La nueva geografía vista desde el espacio
Los lectores escriben de las consecuencias del cambio climático, el último Premio de Poesía Hiperión, la crisis del coronavirus y la dependencia de la tecnología
La innovadora modalidad de turismo espacial va a permitir a los acaudalados contemplar por fin la nueva geografía planetaria surgida de nuestra patente huella ecológica, más bien patada a la ecología. Podrán contemplar, por ejemplo, la Bolsonaría, ...
La innovadora modalidad de turismo espacial va a permitir a los acaudalados contemplar por fin la nueva geografía planetaria surgida de nuestra patente huella ecológica, más bien patada a la ecología. Podrán contemplar, por ejemplo, la Bolsonaría, inmenso terreno de secano destinado al pastoreo de vacuno que ha sustituido la antigua y frondosa selva Amazónica. Apreciaremos también los grandes océanos con sus inmensas islas flotantes de plástico. El Mediterráneo destacará por su hermoso color esmeralda derivado de la proliferación de algas tóxicas. El imponente Sáhara lindará por el norte con dos riachuelos, el Rin y el Danubio, mientras que la Antártida, tendrá como atracción turística el último de los glaciares. No obstante, estos viajes espaciales tendrán poco éxito, pues lo normal será que la calima de los mil desiertos y el humo de los incendios forestales impidan la visibilidad.
Martí Gassiot. Barcelona
Poesía obrera
La poeta jienense Begoña Rueda ha ganado el Premio de Poesía Hiperión. Con su libro, Servicio de lavandería (la autora trabaja en la lavandería de un hospital) y tan insigne reconocimiento puede que esté inaugurando otra forma de escribir poesía. No es poesía social, no lo es. No es poesía de la experiencia ni analítica. Es buena poesía escrita por una obrera. Obrera, sí. Existen, y son imprescindibles, pese a los ridículos y pijoteros intentos de aniquilar el término (incluso por la senda izquierda) y subestimar su significado. La autora escribe sobre su realidad, su rutina. Dicho de otro modo, la autora no utiliza barnices. Es la mirada honesta. Se agradece un libro así, entre tanto absurdo y autoengaños.
Francisco García Castro. Estepona (Málaga)
Catástrofe natural
Lluvias torrenciales, nevadas copiosas, inundaciones, incendios, terremotos, etcétera limitan nuestra movilidad. Un guardia municipal puede impedirnos circular libremente, acceder a nuestra vivienda o forzarnos a desalojarla. Nadie acude a los tribunales, y mucho menos al Constitucional. ¿Cuándo entenderemos que una epidemia es un tipo de catástrofe natural? Mucho más grave si llega a ser pandemia. ¿Qué tamaño deberían tener virus y bacterias patógenas para que adoptásemos precauciones similares de modo inteligente?
Francisco de Juan Rivaya. Córdoba
Mundo analógico
Hace unos días viví la mayor tragedia para una joven del mundo occidental: quedarse sin batería y además, tener una cita. Mi abuelo, asombrado por la gravedad del asunto, sacó de su estantería el callejero, el antiguo Google Maps. Y ahí empezó la explicación: la búsqueda del origen y del destino, qué calles debería cruzar, de qué debería acordarme... y pasando páginas y siguiendo líneas rectas, la explicación había finalizado. Sin embargo, antes de entender cómo llegar, entendí el mundo en que la mayoría de jóvenes vivimos: el mundo de la inmediatez y la impaciencia, dejando de lado la espera y la dedicación.
Edurne Villanueva. Madrid
Los textos de esta sección tienen que enviarse exclusivamente a EL PAÍS y no deben tener más de 100 palabras (700 caracteres sin espacios). Deben constar nombre y apellidos, ciudad, teléfono y DNI o pasaporte de sus autores. EL PAÍS se reserva el derecho de publicarlos, resumirlos o extractarlos. No se dará información sobre estas colaboraciones. La dirección para escribir en esta sección es CartasDirector@elpais.es