Columna

La evanescencia del mal

Es de justicia que se produzca el ‘impeachment’ a Trump, porque de no ser así se crearía un peligroso precedente

El expresidente de EE UU, Donald Trump, en una imagen de archivo.EVAN VUCCI

La velocidad y la gravedad de los acontecimientos que nos arrollan tienen como contrapartida la evanescencia del mal. Este se esfuma, se desvanece, banalizado. Un disparate. Ocurre solo un mes después del asalto al Capitolio de Estados Unidos, incitado por Trump, con 147 legisladores votando contra la confirmación de la verdad. Que Biden ganó sobrado la votación popular y también la mayoría en el colegio electoral. Cómo se puede olvidar tan rápidamente el inédito golpe sed...

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La velocidad y la gravedad de los acontecimientos que nos arrollan tienen como contrapartida la evanescencia del mal. Este se esfuma, se desvanece, banalizado. Un disparate. Ocurre solo un mes después del asalto al Capitolio de Estados Unidos, incitado por Trump, con 147 legisladores votando contra la confirmación de la verdad. Que Biden ganó sobrado la votación popular y también la mayoría en el colegio electoral. Cómo se puede olvidar tan rápidamente el inédito golpe sedicioso y la ocupación violenta de la sede de la soberanía nacional.

Mañana comienza en el Senado el juicio político contra el expresidente Trump, su impeachment por lo ocurrido el día de Reyes. Polémico porque es dudoso que pueda aplicarse a un presidente después de dejar de serlo, pero ideado por los padres fundadores para evitar que EE UU se sometiera a un tirano. Pretendían que un presidente nunca pudiera estar por encima de la ley, imponiendo o condonando acciones inconstitucionales. La aritmética parlamentaria nos hace prever que Trump no será condenado porque el Partido Republicano, abducido por su demagogia, se opondrá.

El mal ejercido quedará impune, pero es de justicia que se produzca el enjuiciamiento, porque de no ser así se crearía un peligroso precedente. Tampoco es probable que se consiga impedir que Trump ocupe un cargo público o pueda presentarse de nuevo a la presidencia en 2024. Pero lo ocurrido no le sale gratis a la democracia de EE UU. Por primera vez, la democracia americana, en 2020, ha sido calificada de “defectuosa”, perdiendo la calidad de “completa”, según el Democracy Index de The Economist Intelligence Unit, que acaba de darse a conocer.

Solo 22 países en el mundo con una población de 430 millones —España es el 18º— son democracias completas. Rusia ocupa el puesto 134 y China, el 153. Más del 30% de la población mundial vive bajo regímenes autoritarios. La democracia retrocedió en 116 de 167 países. La democracia enferma por la enfermedad: la pandemia ha sido una excusa conveniente para solidificar el poder de líderes autocráticos y eliminar la disidencia.

El mal universal provocado por la pandemia también se desvanece imprudentemente en la creencia de que no es para tanto y que la llegada de las vacunas permitiría iniciar ya una desescalada de las restricciones sociales. Minusvaloramos el virus. Nuevo disparate, de nuevo llegar tarde y parchear una guerra biológica aún no controlada. La gestión de la UE, bien intencionada, encalla. China, el desafío sistémico de este siglo, junto con el cambio climático, puede convertirse en la pesadilla de Biden. Xi Jinping opera convencido del declive de EE UU. El ascenso chino solo puede ser afrontado con humildad: un bebé nacido hoy en China tiene una esperanza de vida (82 años) mayor que uno en DC (78). Se multiplican los desafíos confirmando que la historia no ha terminado. No esperemos que se desvanezcan mágicamente. fgbasterra@gmail.com


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