Los nuevos conservadores son el futuro

Reaccionario es negarse a aceptar que el pasado que nos ha traído hasta aquí está lleno de sangre y víctimas, no cerrar las heridas, no abrazarlas, no entender que el cambio es tan inevitable como la historia

Manifestación en Londres con motivo de la cumbre COP26 de Glasgow, el viernes.VICKIE FLORES (EFE)

Vivimos tiempos extraños y peligrosos, unos donde los cambios sociales se han precipitado y la tecnología es de ciencia-ficción mientras la amenaza de una violenta regresión social es cada día más fuerte. Y no estoy hablando únicamente de los nuevos fascismos o la extrema derecha. Me refiero al nacimiento de una nueva clase de conservadurismo que excede el viejo espectro político. Si antes lo reaccionario era económico-ideológico ahora es social y moral antes que material o político. Por eso los nu...

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Vivimos tiempos extraños y peligrosos, unos donde los cambios sociales se han precipitado y la tecnología es de ciencia-ficción mientras la amenaza de una violenta regresión social es cada día más fuerte. Y no estoy hablando únicamente de los nuevos fascismos o la extrema derecha. Me refiero al nacimiento de una nueva clase de conservadurismo que excede el viejo espectro político. Si antes lo reaccionario era económico-ideológico ahora es social y moral antes que material o político. Por eso los nuevos conservadores se reparten por todas las ideologías sin que ningún discurso apele a sus intereses o emociones directamente. Por eso es urgente nombrarlos y entablar un diálogo con su pensamiento y su moral, pues de ellos depende no solo que el futuro pueda empezar sino que no sea el peor de los posibles. Después de todo, es muy posible que sean mayoría.

  • Los nuevos conservadores son personas nostálgicas que prefieren hablar del pasado antes que mirar al futuro. Gente que sueña con volver a la seguridad de un tiempo perdido que recuerdan mejor. Sin embargo el tiempo no es reversible, el pasado no volverá y el futuro se merece que lo pensemos todo de nuevo, por primera vez y una vez más.
  • Los retrógrados modernos siguen creyendo que el dinero da la seguridad, aun cuando sabemos que las amenazas serán globales y que la fragilidad de los otros forma parte de la propia. El nuevo conservadurismo es el hijo del Brexit y la falta de gasolina, es buscar la seguridad y encontrarse con el caos.
  • Me refiero a la clase de gente que sigue hablando de posición social y de clase como si eso definiera algo en la intimidad o la esencia de las personas. También a usar palabras del siglo XIX para explicar la vida a quienes nacieron en el XXI.
  • Nuevos conservadores son aquellos que se negaron durante años a la transformación digital, los que explotaron la versión analógica de negocios nacionales mientras las grandes corporaciones nos pasaban por encima a usuarios y ciudadanos. Son todos los que no aceptaron Internet en sus modelos de negocio, los que no intentan entender los cambios, sino hacerlos frente. Y esto vale igual para la tecnología que para la juventud.
  • Nuevos conservadores son los que han vuelto al trabajo después de la pandemia hablando de lo importante que es recuperar la presencialidad y no de la revolución vital, laboral y geográfica que va a significar el teletrabajo. Son quienes creen que no pensar las cosas la hará desaparecer, cuando solo las hará peores.
  • Son reaccionarios modernos quienes siguen creyendo que la justicia social consiste en que ganen los mejores, los defensores del currículum, los másteres y una idea de excelencia que ya ha fracasado. Habrá que seguir buscándola, pero no donde siempre pues allí no se esconden los buenos sino los mismos.
  • Los nuevos retrógrados son quienes se empeñan en seguir hablando de hombres y mujeres cuando la sociedad ya ha empezado a hacer fluir los géneros y precisa nuevas instituciones y estructuras. También nuevos nombres, nuevos acuerdos y mucho diálogo para hacerlos posibles.
  • Es nuevo conservadurismo es seguir defendiendo los valores de la familia patriarcal cuando esta institución ha demostrado ser en demasiadas ocasiones un nido de violencia física y psíquica y ya son mayoría las familias que eligen cuidarse por encima de viejas y ortopédicas normas.
  • Es reaccionario seguir defendiendo el amor romántico cuando tantas mujeres han perdido la vida enamoradas de sus asesinos. Igual que es retrógrado que el matrimonio en España siga exigiendo fidelidad a través del código civil sin preguntar a los cónyuges qué tipo de relación desean construir.
  • Es ultraconservador seguir hablando de lo duro y traumático que es abortar en una sociedad donde las mujeres abortamos libre, legítima y felizmente. El tercer adjetivo es importante pues es retrógrado negar el hecho de que abortar puede ser una liberación.
  • Son nuevos conservadores los que creen que pensar bien te exime de actuar mal. Me refiero a ese prejuicio por el que muchas personas viven convencidas de que si piensan moralmente el actuar inmoralmente no es tan grave. Como si la incorrección moral no existiera en la acción sino únicamente en el pensamiento. Y enlazo con el punto anterior: un aborto con culpa no es mejor ni peor que uno que carezca de ella. Es conservador pensar que sí.
  • Es irresponsable vivir aquí y ahora y no exigir que se piense la realidad y todas sus estructuras, económicas, íntimas y sociales. Igual que es muy carca no entender que la filosofía, las humanidades y la ética son imprescindibles en cualquier modelo de negocio eficiente. Basta ya de gráficos sin palabras.
  • Es reaccionario y radical no reconocer que el progreso técnico tal y como lo venimos entendiendo es ineficaz, insostenible y destructor.

Ojalá solo fuera retrógrado ser fascista o formar parte de la derecha radical, porque entonces lo conservador sería minoría. Sin embargo, el problema es mayor. Lo que no nos permite pensar el futuro es que aún son muchos quienes se niegan a aceptar que el pasado que nos ha traído hasta aquí está lleno de sangre y víctimas. Es reaccionario no cerrar las heridas, no abrazarlas, no entender que el cambio es tan inevitable como la historia. Hoy no tiene sentido seguir discutiendo sobre cómo o por qué cambiar el mundo. El mundo ya lo hemos cambiado y nuestra misión ahora es salvarlo. Conservarlo ha dejado de ser suficiente.

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