Un buen ejemplo que dignifica la política

Los lectores escriben de la reunión entre Juan Manuel Moreno Bonilla y Ximo Puig, la oferta televisiva y el autoritarismo disfrazado de democracia entre otros asuntos

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, junto al presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, en junio en Barcelona.David Zorrakino - Europa Press (Europa Press)

Estos días se han reunido el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, para conseguir una financiación justa para ambas comunidades y establecer un frente común. Que dos presidentes se reúnan y dialoguen debería ser algo normal, sin embargo, esto no ocurre con frecuencia. Por eso, como ciudadano, me felicito de la disposición al diálogo de ambos líderes que han mostrado muy buen...

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Estos días se han reunido el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, para conseguir una financiación justa para ambas comunidades y establecer un frente común. Que dos presidentes se reúnan y dialoguen debería ser algo normal, sin embargo, esto no ocurre con frecuencia. Por eso, como ciudadano, me felicito de la disposición al diálogo de ambos líderes que han mostrado muy buena sintonía en todo momento. Estos dos ejemplos deberían extrapolarse al resto de la clase política. Por desgracia, estamos asistiendo a insultos y provocaciones constantes en el Parlamento, como el ocurrido esta semana, cuando un diputado de Vox llamó “bruja” a una diputada del PSOE, negándose a abandonar su escaño, pese a las reiteradas llamadas al orden para que retirara los insultos. Por eso es dignificante ver como dos líderes políticos de partidos distintos son capaces de dialogar sin insultarse.

Patricio Simó Gisbert. Valencia

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Cumplir las leyes

Las leyes están para que se cumplan y no solo para que se queden escritas. Es responsabilidad del Estado garantizar que se obedezcan las leyes contra la LGTBIfobia, la del aborto y la ley contra los delitos de odio, por ejemplo. Todos tenemos una opinión respetable sobre los temas importantes que nos afectan, pero tenemos que respetar y cumplir las leyes votadas por la mayoría, aunque no nos gusten. Con determinadas actitudes, considero que algunos de nuestros representantes, incitan a parte de la ciudadanía a comportarse de forma no respetuosa con los demás y a incumplir las leyes. Creo que independientemente de nuestra ideología, tenemos que rechazar autoritarismos disfrazados de demócratas, para que no se salgan con la suya.

Vicente Fuentes Paraíso. Madrid

Noches televisivas de mala calidad

Cada día, frente a la televisión, me pregunto por qué el contenido de la programación que las cadenas emiten en horario de máxima audiencia es de tan escasa calidad. La amplia oferta que nos ofrecen es de pena. Un espectáculo nada enriquecedor en el que el público asistente a la grabación de los programas es parte del decorado y un instrumento más en el que las lágrimas también son una parte muy importante del show, que veta el sentido crítico y conduce a reflexiones poco maduras del telespectador. Y lo peor de todo, lo más desazonador, es que haya quien se interese, preste atención y se identifique con tremenda bazofia hasta altas horas de la noche. Sin embargo, es curioso oír decir a muchas personas que la falta de tiempo les impide dedicarle un rato a un buen libro.

Inma Miravet Campos. Valencia

La paja y la viga

El profesor Sánchez-Cuenca, que con tanta brillantez nos enseñó que incluso las más prestigiosas plumas pueden escribir insensateces (La desfachatez intelectual, 2016), parece olvidar que también él puede tropezar con esa piedra. En su artículo Asimetría política (y testicular) del martes 21 de septiembre afirma que la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña, defendida entre otros por Podemos, no destruye ni erosiona la democracia como tal. Agradezco al profesor Gil Calvo que apenas cinco páginas más adelante explique en su artículo No hay camino con brevedad, claridad y rigor para mí inalcanzables el error (¿la desfachatez?) de Sánchez-Cuenca, a quien recomiendo su atenta lectura.

José Angosto Garat. Madrid

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