El problema no es solo el paro

Los lectores opinan sobre los emprendedores, la violencia machista, los protocolos de vacunación y sobre la Formación Profesional Superior

El origen de muchas nuevas empresas son las nuevas ideas.

El problema es la falta de empleo de calidad y el paro, su consecuencia; y ese empleo no surge de una decisión gubernamental. El origen de muchas nuevas empresas son las nuevas ideas y los embriones de empresas que nacen de ellas. Parte del problema es nuestra escasa empatía con las empresas nacientes, empatía que suele ser máxima en países innovadores que luego recogen el fruto. Aquellos que están preparados deben ser estimulados a emprender; en España no estamos en condiciones de dejar de apoyar un solo intento empresar...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El problema es la falta de empleo de calidad y el paro, su consecuencia; y ese empleo no surge de una decisión gubernamental. El origen de muchas nuevas empresas son las nuevas ideas y los embriones de empresas que nacen de ellas. Parte del problema es nuestra escasa empatía con las empresas nacientes, empatía que suele ser máxima en países innovadores que luego recogen el fruto. Aquellos que están preparados deben ser estimulados a emprender; en España no estamos en condiciones de dejar de apoyar un solo intento empresarial con ese origen. En ello, además de la riqueza, nos va el empleo.

Eliseo Pascual Gómez. Alicante

La violencia vicaria

Violencia vicaria es un eufemismo que evita el uso más incómodo de términos como “asesinato” o “ejecución” al mismo tiempo que centra la atención en la madre. El caso de Tenerife ha dado nombre y visibilidad a más de cuarenta niños asesinados a manos de sus padres. Paradójicamente, más allá de manifestaciones más o menos puntuales, la violencia de género no es aún uno de nuestros problemas más importantes, según se desprende de los barómetros del CIS (pregunta número 16 del barómetro de mayo de 2021, por ejemplo). Quizá el no identificarlo realmente como problema impide su diagnóstico y posterior solución.

Pedro Luis Martín Marín. Madrid

Defensa movilizó una decena de sanitarios y una UVI móvil para la vacunación de la selección española de fútbol.MINISTERIO DE DEFENSA (Europa Press)

Vacunar esenciales como a la Selección

La decisión de vacunar, de forma excepcional, a toda la plantilla de la selección española de fútbol obviando su turno de edad sería más aceptable si todos aquellos que están en situación de riesgo y los trabajadores cara al público (camareros, cajeras de supermercado, conductores, etcétera) ya estuvieran inmunizados, pero no es el caso. Sé, por ejemplo, de una persona declarada “esencial” durante el confinamiento domiciliario que nunca faltó a su puesto, que todos los días trabaja presencialmente con gente, que tiene más de cincuenta años y que aún no ha sido convocada para vacunarse, pese a haber dado parte en varias ocasiones a la Administración correspondiente de su situación, y seguro que no es la única. Si se ha agilizado la vacunación de jóvenes deportistas de élite, sería de esperar que se hiciera lo mismo con otros profesionales que lo necesitan tanto como ellos o más, y no digamos la de quienes se han visto preteridos respecto a su propio grupo de edad.

Pedro Feal Veira. A Coruña

Un paso más hacia la desigualdad

Ahora nos regalan una reforma de la Formación Profesional, los másteres, que son un paso más para ahondar las diferencias económicas. Primero fueron las matrículas en la universidad; después los másteres elevaron esas cantidades de un modo astronómico. Y ahora tenemos la Formación Profesional Superior. Y siempre con la excusa de ofrecer más especialización, algo que se podría alcanzar en los estudios reglados. De nuevo se favorece a los más ricos frente a los más desfavorecidos por las crisis. Recuerdo un verso latino que advierte de los falsos regalos: timeo danaos et dona ferentes. Con estos regalos no vamos bien.

Antonio Ramón Pont. Alicante

Los textos de esta sección tienen que enviarse exclusivamente a EL PAÍS y no deben tener más de 100 palabras (700 caracteres sin espacios). Deben constar nombre y apellidos, ciudad, teléfono y DNI o pasaporte de sus autores. EL PAÍS se reserva el derecho de publicarlos, resumirlos o extractarlos. No se dará información sobre estas colaboraciones. La dirección para escribir en esta sección es CartasDirector@elpais.es

Más información

Archivado En