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Dentro del mito del Baby’O: las historias que convirtieron al centro nocturno en una leyenda

Celebridades como Luis Miguel, Mijares y Juan Gabriel hicieron que la discoteca fuera uno de los lugares más emblemáticos de Acapulco

Sara González

Por décadas, el Baby’O fue uno de los lugares más exclusivos para salir de fiesta en Acapulco. Con su arquitectura que asemeja la de una cueva, logotipo con letras gigantes que cubren la fachada, y vegetación tropical de decoración, el mítico lugar atrajo a políticos y famosos, quienes pronto hicieron de la discoteca un punto de encuentro para cerrar negocios, celebrar en privado o simplemente gozar en medio de la música y las luces. El centro nocturno nació de una idea de Eduardo Césarman y Rafael Villafañe, dos jóvenes de familias acomodadas que convencieron a sus padres de apoyar la apertura de una discoteca en el destino turístico que frecuentaban desde pequeños. El nombre se les ocurrió en un viaje por carretera, inspirados por la canción Baby’O de Dean Martin.

La primera noche de fiesta (de muchas más que vendrían) se realizó el martes 28 de diciembre de 1976. Los relatos de la época hablan de champán, música, baile y de invitados que no salieron del lugar hasta después de las seis de la mañana. Pero, tras el entusiasmo inicial, los dueños empezaron a batallar para atraer gente nueva, por lo que debían ir a las playas y a los restaurantes a invitar personalmente a quienes encontraban para mantener a flote su emprendimiento. Para 1977, los tiempos difíciles habían quedado atrás, aunque en un principio el club seguía siendo casi exclusivo para extranjeros.

Las estrellas del Baby’O

El brillo y el glamour del lugar atrajeron a políticos y famosos, entre ellos Luisito Rey, quien solía meter a escondidas a su hijo Luis Miguel cuando éste aún era menor de edad, por lo que el antro prácticamente se convirtió en su “patio de juegos”. El Sol desarrolló una amistad cercana con los dueños y el personal de la discoteca, siempre tenía una buena mesa y entraba por la puerta de atrás para evitar ser abordado por admiradores curiosos. “Luis Miguel era muy sencillo, en esa época llegaba y nos echábamos nuestros tragos, invitábamos a amigas, a actrices, a armar desmadre”, recordó Jorge El Burro Van Rankin, uno de los amigos de Luismi, en el nuevo documental La Noche Eterna del Baby’O. La presencia del cantante despertó la curiosidad de clientes mexicanos, por lo que el sitio adquirió un carácter de culto y se hizo parte de la identidad del puerto.

Otras celebridades que visitaron el centro nocturno en su época dorada fueron Jaime Camil, Bono, Rod Stewart, Juan Gabriel, Mijares —quien solía aventarse “palomazos” cuando lo visitaba— Brooke Shields y Michael Jordan. Según anécdotas de los trabajadores, el jugador de la NBA acudió al lugar con la condición de que le entregaran el material del circuito cerrado de la noche, ya que se encontraba en una batalla legal por su divorcio y si era captado con otras mujeres podría perder millones en el juicio. Entre las historias más insólitas del Baby’O también está la de la vez que un cadenero le prohibió la entrada a la princesa Estefanía de Mónaco porque traía puesto un par de sandalias, lo que iba en contra del estricto código de vestimenta del lugar.

Las polémicas

El desenfreno del centro nocturno también trajo algunos problemas. En una ocasión, el jacuzzi tuvo que ser clausurado después de que una joven se aventara y terminara abriéndose la cabeza. Pero los episodios más delicados fueron protagonizados por hijos de políticos que insistían en entrar acompañados de sus escoltas, hombres fuertemente armados y de muy poca paciencia. “Esos hijos de políticos entraban con (metralletas) Uzi quitando cadenas. Me balearon tres veces la entrada. Alcohol, prepotencia, poder: todo se conjugaba”, contó Carlos García, gerente del Baby’O, a la revista Quién.

Reportes señalan que dos personas murieron en enfrentamientos ocurridos fuera del lugar. Uno de ellos fue un escolta de Mario Moya Ibáñez, hijo del embajador priísta Mario Moya Palencia; el otro, Marco Hernández Albarrán, hijo del capitán Salvador Hernández, entonces director de la Policía Vial de Acapulco. Tras este último incidente, el antro fue clausurado brevemente, aunque volvió a abrir por orden de Alfredo del Mazo González, el gobernador del Estado de México que era cercano a la familia de uno de los dueños.

En su historia, el Baby’O también ha enfrentado dos grandes incendios. El primero, en 1999, fue accidental: una chispa de soldadura cayó sobre la estructura del recinto, que era altamente inflamable. El segundo, en 2021, fue provocado deliberadamente por tres hombres armados que entraron por una puerta trasera, encañonaron al vigilante, rociaron el lugar con líquido inflamable y le prendieron fuego. El Baby’O fue declarado pérdida total y cerró temporalmente. A este golpe se sumó la devastación del huracán Otis, que azotó el puerto y redujo drásticamente la afluencia turística. Aun así, el Baby’O logró reabrir con la esperanza de aportar a la recuperación económica de Acapulco. Y aunque sus días de gloria parecen un recuerdo lejano, su mito —y las leyendas que alguna vez lo visitaron— siguen atrayendo a curiosos que buscan experimentar por sí mismos el icónico club favorito de sus ídolos.

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Sobre la firma

Sara González
Es editora SEO y periodista de EL PAÍS América. Antes trabajó en Grupo Reforma y Televisa. Es originaria de Monterrey, Nuevo León, y vive en Ciudad de México desde 2019.
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