Con amo y sin ley

Recuerdo yo que la garantía de un sistema democrático se basaba en la división de los poderes y su equilibrio. La quiebra de ese principio destruye el fundamento de la democracia

El presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, durante la celebración del acto de apertura del Año Judicial.Emilio Naranjo (EFE)

Me tiene muy escamado el ocaso de los jueces, el cada vez más extendido desacato a las sentencias, el menosprecio del Poder Judicial, para resumir, la muerte de Montesquieu. Recuerdo yo que la garantía de un sistema democrático se basaba en la división de los poderes y su equilibrio. La quiebra de ese principio destruye el fundamento de la democracia. Si el Poder Judicial no puede controlar los desmanes del Ejecutivo, estamos en una dictadura. Si el Legislativo no puede...

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Me tiene muy escamado el ocaso de los jueces, el cada vez más extendido desacato a las sentencias, el menosprecio del Poder Judicial, para resumir, la muerte de Montesquieu. Recuerdo yo que la garantía de un sistema democrático se basaba en la división de los poderes y su equilibrio. La quiebra de ese principio destruye el fundamento de la democracia. Si el Poder Judicial no puede controlar los desmanes del Ejecutivo, estamos en una dictadura. Si el Legislativo no puede corregir los errores judiciales, lo mismo. Y si el Legislativo es tan sólo un empleado a sueldo del Ejecutivo, peor.

Cuando medio Gobierno echa fuego por los colmillos, suele ser porque alguna sentencia le perjudica. Y desde luego el populismo mismo no es otra cosa que una anulación del sistema judicial al que los ministros querrían aplastar para imponer su voluntad. No es sólo el Ejecutivo catalán el que actúa como si los jueces fueran de trapo, es también la práctica de un Gobierno tan próximo al totalitarismo como el de Polonia. Cuando el Judicial polaco dice que las leyes europeas están por debajo de sus leyes nacionales está negando la existencia misma de la Unión Europea. Lo consecuente sería su salida. Pero en lugar de la expulsión, el Gobierno europeo opta por unas tímidas multas que finalmente, si se pagan, las pagará la población y no el bolsillo de los facciosos. Lo mismo cabe decir de los nacionalistas catalanes que se niegan a pagar las multas de sus delincuentes políticos. Si se pagan, las pagará la población catalana.

Dado el poder cada vez más descarado del Ejecutivo, el sometimiento de un Legislativo con parlamentos esclavos de los partidos, y el hundimiento del Poder Judicial, ¿alguien duda de que estamos encaminados a dictaduras y absolutismos hipócritas? Venezuela parece señalar el futuro.

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