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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El error del Frente con Marcelo

El Frente no tiene margen para equivocar ni una sola decisión en esta campaña. Ni para dispararse en el pie alimentando el peso mediático de Ebrard

Marcelo Ebrard el miércoles pasado, durante su conferencia de prensa.
Marcelo Ebrard el miércoles pasado, durante su conferencia de prensa.RAQUEL CUNHA (REUTERS)
Salvador Camarena

No es culpa de Marcelo Ebrard. Cualquiera en su lugar haría lo mismo o algo parecido. Te desprecian en un lado, buscas lugar en otro. Y en el proceso tratas de potenciar tu valor. Más si al quedar como agente libre, los que ayer decían que eras poco valioso comienzan a hacerte guiños y lanzarte piropos.

Para hacerse desear más, el excanciller dijo que será el lunes cuando anuncie qué hará o con quién iría en caso de que, tras haber cerrado ya el plazo de registro de candidaturas independientes, realmente quiera estar en la boleta presidencial en 2024. Él, lo dicho, a cotizarse.

Tras el portazo de ese compañero, en Morena le dicen que en sus filas sigue cabiendo, que si quiere, dialogan. No le ruegan, tampoco lo maltratan. Con esa táctica dual evitan caer en el juego marcelista de encarecerse. Abiertos al regateo, pero sin mostrar ansias. De manual, la táctica de AMLO.

En el Frente Amplio por México tendrían que tomar notas de lo que hace el oficialismo. Porque han hecho todo lo contrario. Tras el aviso de defección de MEC se afanan en aportar valor a alguien que, si pasa lo que medio mundo sospecha, que se irá a Movimiento Ciudadano, les restará demasiados votos.

El verano resultó más positivo para el Frente de lo que auguraba su derrota en el Estado de México, revés menos catastrófico de lo que la maquinaria morenista adelantaba; y con la victoria en Coahuila reactivaron una alianza que –quién iba a decirlo-- fue potenciada con la llegada de Xóchitl Gálvez.

La interna del Frente salió como salió pero sus defectos palidecen ante lo que ocurre en Morena, donde Ebrard tronó contra los “dados cargados” a favor de Claudia Sheinbaum. Así, ambos procesos, que presumieron innovadoras reglas, al final toparon con la real politik. Nada nuevo, tampoco grave.

Tal escenario, un Frente unido y con candidata que genera expectativas, es toda una ganancia para una oposición que estos años se llenó de múltiples derrotas en elecciones estatales y serias dudas sobre la eficacia y, sobre todo, la integridad de no pocos de sus líderes.

¿Por qué entonces la oposición cree que es buena idea ponerse en el papel de rogón frente a una persona que fue derrotada en el proceso de Morena, de un funcionario que consecuentó las aberraciones de este sexenio, de un político que ha demostrado que no sabe jugar en equipo? ¿Qué les daría?

La amenaza del Frente es Movimiento Ciudadano y/o cualquier candidatura que devalúe la disyuntiva que favorece –y ha trabajado— la coalición integrada por PAN, PRI y PRD. Ellos se presentan como los antimorena, y quien busque también un pedazo de esa bandera les restará valor.

El cuarto de guerra del Frente ha de combatir a todo antimorena no propio como a Morena mismo. En ello le va la competitividad, en que la gente crea que ellos son quienes detuvieron a López Obrador en el Congreso, y que son los únicos que pueden impedir una nueva mayoría constitucional morenista.

Convertir la cita electoral de junio de 2024 en una suma cero entre Xóchitl y Claudia es primordial para que el Frente traduzca esa confrontación en ganancia legislativa y hasta en mayores posibilidades de quedarse algunas de las nueve gubernaturas en juego en esa fecha.

¿Cómo abona a esa pelea el abrir desde el Frente las puertas a un lopezobradorista de cepa como Ebrard? ¿Con qué propósito le dan desde la oposición importancia mediática en las horas de su presunto divorcio de Morena si puede acabar --hipotéticamente— yendo contra Gálvez?

La ruta de un remoto pero no imposible triunfo de Xóchitl pasa por hacer que ésta capture en la mente del electorado el lugar de que es la única alternativa frente a Morena; para ello hay que descalificar a toda otra oposición, sea ésta una que surja de MC o por cualquier vía independiente.

Una elección de tres o más candidaturas presidenciales es el mejor escenario para Morena. Aunque también para Dante Delgado, a quien como líder de Movimiento Ciudadano sumarse tardíamente a la oposición le llevaría, en eso tiene razón, a diluir la importancia y futura influencia de su partido.

Delgado nunca pudo convencer a otros partidos de sumarse al hipotético proyecto de los naranja. Antes del surgimiento de Xóchitl como aspirante presidencial esa posibilidad era muy remota, hoy es inexistente. Y la hidalguense trastocó la correlación de fuerzas más allá del PRIAN.

El ascenso de Xóchitl resquebrajó los equilibrios en MC. Desde Jalisco primero, y desde Nuevo León después, surgieron llamados a repensar la estrategia de la vía no aliancista. Dante fue refractario a esas expresiones, desperdició tiempo e iban a la zaga hasta que resurgió la “duda” Marcelo.

Desde el minuto en que Ebrard aireó sus quejas sobre el conteo de las urnas de las encuestas de la interna morenista, los bonos de Dante ganaron atractivo. La añeja especulación sobre un pacto entre el veracruzano y Andrés Manuel para dividir a la oposición tiene hoy un nuevo capítulo.

Pero pactada o no en Palacio, la eventual candidatura emecista de Marcelo augura réditos para aspirante y partido. El excanciller podría colocar a sus cuadros en eventuales candidaturas naranjas, y sumarle puntos electorales a una organización que carecía de un cuadro realmente competitivo.

En la semana veremos si Dante y Marcelo firman algún acuerdo. Mientras eso ocurre, la atención mediática especula el destino del segundo, lo cual en mucho le ayudará para negociar con quien sea, incluido el presidente López Obrador. Y el Frente ha contribuido, increíblemente, a ello.

El jueves Marko Cortés, líder nacional panista, publicó un mensaje en el que invita a Ebrard al Frente. “Aquí te esperamos”, le dice al exjefe de gobierno mientras éste deshoja la margarita. ¿Qué es lo que quiere de Marcelo el presidente del PAN? ¿Qué ganaría con cacharlo en sus filas?

Xóchitl Gálvez en uno de los foros de la interna deploró el inhumano trato que se está dando los jesuitas en Nicaragua. Y dijo que ella rechaza dictadores. Ebrard fue el canciller que en todo tiempo ha consecuentado al tirano Daniel Ortega. Marko Cortés sale a invitar a ese diplomático, ¿por?

La terrible estrategia antimigración recayó muy pronto en el sexenio en los hombros del secretario de Relaciones Exteriores. Proviene de un pacto suyo, inconfesable, con Donald Trump, extendido vergonzosamente con Biden. ¿El PAN dirá en sus mítines, les presumimos un nuevo cuadro: ¡Ebraaaard!?

La eficacia y eficiencia de Ebrard en el gobierno de AMLO tendrá que ser probada en el tiempo. Porque una cosa es que fuera el adulto en el cuarto de un gabinete disfuncional y otra que haya sido gran idea comprar pipas, no condenar la invasión rusa a Ucrania y nombrar innombrables embajadores.

Si Claudia Sheinbaum defiende las obras del presidente López Obrador, su fósil política energética, el manejo de la pandemia donde a médicas y enfermeras privadas no se les vacunó prioritariamente, y dar a los militares la seguridad y tantas otras cosas, está en lo suyo, en defender el régimen para el que quiere ganar la elección en 2024. ¿Marcelo qué diría en campaña?

Ebrard no es un San Pablo. No encontró de repente la luz que le hizo entrar en razón, descubrir lo equivocado que estaba, la vergüenza de mirarse al espejo y entender que el lopezobradorismo no es feminista, ni le duelen las víctimas de la violencia, ni transparente y menos dado a rendir cuentas.

Qué gran catch ese perfil para el Frente. Lástima que tengan a Xóchitl, que si Marcelo se hubiera decidido antes, qué bueno habría sido tener a un pejista sin el peje. ¿Eso cree el PRI que ha visto perseguir, con espionaje y chantajes a sus líderes? ¿Los panistas? ¿Con procesados de una hiperparcial justicia?

Basta escuchar al presidente en la mañanera para confirmar que Marcelo es de casa y que la ruptura no es un hecho. O es simulada. Los marcelistas quieren seguir en política, lo sabe AMLO y operará espacios para ellos, y para quien los encabeza. Esta telenovela, con sus giros, no ha concluido.

Los partidos del Frente perdieron la oportunidad de horadar el buque de AMLO criticando lo que les pasa con Marcelo, recordando que éste dice que todo fue un cochinero “sin remedio”, trayendo a la memoria que a estas tribus las elecciones internas nomás no se les dan sin escándalos o trampas.

Hacer que el tema dure e impacte a los del oficialismo era estratégico porque además el jueves fue público que los de Morena no serán la única preocupación del Frente en la campaña. La ultraderecha irrumpió ese día con una candidatura que puede mermar –y mucho-- a Xóchitl Gálvez.

Un actor que forma parte de un movimiento internacional de ultraderecha se ha inscrito como independiente. Que nadie lo dude: contará con fondos millonarios, simpatías en no pocos medios, y apoyos de iglesias que miran con recelo las posiciones progresistas de la senadora hidalguense.

El Frente no tiene margen para equivocar ni una sola decisión en esta campaña. Ni para dispararse en el pie alimentando el peso mediático de Marcelo, quien en el peor de los casos les competiría por MC y en el menos malo de los escenarios les aporta bien poco si se suma a sus filas.

Marko Cortés lanza piropos a Marcelo mientras Eduardo Verástegui le serrucha el piso a su partido y candidata. Muy estratégicos que se diga no andan los del Frente.

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