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Epigmenio Ibarra: “En Morena, quien se quiebre, se va”

El productor ha entrado de lleno en la política partidista al tomar un puesto en la dirigencia de Morena, donde examinará las nuevas afiliaciones de militantes, tras la polémica por la incorporación de los Yunes y el Comandante H

A sus 74 años, Epigmenio Ibarra aún carga al hombro su pesada cámara de video y se lanza a la calle a documentar los pasos de Andrés Manuel López Obrador y ahora los de Claudia Sheinbaum, la presidenta de México: la manera en que ambos dirigentes izquierdistas se entregan al pueblo, dice. Documentalista, periodista y productor —dirigió por años la agencia Argos—, él prefiere definirse como un agitador. Suele hablar de “la guerra”, término algo difuso con el que se refiere a los sitios en conflicto por los que ha pisado como corresponsal: de Chiapas en el levantamiento zapatista a los países de Centroamérica convulsionados por las dictaduras, pasando por los pulverizados Balcanes hasta aterrizar en Afganistán. Hace un par de décadas, su trabajo dio un giro hacia la lucha pacífica de los movimientos sociales y trabó una relación personal con López Obrador, fundador de Morena.

Ahora, Ibarra ha tomado un lugar en la dirigencia del partido oficialista en una comisión encargada de revisar las nuevas afiliaciones. López Obrador tenía una política de puertas abiertas en Morena, lo que permitió desfondar las filas del PRD, el otrora gran partido de izquierda, e incluso de la oposición. No obstante, en esa apertura total, se colaron perfiles polémicos —como el clan de los Yunes— y hasta criminales —caso de Hernán Bermúdez, exjefe policiaco de Tabasco vinculado al narco—. Aunque reconoce el problema que esos escándalos representan para Morena, Ibarra minimiza su daño al prestigio de la formación, pues los ve como casos aislados. “Yo no veo a Morena como un partido herido, y menos de muerte. Es un organismo que está tomando medidas para activar su sistema inmunológico. La parte fundamental de ese sistema es su propia militancia y el pueblo. El que comete errores, se exhibe”, dice en entrevista con EL PAÍS en los estudios de Argos, en el Estado de México.

Pregunta. ¿Por qué se creó esta comisión en Morena?

Respuesta. Hubo mucho debate en torno a las afiliaciones. La estrategia para ganar fue exitosa, pero había que preservar el triunfo y pensar los pasos hacia adelante. Alianzas que eran necesarias, ahora hay que repensarlas, y ver qué realmente suma y qué resta.

P. Con López Obrador, quien quisiera, podía unirse.

R. Nos enfrentábamos a uno de los regímenes más autoritarios, corruptos y complejos de la historia moderna, que llegó al grado de sofisticación de idear el bipartidismo como coartada democrática. Un régimen que tenía el apoyo del poder económico y el control absoluto del poder mediático. Era una democracia simulada, rigurosamente controlada. Todo eso lo volvió muy difícil de derrotar. Había que apelar a una estructura de frente amplio. Además, en el país tenemos sectores muy conservadores, la religión y las costumbres tradicionales son muy importantes. Y la izquierda había fracasado para expandirse, porque quería meter al país en sus esquemas ideológicos. ¿Qué hizo López Obrador? Dijo: “vamos a parecernos al país, no que el país se parezca a lo que pensamos”. Sheinbaum habla de frente amplio hoy. ¿Qué tan amplio? Eso es lo que hay que ver. ¿Quién cabe en esto? El que comparta estas convicciones y esta manera de vivir. Entonces, si eres austero, honesto, bienvenido, no importa que vengas de otro partido.

P. Entonces, ¿la lógica de frente amplio ha llegado a un límite?

R. No necesariamente. Ya hay victorias que se han consolidado en casi todos los órdenes. Estamos demoliendo los últimos bastiones donde se refugia la reacción. Sí, perdieron el Poder Legislativo. Pero se metieron al Poder Judicial y lo volvieron un instrumento opositor. Se va avanzando con una línea: que el pueblo elija todo. Faltan otras cosas. Sheinbaum lo dice: el mayor desafío es garantizar que el proyecto continúe, a partir de tres cosas: resultados; congruencia del partido, de los militantes, de quienes gobiernan, y algo primordial: apego a convicciones y a principios. La apertura se seguirá midiendo, porque ahí sigue el adversario. Sigue teniendo los medios y una enorme influencia en el poder económico, y está coaligado con otras formaciones de derecha en el mundo.

P. ¿La reacción se les coló en Morena?

R. Pues sí. Es una organización formada por seres humanos. Hay que cumplir un compromiso diario. Siempre te puedes resbalar. Entonces, aquí hay compañeros que entraron y se pandearon. Es natural. Es una organización que no es militar, hay debate, hay distintas formas de pensar. Esto no es un quirófano. Aquí hay mil fuerzas actuando: el crimen organizado, la derecha; y el crimen organizado y la derecha amarrados; y el capital; y los Estados Unidos. Y además está el elefante reumático, el Estado en la pesadez de su funcionamiento y en los viejos vicios que no han sido desterrados. Todo eso influye en quien gobierna, en quien legisla. Y pandearse, quebrarse, traicionar, pues es mostrar debilidad en las convicciones.

P. ¿Seguirán en el partido esos que se pandearon?

R. No. Con esos va a pasar lo que ha dicho la presidenta de la República: “cuando se presenten pruebas, van a pagar”. Lo que no podemos hacer es caer en linchamientos políticos para dar un golpe de efecto. La justicia tiene que proceder impecablemente. Entonces, el que se quiebre, pues se va. En nuestra comisión, nos toca evaluar las incorporaciones a nivel más macro, estratégicas, alianzas que pueden resultar. Analizar aquellas sumas que suman en todos sentidos, ético, moral, político, y no que restan.

P. Por ejemplo, el caso de Miguel Ángel Yunes y su clan.

R. La mayoría calificada [en el Senado] valía una alianza. No era necesario que fuera militante, y provocó mucha rispidez. El tamaño del asunto era vital. O sea, en solo un año, la presidenta ha logrado 19 reformas constitucionales. López Obrador, pese a su enorme peso, el no tener la mayoría calificada, si bien no frenó la segunda mitad de su sexenio, hizo enormemente difícil la operación. La mayoría calificada en un cambio de régimen es un asunto sustantivo, porque tienes que romper las resistencias.

P. Y en ese momento estaba en juego la reforma judicial.

R. Estaba en juego el proyecto. Morena le apostó a la victoria electoral para darle calado legislativo a la transformación.

P. ¿Afiliar a los Yunes fue un error de la dirigencia?

R. No sé. Voy a decir una barbaridad, pero yo vengo de la guerra y no soy político. Yo le hubiera dado la militancia y le hubiera preguntado: “¿Quieres tu credencial enmarcada en oro y con encaje? Pues te la doy”. Porque sé que no va a pasar nada. Hay una cosa ramplona en el fondo, esta teoría de que una manzana pudre a las demás. ¿Pero pudrir a 10 millones de militantes? Pues no. Se produce un fenómeno al revés, hay un proceso de expulsión de los que no sirven, de desecho. No creo en la crisis terminal de Morena que tiene azotadísimas a las buenas conciencias.

P. ¿Cómo ha golpeado a Morena el tema de Hernán Bermúdez?

R. Pues lo ha golpeado en la opinocracia. Y algo se ha colado hacia abajo, pero, la verdad, la gente lo que quiere es un cambio profundo. En las giras con la presidenta he visto un fenómeno extraordinario de empatía recíproca. Ahora que se le alzaron a la presidenta en un lugar [en Poza Rica, por las inundaciones]... ¡Se le alzan en todas partes! Su naturaleza es enfrentar a quien piensa distinto, no eludirlo; es el debate, no la uniformidad de pensamiento. Hay compañeros muy desesperados [por lo que ocurre en Morena], pero el país sigue con un ansia de cambio brutal, y continúa el apoyo a la presidenta.

P. Pero la aprobación de Morena ha ido cayendo.

R. Muy poquito.

P. ¿No hay desprendimiento? La presidenta tiene muy claros los mandatos de austeridad, honestidad, entrega el trabajo, y por otro lado están Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña, Andrés López Beltrán y Sergio Gutiérrez Luna.

R. Tú mencionas cuatro. Ya hay 31.000 comités seccionales y hay 9,9 millones de militantes inscritos. Ya cuando tienes un partido de este tamaño, eso te habla de que basta con ser decente para ser revolucionario, y el que no muestra su decencia, se va aislando. O sea, primero se queman ellos, provocan un daño marginal al partido, pero no es una cosa terminal. La caída de Morena es una llamada atención y se están tomando medidas.

P. ¿No debería haber un llamado de atención más explícito desde el partido?

R. El partido está esperando pruebas. Hay un poder mediático que está presionando para que se le corte la cabeza a Adán Augusto, “¡queremos que se pronuncien!”, pues ya están los pronunciamientos. Pero lo que se diga en este sentido no va a ser suficiente, por más que te expreses. Si la presidenta ha dicho, no una, 20 veces: “no estoy de acuerdo”, ¿qué dicen?: “no se pronunció con suficiente energía”. Pues no le toca. ¿Pero qué viene en la reforma electoral como un punto central? Eliminar el fuero. Y conste que eso lo traía López Obrador, y no pudo. Ahí viene Sheinbaum, y sí va a poder.

P. Hay resistencias dentro del bloque gobernante, como en el tema del nepotismo electoral.

R. El PT y el Verde no necesariamente están por el no nepotismo y la no reelección, pero es el pensamiento dominante en Morena. Y aunque haya gente en Morena que tampoco esté de acuerdo con eso, lo van a tener que asumir, porque es un principio doctrinario.

P. Noroña dijo que la oposición a Morena saldrá de propio partido.

R. No estoy de acuerdo. Hay un viejo adagio de la izquierda que vale para todas las formaciones triunfantes: cuando no tienes adversario, te haces pedazos. Sí hay esa cosa fratricida de la izquierda, pero la izquierda estaba acostumbrada a la derrota, éramos profesionales de la derrota, cantábamos derrotas. Y hoy la izquierda mexicana se distingue por dos cosas: primero, porque triunfa, y segundo, porque no tiene apego al poder. Y entonces triunfa y se prepara para volver a triunfar. ¿Qué hicieron todas las izquierdas de América Latina? Cambiar la Constitución para garantizar la reelección; aquí es al revés.

P. Morena dicta que se debe predicar con el ejemplo. ¿No es de donde cojean los líderes?

R. Pues Morena no está cojeando donde no debe cojear. ¿Qué hicieron López Obrador y Sheinbaum? Ser impecables con el ejemplo. López Obrador, al extremo de decir: me voy a La Chingada y se fue, no saca la nariz ni para respirar; y Sheinbaum es la frugalidad misma, no descansa, no suelta. Y muchos funcionarios y gobernantes de Morena están en la misma línea; otros no, pero si los primeros no fueran la mayoría, el colapso de Morena sería evidente.

P. ¿Cree que en la elección legislativa de 2027 esté en riesgo la mayoría calificada?

R. Hay que convencer a la gente y volver a obtener un triunfo que le permita a Sheinbaum seguir entregando resultados. Dar resultados y dar el ejemplo van de la mano. Si no eres absolutamente frugal, austero, entregado; si no recorres el país incansablemente; si no sostienes reuniones a todas horas; si no consideras el poder como la continuidad de la lucha y eres el ejemplo vivo para todos, no das resultados. Y eso lo muestra Sheinbaum.

P. ¿Qué piensa de la oposición?

R. Me preocupa. No tienen ideas, no tienen propuestas, están dirigidos por puros pillos, y sus voces son las de la banalidad y la estridencia. Entonces hay una minoría que no tiene una representación política efectiva, que no es esa minoría resentida y rabiosa; que quisiera otra forma de expresión que no tiene que ver con lo que era la alianza del PRIAN. Eso estaba descompuesto. Y cuando esa oposición se derrumba, surge un poder factual, ilegítimo, parte de la misma podredumbre, que son los comentócratas, que suplantan a la oposición, y surgen por otro lado los profetas libertarios.

P. Como Ricardo Salinas Pliego.

R. Sí. Esas dos cosas le hacen mucho mal al país: esa voz constante en todos los medios y a todas horas de la rabia y la mentira, por un lado, y por el otro, esa cosa cínica, brutal. Y los dos apelan a los instintos más oscuros del ser humano: al miedo y al odio.

P. ¿Tiene oportunidad el avance de la ultraderecha en México, con Salinas Pliego como rostro de ese movimiento?

R. El problema es que él quiere ser [candidato]; hay una dosis de narcisismo brutal, y ahí está su fracaso. El otro problema es que, para que esas corrientes avancen, para que el pueblo termine votando por sus verdugos, necesitas que el pueblo esté frustrado y se sienta traicionado. Y la tarea de Morena, la tarea de la presidenta, es crucial: cumplirle al pueblo. Ya demostró que puede, porque ganó en 2018 y en 2024; tiene que volver a demostrarlo en 2027. Yo tengo confianza en que así va a ser. Esto apenas empieza.

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