Suicidios ejemplares
La moción de censura en Murcia parece un paso hacia delante cuando estás al borde del abismo
En España hay partidos sistémicos y partidos antisistema, y a veces es difícil distinguir unos de otros. La moción de censura de 2018 dinamitó la alianza constitucionalista: volvimos a un enfrentamiento entre izquierda y derecha. Ciudadanos se colocó en la derecha. Inicialmente no le fue mal: obtuvo un gran resultado en las elecciones generales de abril de 2019. Hay un debate estéril sobre si River...
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En España hay partidos sistémicos y partidos antisistema, y a veces es difícil distinguir unos de otros. La moción de censura de 2018 dinamitó la alianza constitucionalista: volvimos a un enfrentamiento entre izquierda y derecha. Ciudadanos se colocó en la derecha. Inicialmente no le fue mal: obtuvo un gran resultado en las elecciones generales de abril de 2019. Hay un debate estéril sobre si Rivera no quería pactar con Sánchez o al revés, pero fue una victoria pírrica. En los pactos autonómicos, Cs pareció renunciar a algunas de sus apuestas iniciales: el rechazo al nacionalismo, la apuesta por la regeneración, la centralidad. En las siguientes elecciones, en toda España y en Cataluña, Cs sufrió un castigo muy severo.
En los últimos tiempos vemos un enfrentamiento dentro de los bloques. Cs —que hace un trabajo valioso en Europa— intentaba desgajarse. La moción de censura en Murcia parece un paso hacia delante cuando estás al borde del abismo. La recuperación del principio de pragmatismo ha llevado a consecuencias muy poco prácticas; aquello de la moderación y el regeneracionismo quizá sucedió en otro país. En Madrid se ha visto el sainete de una apresurada convocatoria electoral y el intento de dos fuerzas de impedir unas elecciones que les podrían perjudicar. The West Wing parecía idealista; ahora Veep resulta edulcorada. Fascina ver cómo las posiciones cambian según los intereses de los nuestros. Hay un debate jurídico sobre la convocatoria. La sensación de una obsesión cínica por el poder contribuye a la desafección, la inflación léxica produce una combinación de escepticismo y asco, y la discusión sobre las reglas erosiona el sistema institucional.
Todo cambia muy rápido, pero parece que Sánchez ha arrasado con sus enemigos. La moderación se mide según el lugar donde se coloque y luego siempre está la amenaza de Vox. El Gobierno especula con el indulto a los líderes secesionistas en España y argumenta contra la inmunidad de los prófugos en Europa, construye un proyecto de Estado con los enemigos del Estado, habla con la retórica de las reformas y promete ayudas a los cercanos. Adquiere un espacio que va desde quienes no creen que Carles Puigdemont sea Antonio Machado hasta quienes defienden la eutanasia, mientras el centro liberal parece extinguirse como el tigre de Tasmania, cuyos ocasionales avistamientos, contaba The New York Times esta semana, solo reflejan el anhelo nostálgico de los excursionistas. @gascondaniel