Del sureste a Sinaloa: así votaron los bastiones de López Obrador en el revocatorio
Cuatro mapas muestran el músculo territorial del presidente y dan las coordenadas de las resistencias que su movimiento enfrenta en el norte y en El Bajío
México ha decidido sobre la continuidad del presidente por primera vez en la historia. La consulta sobre revocación de mandato ha puesto a competir a Andrés Manuel López Obrador contra sí mismo, en un ejercicio inédito, cuestionado por ser impulsado desde el Gobierno y boicot...
México ha decidido sobre la continuidad del presidente por primera vez en la historia. La consulta sobre revocación de mandato ha puesto a competir a Andrés Manuel López Obrador contra sí mismo, en un ejercicio inédito, cuestionado por ser impulsado desde el Gobierno y boicoteado por la oposición. Esas particularidades han dado lugar a dos lecturas políticas diametralmente distintas. El bloque gobernante defiende que ha sido un éxito, al obtener votos a favor de la continuidad de su proyecto político por una mayoría aplastante. Los críticos sostienen que ha sido un fracaso porque la participación no rebasó el 18%, muy lejos del 40% que se necesitaba para que el revocatorio fuera vinculante. Esas coordenadas, el apoyo refrendado a López Obrador y el porcentaje de participación, pintan otros mapas: la capacidad de movilizar votantes de los liderazgos de Morena, el partido en el poder; los bastiones que aún mantienen las fuerzas opositoras, y un panorama de las elecciones que se celebrarán en los próximos dos años, los últimos del mandato. Todo, con miras a la sucesión presidencial, en una carrera que ya ha empezado pero se definirá en 2024.
La consulta del pasado domingo ha servido a Morena para tomar el pulso de sus principales bastiones electorales y ha puesto a prueba a varias de las figuras del partido. El grupo político de Tabasco, el Estado natal de López Obrador, ha mostrado músculo y ha sido el que ha conseguido la mayor participación a nivel estatal: casi un 36%. Adán Augusto López, que dejó la gubernatura de ese Estado para entrar al Gabinete como secretario de Gobernación [el equivalente al Ministerio del Interior], es probablemente el líder que sale más fortalecido.
López fue criticado por hacer campaña activa desde su cargo en un polémico acto a unos días de la consulta, desafiando las leyes electorales, pero los resultados afianzan el aumento de su protagonismo en el círculo rojo del presidente y por qué algunos analistas no lo descartan en la carrera por la sucesión. Morena ha consolidado su dominio en el sureste, que concentra las regiones históricamente más marginadas y donde el discurso del mandatario ha calado más: en Chiapas participó más del 32% del padrón de electores y en Campeche, donde ganó el año pasado la morenista Layda Sansores, la participación rozó el 28%.
Ciudad de México tuvo una participación del 19,7%, apenas por encima del promedio nacional. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la capital y una de las tres principales aspirantes a la presidencia en 2024, se jugaba mucho y fue una de las más activas en la defensa de la consulta, incluso con enfrentamientos constantes con la autoridad electoral. La apuesta de Sheinbaum no solo se lee hacia los próximos dos años, sino con el precedente del descalabro de las elecciones del año pasado, donde la oposición consiguió arrebatarle la mitad de las alcaldías en disputa. El centro político del país se inclina históricamente hacia la izquierda, pero se ha consolidado también como uno de los terrenos políticos más peleados y donde el oficialismo ha sido más cuestionado. En el Estado de México, donde la secretaria de Educación Delfina Gómez perdió las elecciones estatales un año antes de la llegada de López Obrador al poder, hubo una participación modesta: apenas por arriba del 16%.
En cuanto al margen de victoria a favor de la continuidad del presidente, Tabasco también se llevó el primer sitio: más de 97% de los votantes refrendaron su confianza en López Obrador. Sinaloa, Guerrero y Campeche, todos Estados ganados por Morena en las elecciones estatales de 2021, vieron también un efecto arrastre de esos comicios, con porcentajes favorables de más del 95%. Sonora, gobernada por el exsecretario de Seguridad, Alfonso Durazo, dio el sí en un 94,9%, pero con una participación muy baja: solo votó un 13,9% del padrón.
Los casos de Quintana Roo y Oaxaca, con porcentajes superiores al 94%, son dos puntos clave porque se eligen gobernadores en junio próximo. Los resultados del revocatorio confirman que los candidatos de Morena parten como favoritos y que es muy probable que la oposición pierda esos Estados. Quintana Roo aún es gobernado por Carlos Joaquín, de la coalición entre el conservador Partido Acción Nacional (PAN) y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, que ha visto amenazada su supervivencia como fuerza política nacional en las últimas dos elecciones federales. Oaxaca ha estado históricamente bajo el control del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El terreno más complicado para el bloque gobernante es el norte y el bajío, una región donde Morena ha batallado para contender con la hegemonía del PAN y el PRI. Aguascalientes, gobernada por el panista Martín Orozco, apenas registró un 9% de participación y la entidad, que también tiene votaciones en julio, está en el presupuesto de gubernaturas seguras del PAN, la principal formación opositora.
Movimiento Ciudadano, un partido que busca diferenciarse como una tercera vía entre la hegemonía lopezobradorista y las agrupaciones tradicionales, refrendó su presencia en sus dos principales bastiones: Jalisco y Nuevo León. Jalisco, gobernado por Enrique Alfaro, tuvo la participación más baja del país en el revocatorio. En Nuevo León, que tiene a dos de los principales cuadros del partido ―Samuel García y Luis Donaldo Colosio Riojas―, solo acudieron a las urnas 10,8% de los votantes.
Durango, que elige este año nuevo gobernador y 39 presidentes municipales, también tuvo una participación baja, apenas por encima del 10,4%. En ese Estado, las fracturas internas han lastrado a Morena por procesos polémicos de selección de candidatos por parte de Mario Delgado, el presidente nacional del partido. Hubo, sin embargo, casi un 92% de respaldo a López Obrador entre quienes votaron. Chihuahua y Querétaro, dos entidades que logró conservar el PAN en los comicios del año pasado, también están entre los 10 Estados que menos votaron.
En Tamaulipas, uno de los focos rojos de la inseguridad y la corrupción en el país, el hartazgo con el PRI y el PAN es patente. El Congreso local ya está en manos de Morena desde el año pasado y parten como favoritos en la elección de gobernador de junio próximo. Solo 17,9% de los electores fueron a votar el domingo, pero más del 93% votó a favor de que siguiera López Obrador. Hidalgo es gobernado por el priista Omar Fayad, que ha optado por evitar confrontaciones con la llamada Cuarta Transformación, el proyecto político del presidente. El Estado, beneficiado por la construcción del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles, vota también por un nuevo gobernador a mediados de año y la candidatura de Morena está a la cabeza. Una quinta parte del padrón fue a las urnas y el 92,6% avaló la continuidad del Gobierno.
Para el próximo año, solo dos gubernaturas estarán en disputa: Coahuila y el Estado de México. El PRI no ha perdido una elección en esos Estados en más de 90 años, pero llega en medio de la crisis más profunda de su historia. El revocatorio ha sido el último simulacro de una elección federal antes de las votaciones de 2024, cuando se votará la Presidencia, el Senado y la Cámara de Diputados, además de nueve gubernaturas.
En el horizonte, no solo están por definirse miles de puestos públicos, sino también la supervivencia del Instituto Nacional Electoral (INE), que se ha mantenido en la diana del bloque gobernante. Morena culpa al INE de la baja participación, al instalar solo un tercio de las casillas como respuesta a no extender su presupuesto anual para celebrar la consulta.
En su pleito con el árbitro electoral, el bloque gobernante ya tiene en la mira una reforma constitucional, que pretende dar un vuelco a las reglas del juego político, entre reclamos de erosión institucional, eliminación de organismos independientes y el riesgo de un retroceso democrático. Será una nueva prueba para el capital político de López Obrador y su movimiento, que tendrá que negociar con parte de la oposición para conseguir la mayoría necesaria y aprobar la enmienda. El primer referendo presidencial en México ha supuesto un cruce de caminos entre los cuatro años que ya pasaron y, sobre todo, lo que vendrá.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país