Pros y contras de apuntar a tus hijos al comedor escolar
Cada inicio de curso, valorando más o menos los deseos o miedos de las criaturas, las familias se plantean: ¿Los apunto al comedor? Proponemos varias reflexiones sobre el asunto que igual ayudan a tomar la decisión
Yo creía que solo los niños de los años ochenta teníamos un trauma con el comedor del colegio. Pero hace unos años escribí una serie de libros infantiles sobre un cocinero de colegio que cocinaba muy mal, era muy desagradable y muy zombi, y que se publicó en varios países. Así acabé hablando con miles de pequeños lectores de muchos sitios distintos que me confesaban que el trauma seguía vivo. Y que una frase estrella de mi generación seguía bien vigente: “Poquito, por favor, que no me gusta.” Esa frase y las bandejitas de metal aún sobreviven en miles de comedores escolares. Lo que pasa es que cuando eres padre y tienes que gestionar la crianza de uno o varios hijos junto con el trabajo, esos recuerdos infantiles acaban conviviendo con el realismo de una realidad concreta y agotadora.
Y así, cada inicio de curso, valorando más o menos los deseos o miedos de tus criaturas, que algunos saltan de alegría por quedarse a comer con sus amigos y otros ya empiezan a llorar en julio, te acabas planteando: ¿Los apunto al comedor? Por si te sirven, aquí tienes varias reflexiones a favor y en contra de la media pensión escolar, que igual te ayudan a desempatar. Y, por supuesto, que conste que esto son simples reflexiones de padre, no un estudio sobre las condiciones socioeconómicas y laborales de los trabajadores del comedor.
Ocho razones a favor del comedor escolar
- Es lo más práctico para la gran mayoría de familias trabajadoras. Si tienes horarios laborales intensos, no vives al lado del colegio y de normal ya no te da la vida, necesitas el comodín del comedor. Si no, las dos horas de margen del mediodía se convertirán en una carrera constante y diaria. Hacer la comida antes o después de ir a buscar a los niños, hacer que coman contra su voluntad y sus ganas de jugar o su ansia de pantallas, luchar contra la modorra de la digestión y salir a la carrera de vuelta al cole bajo la solana o el frío invernal cada día sin descanso agota a cualquiera.
- Según tu nivel de ingresos y los que seáis en casa, hay becas y ayudas para sufragar el coste del comedor.
- El menú equilibrado y pautado por dietistas-nutricionistas asegura que los niños coman verduras, carne, pescado y frutas varias veces por semana. Que según las familias y las realidades sociales que tengan, pueden llegar a ser los únicos alimentos saludables que tomarán esos niños.
- Los monitores les enseñan a comer o supervisan que coman sin que sirvan los típicos trucos o pataletas que usan muchos niños (exigencia de pantallas, levantarse cada dos cucharadas como si estuvieran en un show acrobático, decir que no les gusta nada y negarse a comer…).
- El comedor fomenta hábitos tan básicos y útiles como lavarse las manos antes de comer o usar los cubiertos. Que Mowgli es apasionante como protagonista de El libro de la selva, no para tenerlo en casa comiendo como un salvaje.
- Quedarse al comedor amplía la vida social y la integración con otros alumnos y profesores de varios cursos.
- Los estudiantes que se quedan a comer juegan una hora y media más que los que van a casa, y tejen complicidades entre ellos.
- Los niños de media pensión nunca tendrán que ir con prisa para llegar a clase después de comer, porque ya están en el cole. Y esto les permite estar más tranquilos y no tener que salir a la carrera con la comida en la boca.
Nueve motivos en contra del comedor escolar
- Hay que valorar la experiencia profesional de los cocineros y el cuidado nutricional de los menús, pero en la práctica muchos críos están descontentos con la comida. A veces sosa, a veces fría, a veces quemada, y a veces todo a la vez. No pasa en todos los colegios cada día, pero es algo inevitable cuando se cocina para tanta gente con varios horarios.
- Por mucho que te ajusten el precio y no sea un menú de restaurante, si un día de comedor sale por unos 7 euros (o un mes sobre unos 130-150 euros), es una cantidad muy considerable. Por supuesto que no pagas solo la comida, sino todo lo que incluye que tu crío esté supervisado dos horas, pero cualquier adulto que sepa comprar y cocinar de manera variada y saludable con ese dinero hace maravillas.
- Los monitores (algunos expertos y buenísimos, otros desganados o tiránicos, como en cualquier profesión) tienen que administrar los tempos y los alumnos con eficacia… y eso no siempre conlleva alumnos felices. A veces les hacen comer con prisas y cada niño necesita su ritmo.
- Obligar a alguien a comer no suele dar buen resultado, ni a medio ni a largo plazo. Sobre todo cuando le obligas a comer algo que le asquea. Si tu hijo ya come mal, que unos extraños le fuercen a comer más no le ayudará.
- Algunos niños tienen miedo de quedarse al comedor y aunque para ti sea algo práctico, para ellos será una tortura hasta que se acostumbren.
- Por simple estadística, en tu casa tú acertarás más el gusto culinario de tus hijos y comerán más y mejor.
- Que coman en casa significa que puedes pasar más rato con tus hijos, que si no entre el cole y extraescolares solo los ves cuando ya están excitados y cansados a la vez y toca hacer de sargento para deberes y rutinas.
- En el caso de que los abuelos de manera voluntaria se presten a irlos a buscar y a darles de comer, también ganan un rato de nietos solo para ellos.
- Los niños se libran de los malos rollos y de los accidentes del recreo del comedor. Porque en hora y media libre diaria al sol, con los profesores comiendo y con pocos monitores vigilando, es cuando pasan los conflictos.
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