hizo antes del debate del estado de la nación, del que salieron victoriosos; pero, según el propio CIS, al 47,8% de los españoles dicho debate les interesó poco o nada, y el 50,1% no vieron reflejados allí sus problemas. La cumbre de la OTAN, el otro triunfo de Sánchez, tampoco levantó pasiones; apenas la mitad de los ciudadanos dice haberlo seguido con cierto interés. En economía se mantiene la clásica disonancia: a España le va mal, pero a mí, fenomenal. Ojo, no se convierta en una profecía autocumplida, porque los problemas que los españoles dicen que más les afectan son los económicos, aunque luego crean que los de naturaleza política hacen más daño al país.

Dado el tiempo que resta para la convocatoria electoral, los efectos de luna de miel que viven tanto el PP como el proyecto Sumar —que fue presentado en las mismas fechas en que se hacía el trabajo de campo— y lo convulso de los tiempos, conviene extremar la prudencia y, más que fijarse en los números absolutos, prestar atención a las tendencias y las disputas clave. Una de las más interesantes es la lucha por el tercer puesto. La bajada de Vox —ya apuntada en otros estudios y en elecciones autonómicas—, junto a la subida de Podemos, hace que el bronce, que podría ser clave para gobernar, esté en disputa.

Si el bipartidismo está volviendo, aún le queda camino para alcanzar el 84% de los votos de los que disfrutaba en 2008. Los partidos tradicionales de aquel dúo están afianzados en las primeras posiciones, pero sigue existiendo un amplio espacio electoral al que no llegan. La edad y la orientación ideológica son barreras que les cuesta saltar a unos y otros. Así las cosas, las dos marcas mayoritarias están obligadas a plantear estrategias en un doble sentido: maximizar su resultado y ayudar a que el compañero de bloque haga lo propio. Algo así como una distancia entre puercoespines: suficientemente cerca para darse calor, pero no tanto como para pincharse.

El próximo curso estará marcado por la convocatoria de elecciones en 12 comunidades autónomas y más de 8.000 municipios. Su resultado será clave para abordar la recta final hacia las generales con el viento en contra o a favor. Como esto se juega en términos de bloque, ¿veremos candidaturas y alianzas distintas que permitan optimizar el resultado en cada bloque ideológico en función del tamaño de los municipios? Ni en ayuntamientos ni en comunidades autónomas los gobiernos de coalición son ninguna novedad, lo que les convierte en escenarios idóneos para ir ensayando fórmulas.

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