Cosas que no sabes de los padres de los amigos de tus hijos y deberías conocer

Los actos sociales de tus retoños obligan muchas veces a relacionarse con los progenitores de sus compañeros de clase o de la urbanización. De su nombre a temas de conversación vetados, información clave para estar preparado ante esos encuentros

Casi cualquier padre ha perdido durante un tiempo su identidad para convertirse en ‘El Padre de X’, algo que se acepta con resignación.Stefa Nikolic (Getty Images)

Mucha gente critica las redes sociales porque las consideran interacciones a medio gas, casi hologramas de amistad. Y, sin embargo, puedes llevar más de 10 años charlando con alguien (o simplemente leyéndole) y saber mucho más de su vida que de tu propia familia, aunque no sepas ni la cara que tiene ni el nombre que se esconde detrás de ese dibujo de anime que sale en su perfil.

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Mucha gente critica las redes sociales porque las consideran interacciones a medio gas, casi hologramas de amistad. Y, sin embargo, puedes llevar más de 10 años charlando con alguien (o simplemente leyéndole) y saber mucho más de su vida que de tu propia familia, aunque no sepas ni la cara que tiene ni el nombre que se esconde detrás de ese dibujo de anime que sale en su perfil.

Pues en la crianza a todo padre le llega un descubrimiento parecido. Y es que un día a tu hijo lo invitan a jugar a casa de un amigo (o se autoinvita él con todo el morro y te asaltan a la salida del cole los dos críos insistiendo mucho), y entonces se produce esa conversación que abre la puerta al misterio que emocionaría a Íker Jiménez.

Tú le preguntas al adulto responsable de la parte contraria que si le va bien la visita de tu hijo, te ofreces a acompañarlos (a veces por gusto y a veces por quedar bien, pero pensando en el tiempo extra que ganas si te dicen que no hace falta) y, acto seguido, intentas saber la dirección exacta para irlo a buscar después. Y en ese mismo instante te das cuenta de que no solo no sabes dónde viven, sino que quizá no tienes ni el móvil de ese padre… y al buscarlo en la agenda descubres que de hecho no lo encuentras porque no te sabes ni el nombre.

Casi cualquier progenitor ha perdido durante un tiempo su identidad individual para convertirse en El Padre de X o La Madre de Y, y eso es algo que se acepta con resignación… hasta que pasan los meses, va subiendo el grado de amistad y entonces ya da vergüenza preguntar cosas obvias.

Por lo tanto, yo siempre intento ponerme al día desde el inicio de la interacción escolar de los niños, preguntando directamente (aunque a veces uso el comodín de preguntar a los compañeros de clase o a otros adultos) o escuchando con atención y extrapolando información para completar un perfil mínimo de los padres de los amigos de mis hijos.

Aunque suene a tontería, todos hemos pasado por esto, y creo necesario por lo menos recopilar cuáles son los datos necesarios a conocer en estos cinco puntos:

  1. Nombre y apellidos. A alguien con quien mantendrás cordialidad o amistad durante un par de años por lo menos hay que poderle llamar por su nombre. Y asegurarse primero de que ese nombre es el correcto. Le puedes preguntar a la pareja o a la profesora o a alguna madre de las que se enteran de todo, pero si no, mira su perfil de WhatsApp (si es que tiene foto y la foto es de su cara y no de un amanecer o de un mojito). En última instancia, se puede consultar directamente la tarjeta en su buzón cuando vayas a buscar a tu hijo a su casa.
  2. El teléfono. Quizá lo habrás deducido del grupo de WhatsApp de clase después de unas horas de jugar al ¿Quién es quién? digital. Pero quizás es de esas personas que se escaquea de los chats y de los regalos de grupo y tendrás que preguntar directamente o pedir su contacto a la pareja (si es que hay pareja). Si hay dos adultos en la foto, quizá tendremos el contacto de uno de los dos, pero para evitar que el otro se pase el día reenviando cuál intermediario, consigue fichar todos los números. Porque si te dejan su criatura a tu cargo o tú les dejas la tuya y hay que ponerse en contacto, cuantos más teléfonos tengas mejor. Pedir el del portero o el de la vecina ya es pasarse, pero oye, si te lo dan….
  3. ¿Dónde viven? Esto es vital para sopesar si la invitación a su casa es buena idea o es más cómodo apechugar con que venga su hijo a tu casa y ya lo recogerán ellos.
  4. ¿A qué se dedican? Puedes interesarte por el oficio de tus nuevos amigos adultos por dos motivos principales. El primero es por networking, por si te pueden asesorar en algo o hacer descuento. Esto no debería condicionar una amistad (aunque si hay padres que eligen colegios solo para que sus hijos crezcan bien relacionados, también los hay que criban mucho con quién se relacionan ellos, para obtener algún beneficio), pero siempre está bien crear sinergias, que dicen en LinkedIn, y ayudarse mutuamente, si es posible. En segundo lugar, esta información es necesaria para no meter la pata. Imagínate desahogarte maldiciendo a un gremio (desde taxistas hasta inspectores de Hacienda) y que resulte que ellos o alguien de su familia ejerzan esa profesión y se produzca una tensión innecesaria.
  5. Historial de traumas y temas a no tocar. Quizá ni tú ni yo tengamos una mochila llena de secretos, traumas y revelaciones sorprendentes, pero por estadística, en los años de escolarización en los que nos socializaremos con otros adultos es muy posible que coincidamos en momentos difíciles para ellos, que a lo mejor no habrán comunicado públicamente. Y es algo que se debe tener en cuenta (para ayudar o para dejar un poco de espacio y no agobiar): divorcios, despidos, adicciones, enfermedades, problemas económicos, peleas con la familia, pruebas de paternidad inesperadas… Situaciones que les van a cambiar la vida y cuanto antes te enteres tú, más te ayudará a entender a esa persona y sus circunstancias y, sobre todo, a no meter la pata.

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