Una desigualdad que socava la democracia

Los lectores opinan sobre la desigualdad en España, la juventud, las macrogranjas y sobre la importancia de la amistad

Varias personas hacen cola para recibir alimentos en la plaza de San Amaro, el pasado 7 de enero, en Madrid.Alberto Ortega (Europa Press)

La Fundación La Caixa acaba de publicar un informe sobre desigualdad en España en el último medio siglo y las conclusiones son devastadoras: España es uno de los países más desiguales de Europa; de hecho, es el país en el que más han aumentado las desigualdades durante la pandemia. Esto viene determinado por la cronificación de la pobreza, la disminución de la clase media, la limitada capacidad de redistribución de impuestos y prestaci...

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La Fundación La Caixa acaba de publicar un informe sobre desigualdad en España en el último medio siglo y las conclusiones son devastadoras: España es uno de los países más desiguales de Europa; de hecho, es el país en el que más han aumentado las desigualdades durante la pandemia. Esto viene determinado por la cronificación de la pobreza, la disminución de la clase media, la limitada capacidad de redistribución de impuestos y prestaciones y una cada vez mayor concentración de la riqueza en un grupo reducido de privilegiados. El estudio pone negro sobre blanco lo que todos sabemos, lo que vemos en nuestras ciudades, en los barrios e incluso en nuestras familias, pero no parece que estemos aportando ni como país ni como sociedad soluciones a un problema tan grave que socava los principios básicos de nuestra democracia. Nuestros políticos prefieren desviar la atención y enzarzarse en falsos debates interesados con un único fin: su perpetuación en el poder a costa de una ciudadanía cada vez más desencantada, perpleja y furiosa.

Fernando M. Manzano. Madrid

Pongo mis esperanzas en los jóvenes

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Jubilado desde hace varios años, percibí cuando dejaba de ser joven que no había roto el mundo, que ninguna generación lo ha hecho nunca, que son los mayores quienes originan guerras y cataclismos a los que arrastran a la juventud. Percibí que todas las aportaciones son importantes, las de jóvenes, maduros y mayores, que ninguno está de más, y miro esperanzado vuestro impulso para corregir nuestros errores. Eso sí, somos bastante quejicas, pues no alcanzamos nuestros sueños, y me temo que algo similar ocurre siempre, pero no estaré para verlo cuando el futuro os alcance. Por favor, no desfallezcáis.

Francisco Juan Rivaya. Córdoba

El debate de la carne

Lo primero que hay que aclarar es que la calidad de la carne puede establecerse desde tres puntos de vista: la normativa legal, sus propiedades alimenticias y su procedencia. Desde el punto de vista legal, hasta un filete obtenido por una impresora 3D puede ser aceptable. Por sus propiedades alimenticias, estructuras químicas semejantes pueden tener valores gastronómicos muy distintos. Por su procedencia, está claro que no es lo mismo la carne de explotaciones extensivas que la de intensivas. Otro debate sería quién come cada tipo de carne. Los que defienden las macrogranjas no suelen alimentarse de las carnes que producen. Los que se comen las peores carnes atendiendo a los criterios mencionados son los que no llegan a fin de mes.

José Luis Arceiz Campos. O Carballiño (Ourense)

El pilar de la amistad

Entre olas, he de aclarar lo difícil que es despegarse de las personas que has tenido cerca tanto tiempo. A veces, en lugares lejanos, las amistades se vuelven tan intensas que llegas a entender perfectamente el uso de un pilar y cómo, gracias a él, nada se derrumba. Cuando una amistad se convierte en pilar fundamental, si se va, te derrumbas. No hay que infravalorar la importancia de saber decir que has caído porque te has separado de alguien que te ha aportado todo lo que una amistad implica. Entre olas, he de confirmar que los momentos acaban; las personas van y vienen; las amistades permanecen, y nosotros, como seres humanos, podemos también ser pilares y derrumbes.

Alicia Raya Moreno. Niamey (Níger)


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