¿Contrataría a un profesional para que le ayude a elegir el nombre de su bebé?
Las discusiones y la indecisión sobre cómo llamar a un hijo son habituales. Hay padres que, al ser incapaces de decidir, recurren a una empresa española que por unos 300 euros les faciliten el proceso
Hay parejas que no dudan ni un instante y saben desde el principio qué nombre van a poner a su bebé, optando por elegir, por ejemplo, por el de alguien de la familia, por aquello de seguir la tradición. Después de todo, es una decisión importante, ya que ese nombre lo más probable es que acompañe al niño o niña durante el resto de su vida. Pero hay futuros padres que dudan y discuten ante esa decisión, siendo incapaces a veces de alcanzar un acuerdo. En España, existe una curiosa alternativa que puede ayudar a resolver este dilema: encargar el nombre del bebé a una empresa. “La marca personal es algo fundamental”, aseguran Raúl y Sergio Ituero, dos hermanos publicistas de profesión. Están especializados en poner nombre a empresas, productos o servicios, y hace nueve años decidieron lanzar un perfil de Facebook gratuito, denominado Damenáme, y su sello personal Avan & Era, un servicio más premium y la primera empresa en Europa, según dicen los hermanos, en ofrecer nombres únicos para recién nacidos por unos 300 euros. “Siempre hay alguien que se llama igual que tu hijo, en la mayoría de ocasiones miles o millones de personas”, comenta Sergio.
Su historia comenzó de forma modesta en 2015, ofreciendo nombres de bebés de forma gratuita a través de redes sociales, algo que, sorprendentemente, siguen haciendo. “Nos dimos cuenta de que nuestros amigos no sabían qué nombre poner a sus hijos. Hacían listas gigantescas y estaban perdidos”, recuerda Sergio. La demanda fue tal que decidieron profesionalizar el servicio con una opción premium para aquellos padres que buscaban algo más exclusivo. Y aquí es donde entra la verdadera especialización: nombres “únicos”, es decir, nombres que según el Instituto Nacional de Estadística (INE) no existen en el momento de la inscripción.
Los hermanos Ituero trabajan con una lista inicial de entre 200 y 300 ideas, que luego filtran hasta presentar a los futuros padres tres nombres únicos y con historia. “No solo se seleccionan por su rareza, sino también por su sonoridad, fluidez y eufonía”, aclara Sergio, director creativo de la sociedad. “El nombre junto con el apellido te define mucho”, prosigue, “todos recordamos a personas con nombres comunes, pero un nombre especial le da a tu hijo un aporte extra de personalidad”.
El proceso tarda entre 7 y 10 días. Se requieren algunos detalles básicos: el sexo del bebé, el orden de los apellidos y la respuesta a un breve cuestionario sobre la pareja: lugar de residencia, profesión, estudios y aficiones. También piden una ecografía. “Aunque parezca increíble, con las ecografías de alta definición se aprecian los rasgos, posturas y detalles que nos sirven de inspiración para el proceso de ideación del naming”, explica Raúl. También se incluye alguna pregunta más personal. “¿Qué le gusta al padre de su mujer y a la madre de su marido?, entre otras”, añade. Según relata, se resuelven además cuestiones sobre la sonoridad (por ejemplo, si prefieren que suene italiano o asiático) y si tienen alguna preferencia especial en cuanto a letras o longitud del nombre.
El proceso de creación de un nombre perfecto
El sistema que utilizan los creativos, aunque parece simple, es en realidad extremadamente meticuloso. Los padres reciben las propuestas a través de una videollamada, donde les explican los detalles y el porqué de los tres nombres que presentan, basándose, eso sí, en las respuestas al cuestionario. Es el caso de la familia Cardona Nabas, que buscaba que uno de los principales valores reflejados en el nombre de su hija fuera la honestidad. El primero de los nombres, que al final descartaron para su hija, fue Yonet. La presentación que ofrecen los publicitas sigue el formato de cualquier marca comercial. En el dosier explicaron que se trataba de un nombre inspirado en la palabra francesa honnêteté (honestidad). “Yonet significa yo soy honesta”, describieron. Y agregaron: “Pensamos que sería muy bonito, que siempre llevara consigo la honestidad”. Además, apuntaron: “Yonet Cardona Nabas contiene la letra N de vuestros dos apellidos y se produce una figura retórica llamada aliteración, que lo convierte en un nombre musical y eufónico”. Por último, incluyeron una captura de la búsqueda de ese nombre en el INE, confirmando que no existe nadie con ese nombre registrado en España.
Y, aunque no preguntan detalles demasiado personales, siempre firman un contrato de confidencialidad con los padres para asegurarse de que la propuesta de los tres nombres ofrecidos solo la conocen ambas partes. “Ni siquiera nos tienen que decir cuál han elegido”, explica Raúl.
Los clientes que recurren a sus servicios suelen tener perfiles similares: “Son padres primerizos, agobiados, que no consiguen ponerse de acuerdo, que llegan a nosotros porque están saturados de nombres”, cuenta Raúl. “Es gente especial, la mayoría con estudios superiores, que valora que el nombre de su hijo pueda ser en el futuro una marca personal”, añade Sergio. En algunos casos, según cuentan, incluso han tenido que lidiar con padres desesperados que ya habían superado el límite legal para inscribir a su hijo en el registro civil y que necesitaban un nombre cuanto antes.
La tendencia en España, según el INE, sigue inclinándose hacia propuestas tradicionales como Antonio o María del Carmen. “En 2023, el nombre más utilizado para los recién nacidos es Lucía y Martín”, apunta Raúl. Pero hay una creciente demanda de nombres influenciados por la cultura pop o series de éxito internacional. “Hemos visto cómo los padres nombran a sus hijos por personajes de series, como cuando surgió el fenómeno de Juego de tronos o como pasó con Penélope cuando Serrat lanzó su famosa canción. Miles de niñas se llamaban igual”, explica Sergio.
Para los hermanos Ituero, crear un nombre no es solo una cuestión de encontrar algo bonito o único. Ellos lo ven como un acto casi cinematográfico: “Nos lo imaginamos en un cartel de cine, como si el bebé fuera el protagonista. Si funciona en el cartel, funciona en la vida”.