Cómo conseguir que playas y piscinas sean más seguras y con menos ahogamientos para los niños

La mayoría de accidentes se producen por falta de supervisión adulta, en julio y agosto y por la tarde. Estar a menos de un brazo de distancia de los menores o tener en cuenta el viento en el mar son algunas de las recomendaciones

Una niña disfruta de la pisicina.RAJAT SARKI

La vigilancia adecuada de los niños por parte de los adultos en playas, piscinas o cualquier medio acuático es el mejor salvavidas; pues la falta de la supervisión correcta es la principal causa por la que cada año mueren menores ahogados. “Por ello, es fundamental la atención plena de los padres cuando un niño está en el agua, sin ningún tipo de distracción, como ocurre con los teléfonos móviles. El 85% de los ahogamientos se concentra en los meses de verano: bastan 90 segundos para que un niño se ahogue y con poca agua, incluso en una bañera, como cuando se trata de un bebé, que puede resbal...

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La vigilancia adecuada de los niños por parte de los adultos en playas, piscinas o cualquier medio acuático es el mejor salvavidas; pues la falta de la supervisión correcta es la principal causa por la que cada año mueren menores ahogados. “Por ello, es fundamental la atención plena de los padres cuando un niño está en el agua, sin ningún tipo de distracción, como ocurre con los teléfonos móviles. El 85% de los ahogamientos se concentra en los meses de verano: bastan 90 segundos para que un niño se ahogue y con poca agua, incluso en una bañera, como cuando se trata de un bebé, que puede resbalar y caer”, advierte Roberto Barcala, profesor de socorrismo en la facultad de Ciencias de la Educación y el Deporte de la Universidad de Vigo.

Según la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, entre el 1 de enero y el 30 de junio del año 2022 han muerto 140 personas ahogadas en espacios acuáticos españoles, de las que 19 son menores de 18 años. “Los niños de menos de cuatro años se ahogan sobre todo en las piscinas privadas, la mayor parte de las veces por la falta de vigilancia adulta. En cuanto a los adolescentes, suelen ahogarse en playas. Creen que si en la piscina nadan bien es lo mismo en el mar, y tienden a sobreestimar sus capacidades natatorias o a infravalorar los riesgos, como las corrientes de retorno marítimas que arrastran a los bañistas, causa por la que se producen el 70% de los ahogamientos en las playas”, explica el también coordinador del grupo de trabajo de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias.

Para minimizar los riesgos de accidentes en las piscinas, conviene que “estén perimetradas, para que no se pueda acceder cuando no está el socorrista”. “En cuanto al uso de una cubierta de tela o plástico, tiene su peligro, porque cede si alguien cae y puede quedar atrapado en el agua. Por otro lado, hay que señalizar con claridad la profundidad de la piscina, prohibir las zambullidas de cabeza y tener materiales de flotación a mano, que sirvan de salvamento en caso de que sea necesario”, argumenta Barcala, que añade varias recomendaciones para lograr la seguridad de los niños en el medio acuático:

  1. Escoger lugares vigilados por socorristas.
  2. No sobreestimar la capacidad natatoria de los niños ni la de los padres, que no son rescatadores. Existe el riesgo de que se ahoguen dos personas, y no una, si se cumple el papel de socorrista sin tener los conocimientos adecuados.
  3. Colocar a los niños chalecos salvavidas específicos para su edad en la playa. Los flotadores y dispositivos similares no son seguros para ejercer dicha función.
  4. Tener en cuenta otros peligros en zonas de playa, como el impacto contra las embarcaciones. Por ello es recomendable estar en lugares delimitados solo para bañistas.
  5. El viento es otro factor de riesgo en el mar, ya que si el niño está en una embarcación hinchable, como una colchoneta, puede ser arrastrado mar adentro, volcar o sufrir hipotermia (temperatura corporal excesivamente baja).
  6. No lanzarse desde muelles o acantilados para evitar lesiones medulares.
  7. Tener en cuenta que la mayor parte de los niños se ahogan entre las cuatro y las siete de la tarde, que coincide con el tiempo de descanso y relajación tras la comida, lo que influye en la falta de la supervisión adulta.
  8. La vigilancia de los infantes debe realizarse cerca de ellos, a un brazo de distancia, como máximo.
  9. Respetar siempre las banderas de señalización de las playas.
  10. En caso de tener que rescatar al niño del agua por ahogamiento, comprobar si respira. De no ser así, avisar al número de emergencias 112 y comenzar, cuanto antes, la maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP), sobre la que el servicio de emergencias puede asesorar telefónicamente. Cada minuto que se retrasa la reanimación se reducen las posibilidades de supervivencia entre un 10% y un 12%.

La salud de los niños en el agua

Las actividades acuáticas de los niños en piscinas o playas pueden acarrear problemas de salud que conviene prevenir, como los que enumeran Rosa Pavo y Soledad Montoro, pediatras de Atención Primaria en la Comunidad de Madrid y directoras del podcast Miel y Limón. Pediatras al micro. Entre ellas:

  • La otitis externa o del nadador: consiste en la infección de la piel del conducto auditivo externo, que se produce con más facilidad cuando hay humedad. Para prevenirlo, es recomendable no mantener el oído húmedo durante mucho tiempo, secándolo bien después de salir del agua, usar tapones o gorro y evitar sumergirse en aguas que no estén limpias. No es aconsejable el uso de bastoncillos o esprays, porque pueden irritar más la zona y favorecer la formación de tapones de cera.
  • La pulpitis de las piscinas: se trata de una dermatitis provocada por la irritación que se produce en la piel debido al roce con los bordillos, que suelen ser de materiales rugosos y ásperos. No precisa de ningún tratamiento y suele mejorar cuando los niños pasan menos tiempo en el agua.
  • Hidrocución o el mal llamado corte de digestión: se produce con un cambio de temperatura corporal drástico, como el que ocurre al estar el sol y pasar a bañarse en el agua fría de manera repentina. El organismo puede responder reduciendo de forma brusca la frecuencia cardíaca, con el riesgo de que ocurra una pérdida de conciencia que puede causar el ahogamiento. Por ello, es aconsejable realizar un cambio progresivo de temperatura, refrescando la piel antes de entrar despacio al agua y salir inmediatamente si el niño siente molestias.

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