¿El físico define una persona?

Los lectores escriben de la influencia de los estereotipos en la sociedad, de los programas televisivos de hoy, la muerte del fotógrafo René Robert en las calles de París y el tratamiento de los bancos a las personas mayores

Una mujer con un trastorno de la conducta alimentaria esconde su rostro entre los brazos.GETTY

Vivimos en una sociedad en la que una simple imagen influye en cómo nos percibe la gente, y podría impulsarnos a tomar decisiones. El físico que no sigue los cánones de belleza es criticado y, a la vez, falsamente halagado. Comentarios tales como “¡ojalá tener tu autoestima con ese cuerpo!” destruyen y dejan sin palabras. Estas expresiones esconden violencias y prejuicios disfrazados de falso interés y cariño, que causan frustraciones e inseguridades descomunales de perseguir ideales de belleza inalcanzables, sin dejar atrás...

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Vivimos en una sociedad en la que una simple imagen influye en cómo nos percibe la gente, y podría impulsarnos a tomar decisiones. El físico que no sigue los cánones de belleza es criticado y, a la vez, falsamente halagado. Comentarios tales como “¡ojalá tener tu autoestima con ese cuerpo!” destruyen y dejan sin palabras. Estas expresiones esconden violencias y prejuicios disfrazados de falso interés y cariño, que causan frustraciones e inseguridades descomunales de perseguir ideales de belleza inalcanzables, sin dejar atrás los trastornos alimenticios y psicológicos que van aumentando sobre todo entre los jóvenes. Unos estereotipos que están acabando con la naturalidad y la esencia de cada uno. La consecuencia es la necesidad de millones de mujeres, que en gran medida son las que lo sufren, de someterse a cirugías con tal de agradar a la sociedad y ajustarse a los enfermos parámetros de belleza característicos de nuestra época: personas sincronizadas e idénticas que parecen robots, y cuya visión superficial gira en torno a un aspecto físico “perfecto”.

Leila Zemrani Ouakki. Alicante

Televisión y cultura

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Llegada la Transición, muchos creíamos que la televisión, además de entretener, iba a servir para elevar el nivel cultural del pueblo español, hasta entonces condenado por el franquismo a soportar la infracultura nacionalcatólica del régimen. Llegaron las televisiones privadas y las públicas regionales, y pensamos que al abrirse el abanico, la competencia entre todas mejoraría las cosas. Pero no ha sido así. Hoy, nos encontramos a las cadenas generalistas, incluidas las públicas, emitiendo sobre todo programas de mero entrenamiento salpicados de memeces y chabacanerías, tertulias mediocres que dan vergüenza ajena y películas de acción o bodrios tan infumables que hacen buena La casa de la pradera. Es una lástima, que una herramienta tan poderosa de difusión cultural, solo sirva de mal pasatiempo.

Enrique Chicote Serna. Madrid

Inhumanidad

Sobre la muerte del famoso fotógrafo René Robert congelado en las calles de París tras una caída mientras los transeúntes no lo diferenciaban de los otros sin techo habituales: ¿cuántas muertes pasarán desapercibidas en un sistema que crea riquezas colosales durante una pandemia, por una parte, y miseria y explosión del paro, de la delincuencia y de la precariedad, por otra? ¿Si la gente tuviera una vida al margen del trabajo, que nos roba hasta la última chispa de energía que nos queda durante el día, qué relaciones se desarrollarían entre las personas? Hay cosas que no son aceptables: el capitalismo no es aceptable. Simplemente, no lo es. Preguntémonos: ¿en qué mundo queremos vivir?

María Diez. Lyon

Mayores, no idiotas

He sido durante casi toda mi vida laboral director de varias oficinas de una caja de ahorros. Ya jubilado me marcó, y mucho, cuando vi a un compañero decirle que no con la cabeza mientras señalaba su reloj, a un hombre mayor que llamaba al cristal de la puerta recién cerrada suplicando “por favor, es que vengo del hospital de operarme y necesito que me atiendan”. Era la misma oficina en donde yo tantas veces había atendido a clientes fuera de horas incluso en días festivos. Me gusta escuchar ahora que “somos mayores, no idiotas”. Añado que también personas humanas.

Joan-Pasqual Enrique Carbonell. Burriana (Castellón)

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