José Luis Moreno te los paga
El problema de tener un alto concepto de ti mismo es tenerlo muy bajo de los demás
La detención del artista multidisciplinar y creador de contenidos José Luis Moreno ha desempolvado una entrevista televisiva de 2014 que dio en el programa Hable con ellas. Allí, la actriz Yolanda Ramos le recordó a Moreno que hace muchos años trabajó en Noche de fiesta por 25.000 pesetas, dinero que nunca cobró. Noche de fiesta fue un espacio producido y dirigido por Moreno, programado por la televisión pública porque la sociedad española empezaba a ir demasiado deprisa y ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
La detención del artista multidisciplinar y creador de contenidos José Luis Moreno ha desempolvado una entrevista televisiva de 2014 que dio en el programa Hable con ellas. Allí, la actriz Yolanda Ramos le recordó a Moreno que hace muchos años trabajó en Noche de fiesta por 25.000 pesetas, dinero que nunca cobró. Noche de fiesta fue un espacio producido y dirigido por Moreno, programado por la televisión pública porque la sociedad española empezaba a ir demasiado deprisa y aquellas galas de sábado noche venían a decirle al pueblo que el futuro está muy bien, pero nada como lo añejo. Así que Ramos le recordó ese dato a Moreno, que al principio quiso fajarse como showman, o sea sonriendo, pero sin perder el instinto, porque nadie se hace rico de buen humor: “¿Firmaste contrato?”. Básicamente aquello era un empresario preguntándole a una empleada si había firmado contrato para trabajar con él, “porque entonces ya me dirás cómo vas a cobrar”. Más útil hubiera sido preguntarle: “¿Trabajaste?”. Pero no fue ahí, sino minutos después, cuando se reveló la naturaleza de los joseluisesmorenos, su abrumadora razón de ser: “Yo te los pago”, dijo.
El público rompió a aplaudir. Menos mal que Yolanda Ramos siguió a lo suyo porque, si no, de allí sale canonizado José Luis Moreno por saldar en directo una deuda de 150 euros contraída el siglo pasado. El empresario acabó marchándose del plató indignado, casi siempre señal de gran entrevista, sobre todo porque antes de irse dijo que había ido al programa por hacerle un favor al director; por hacerle un favor a un amigo se va a cualquier parte, incluso al infierno, menos a dos sitios: el banco y la televisión. Se desconoce si llegó a pagarle ese dinero a Ramos. Lo dudo, porque el gesto ya había sido aplaudido; lo suyo sería que, tras anunciar el pago, el público se quedase callado como un muerto hasta que Moreno, captando el mensaje, empezase a revolver los bolsillos. Pero no lo hacen: antes se van del plató. No pagan nunca, y casi mejor porque cuando pagan hay que volver a aplaudirles, pedirles perdón por ser tan pesados en querer cobrar y darles las gracias. Pregúntenles a traductoras y autores de Malpaso, la editorial del empresario Bernardo Domínguez que, ante los impagos, dijo en El Mundo el año pasado: “A Malpaso hay que juzgarla por sus libros”. Hombre, pero podremos aplaudir que se los hayan hecho gratis.
Una de las complicaciones del mundo es que está lleno de gente que cree que lo ha conseguido todo sola y gracias a su esfuerzo, a menudo saliendo de la nada o de lo que ellos creen la nada, mediante una disciplina bárbara o un talento fantástico que pudieron desarrollar en terribles condiciones que ahora, de alguna manera, quieren hacer pagar a los demás. Normalmente esto acaba degenerando de forma natural en la idea de que, para tener un alto concepto de ti mismo, debes tenerlo muy bajo del resto. De ahí las ofertas laborales que se suceden estas semanas para trabajar en bares o chiringuitos cobrando una miseria, o en negocios más creativos cobrando en experiencia y visibilidad. De ahí, también, que para José Luis Moreno 25.000 pesetas eran una miseria hoy y hace 20 años, pero con ellas, y con los que las dejaron de cobrar, se va comprando uno su finquita. Puede asombrar la cantidad de problemas judiciales y de reputación en que se meten empresarios por cantidades que reunirían vendiendo las escobillas de sus baños, pero la realidad es que los palos más fáciles se dan a los que tienen poco, porque de tan poco que tienen no tienen ni voz, ni ganas, ni tiempo. Siempre fue así el atraco perfecto, que es el atraco al pobre.