Columna

Inexistente, demediado, rampante

Un Gobierno obsesionado con la comunicación es un Gobierno que dedica buena parte de su energía a manipular

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la Conferencia de Presidentes, este viernes en el monasterio de San Millán de Yuso, en San Millán de la Cogolla.Abel Alonso (EFE)

Inexistente: un Gobierno obsesionado con la comunicación es un Gobierno que dedica buena parte de su energía a manipular. Ahora sabemos que el comité de la desescalada no existía, aunque el presidente hubiera hablado de él y aunque Fernando Simón hubiese declarado que no podía decir quiénes eran sus miembros para evitar presiones sobre ellos. Detrás de la grandilocuencia no había nada, y la mentira, como el escamoteo de datos, revela el desprecio a los ciudadanos, que solo importan cuando responden encuestas.

No está claro que los otros comités y órganos fueran reales: si existían, ¿qué...

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Inexistente: un Gobierno obsesionado con la comunicación es un Gobierno que dedica buena parte de su energía a manipular. Ahora sabemos que el comité de la desescalada no existía, aunque el presidente hubiera hablado de él y aunque Fernando Simón hubiese declarado que no podía decir quiénes eran sus miembros para evitar presiones sobre ellos. Detrás de la grandilocuencia no había nada, y la mentira, como el escamoteo de datos, revela el desprecio a los ciudadanos, que solo importan cuando responden encuestas.

No está claro que los otros comités y órganos fueran reales: si existían, ¿qué influencia tenían? A la hora de analizar, conviene no equivocarse de comité inexistente. Mientras el rebrote crece, y se pide responsabilidad a la población, el PSOE incumple el pacto y lleva a todos sus diputados al Congreso para que el aplauso al heroico líder sea más ruidoso.

Demediado: hay cierto debate sobre si un miembro del Gobierno lo es en todo momento o solo a tiempo parcial. La controversia tiene tintes metafísicos, pero la diferencia genera efectos prácticos. El vicepresidente segundo, cuando no habla de series de televisión, critica decisiones judiciales: a la degradación institucional le dedica un tiempo completo. Dice que el compromiso con la democracia de los líderes independentistas es total. Quizá se refiera al compromiso con la democracia iliberal, que viola los derechos de las minorías, como hicieron los secesionistas el 6 y el 7 de septiembre de 2017. La ministra de Igualdad anuncia que hará cuanto esté en su mano para cambiar una decisión de la Justicia: en el desdén por la separación de poderes hay sintonía, al menos.

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Rampante: la extrema derecha —que disemina teorías de la conspiración, emite consignas xenófobas y, como el socio junior del Gobierno, señala a periodistas en las redes— alerta de la gravedad de la situación. La cosa es tan tremenda que propone una moción de censura después de las vacaciones: no se puede esperar un día más. La moción en España es constructiva, esta no tiene posibilidad de salir y la maniobra grotesca parece sobre todo un intento de incomodar al desorientado PP. Los adversarios jurados se comportan como una sociedad de socorro mutuo y la polarización afectiva —una visión identitaria y maniquea de la política— hace el resto: lo único que importa es que estos son los míos. @gascondaniel

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