Noboa, el ridículo

La limitada astucia política y las aspiraciones de grandeza del presidente de Ecuador han creado un personaje que no es ni una, ni otra cosa, cimentando su intrascendencia internacional

Daniel Noboa en un evento en Quito, el 28 de enero.Jose Jacome (EFE)

La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa, dijo Karl Marx. México esta semana ha constatado esto. Una vez que Estados Unidos anunció aranceles del 25% ―y luego los retiró―, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, anunció que impondrá aranceles del 27% a México. En México la noticia fue tomada con el humor que una acción así amerita. Noboa fue ridiculizado. No es para menos, la farsa en esta ocasión viene acompañada de una ...

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La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa, dijo Karl Marx. México esta semana ha constatado esto. Una vez que Estados Unidos anunció aranceles del 25% ―y luego los retiró―, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, anunció que impondrá aranceles del 27% a México. En México la noticia fue tomada con el humor que una acción así amerita. Noboa fue ridiculizado. No es para menos, la farsa en esta ocasión viene acompañada de una de las decisiones más ridículas de la política exterior latinoamericana. Perdido entre sus deseos de ser Bukele y su obstinada incapacidad de ser cualquier cosa, el presidente de Ecuador se ha vuelto un experto del ridículo. Su limitada astucia política y sus aspiraciones de grandeza se han combinado para crear un personaje que no acaba de ser ni una, ni otra cosa, cimentando su intrascendencia en la política internacional.

Hace unos meses, Noboa decidió allanar la embajada de México en Quito, un hecho con muy pocos, y muy malos precedentes en la historia. A México le afecta muy poco no tener una embajada en Quito, pero unos meses después, en la Cumbre Iberoamericana que se “celebró” en Ecuador, Noboa fue desairado por toda América Latina. El resultado fue la cumbre más irrelevante de la historia, y un ridículo ante el mundo. Al encuentro en Ecuador no fue ningún presidente de la región. Incluso sus supuestos aliados y mentores, Bukele, Milei, etc… decidieron no acudir. ¿Quién iba a querer presentarse a un evento organizado por un presidente que había allanado una embajada unos meses antes? La foto oficial del evento lo muestran a él adulante y boquiabierto ante la presencia del Rey de España y nadie más. Daniel Noboa nació y pasó la mayor parte de su vida en los Estados Unidos, y no sorprendería que le significara más la presencia del Rey que la ausencia de todos los jefes de Estado. Esa foto es el reflejo de su entendimiento de la política, ingenua, trivial, desarraigada. La torpeza de Noboa lo ha vuelto prescindible y lo ha acabado por aislar incluso de sus aliados ideológicos. Ni ellos lo toman en serio.

A ese error, se agrega su más reciente ocurrencia de imponer aranceles a un país con una economía diez veces más grande que la suya. Las discrepancias entre la economía de México y Ecuador y la nula actividad comercial entre estos dos países vuelven la decisión de los aranceles de Noboa intrascendente y cómica. El 15% de las exportaciones de Estados Unidos son a México, por eso el país azteca puede sentarse en una mesa a negociar con EUA, pero menos del 0.5% de las exportaciones de México son a Ecuador. Los únicos afectados por la medida de Noboa serán los propios ciudadanos ecuatorianos, a los que Noboa tendría que rendir cuentas. Son los ecuatorianos los que tendrán que pagar precios más caros en algunos medicamentos que llegan de México.

En México la noticia de los aranceles causó mucha gracia y mejoró el ánimo de un país golpeado por una semana difícil. Las redes sociales se llenaron de memes que subrayaban lo patético de la situación. Caricaturas de un presidente que hacía el rol del quedabien con un ídolo que lo ignora, de un niño que quiere jugar con los adultos pero no sabe cómo, de un colado en una fiesta para lo que tiene boleto ni talla. “¡Vaya que hay tarados!” Dijo burlandose el analista Eduardo Ruiz-Healy en su espacio en Telefórmula. “Quiere ser Trump y no le sale” dijo Stephanie Henaro, por no mencionar la larga burla de Chumel Torres en la que no podía parar de reír. En la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, todos se reían cuando Sheinbaum dio lo más cercano a una respuesta. “Los camarones de Sinaloa son mejores que los de Ecuador” dijo, dejando en claro que ni siquiera en ese espacio, donde se contestan las trivialidades más nimias, tenía relevancia hablar del tema.

Ante ello, algunos ecuatorianos se ofendieron profundamente por la idea de que su camarón no fuera el mejor del mundo. Pero su indignación parroquiana está mal canalizada, primero porque el verdadero mensaje de la presidenta no era sobre el camarón sino sobre la intrascendencia, y segundo porque Ecuador tiene virtudes y grandezas mucho más importantes que su camarón, y los ecuatorianos tienen preocupaciones mucho más apremiantes que atender que el desaire camaronero a su presidente.

Noboa no tiene la talla política ni intelectual de Claudia Sheinbaum, y su intento por generar una falsa controversia con México para poder exacerbar el nacionalismo ecuatoriano y ganar votos, se encontró en México con la más profunda indiferencia. El anti-mexicanismo que Noboa promueve busca generar votos bajo la fantasía de que hay un enemigo abusivo llamado México, el problema es que México lo ignora y los ecuatorianos deberían también. Como decía un político mexicano ayer en X “Ecuador es una nación hermana, su presidente es un pen….” no como ofensa, sino como descripción. Entre México y Ecuador no hay tiro, porque para haberlo tienen que haber dos y en este tema solo hay uno: un presidente mirándose al espejo mientras imita a sus ídolos. En México la locura de Noboa no causó la más mínima ofensa, pero si mucha risa.

Evidentemente la decisión de Noboa de plantear tarifas no iba dirigida a los mexicanos sino a los propios ecuatorianos, que él espera, lo elijan presidente en las próximas elecciones gracias a patrioterismo ridículos como éste. Por eso, son los ecuatorianos los que debieran estar preocupados. A diferencia de sus ídolos malsanos, Bukele, Trump y Milei, Noboa no tiene la talla ni la astucia para convertirse en un personaje con protagonismo internacional. Noboa no puede dejar de ser el junior que no entiende que no entiende. Más que a Bukele o a Milei, sus acciones lo asemejan al ala más patética de la tradición política latinoamericana de Maduro y Ortega, afortunadamente sin la fortaleza político-militar que permite a estos dos causar tanto daño. Su carencia de sensibilidad política e intelectual, lo impiden de convertirse en lo que él aspira. Para el mundo, Noboa es inofensivo, pero no así para los ecuatorianos.

Ecuador tiene una grandeza natural y cultural innegable. Es un pueblo con una historia larga, paisajes hermosos y una cultura profunda. Tendría que ser de ahí de donde se sostuviera una política de apertura y presencia en los asuntos globales. Tendría que ser a través de la cooperación y el respeto que se formularan relaciones entre México y Ecuador. Tristemente su presidente no está a la altura del país que gobierna. Al menos, Noboa ha logrado algo que hace mucho no se veía, sacar una buena risa a todos los mexicanos, los de derecha, los de izquierda, y los que prefieren ser felices. Hace mucho que los mexicanos no se ponían de acuerdo en algo, Noboa ha regalado un chiste que hace reír a todos los bandos del espectro político mexicano. Eso se lo debemos reconocer. Lo que no da risa es las consecuencias que esto puede tener para un país hermano. Nadie sabe más que los ecuatorianos que es lo mejor para ellos, ojalá y elijan bien en estas próximas elecciones.

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