Donna Freitas: “La gente no cree posible que alguien pueda ver su maternidad como un error”
La escritora y profesora de escritura creativa publica ‘Las nueve vidas de Rose Napolitano’, una historia protagonizada por una mujer que no quiere ser madre y la discusión con su marido: nueve vidas posibles en función de su posicionamiento
La escritora y profesora de escritura creativa Donna Freitas (Rhode Island, EEUU, 1972) vive a caballo entre Brooklyn y Barcelona. Precisamente desde el distrito neoyorquino atiende por Zoom a EL PAÍS. Luce sonriente al otro lado de la pantalla pese a la hora -las 9:00 horas de la mañana en Nueva York- y responde a las preguntas en un correcto y fluido castellano que solo se le atraganta en algunas expresiones para las que acaba recurriendo a su idioma materno. Barcelona, precisamente, es uno de los escenarios en los que transcurre su última novela publicada en España, ...
La escritora y profesora de escritura creativa Donna Freitas (Rhode Island, EEUU, 1972) vive a caballo entre Brooklyn y Barcelona. Precisamente desde el distrito neoyorquino atiende por Zoom a EL PAÍS. Luce sonriente al otro lado de la pantalla pese a la hora -las 9:00 horas de la mañana en Nueva York- y responde a las preguntas en un correcto y fluido castellano que solo se le atraganta en algunas expresiones para las que acaba recurriendo a su idioma materno. Barcelona, precisamente, es uno de los escenarios en los que transcurre su última novela publicada en España, Las nueve vidas de Rose Napolitano (Grijalbo), una historia protagonizada por una mujer que -como ella misma- no quiere ser madre y que, a partir de una discusión con su marido, que sí quiere ser padre, ve cómo su vida se bifurca en nueve caminos distintos, nueve vidas posibles en función de su posicionamiento en esa discusión.
Todos los caminos marcados irremediablemente por una constante: la presión social para convertirse en madre. “Para mí lo más fácil era no ser madre, porque yo tenía claro que no quería serlo. Lo más difícil hubiese sido convertirme en una mujer que no quería ser”, afirma la autora. Es lo que le sucede en algunas de las vidas posibles a Rose Napolitano en esta novela que, como afirma Freitas, es fundamentalmente una obra sobre la presión que todo el mundo pone sobre las mujeres en lo referente a esta cuestión particular: “Creo que por regla general no vemos la maternidad como una elección, sino que en muchos casos la seguimos viendo con una obligación”.
PREGUNTA. No puedo evitar preguntarle cuánto de la vida de Donna Freitas hay en la historia de Rose Napolitano.
RESPUESTA. Todo lo que escribo empieza por algo mío. Una pregunta, una necesidad, una experiencia vivida son el motor de arranque, así que hay mucho de mí en este libro, de mis propias experiencias cuando tuve que defender mi decisión de no querer ser madre. Y también hay mucho de mi madre en el libro. Las conversaciones y la relación que Rose mantiene con su madre son en cierto modo las que yo no pude vivir con la mía porque murió cuando yo era muy joven. La relación entre ellas dos es algo muy importante para mí.
P. He leído precisamente un artículo precioso suyo titulado ‘Las conversaciones que nunca tuve con mi madre’. Escribe que le duele no haber indagado en saber quién era realmente ella antes de que su vida se convirtiera en ser madre.
R. Es que para nosotros, como hijos, es muy fácil olvidar que nuestros padres tenían vidas antes de nosotros, que tenían esperanzas, sueños, anhelos. Muchas veces tenemos que llegar a ser muy adultos para darnos cuenta de eso, de que nuestros padres ya eran personas antes de nosotros. Como hijos nos resulta difícil pensar en eso. Es inevitable que la vida de mi madre cambiase por tenerme. Como cambia la mía al decidir no tener hijos. Lo que me entristece es no poder hablar ya con ella. Me gustaría hacerle muchas preguntas sobre cómo era ella antes de mí.
P. Rose Napolitano, como usted, es una mujer académica, con una carrera profesional importante y muy vinculada a la escritura. Siempre planea esa cuestión de si es compatible el oficio de escritora con la tarea mental y físicamente agotadora de criar a un niño.
R. Yo lo que tenía claro es que ser madre no era compatible conmigo (risas). Y además lo tenía claro desde muy pronto, desde los 15 años. Pero una cosa que quería explorar con Rose es esa idea de que cuando una mujer se convierte en madre pone en riesgo su carrera. No es algo que yo me plantease, la verdad. Simplemente, no quería ser madre. Hoy me siento muy bien con mi carrera, estoy feliz, no necesito la maternidad. Pero vaya, también creo que puede pasar lo contrario, que ser madre transforme tu carrera, que abra puertas que ni siquiera te planteabas.
P. Me sorprendió leyendo la novela que muchas de las vidas que se imagina la protagonista, pese a sus diferencias, tienen una cosa en común: acaban con la separación de su marido.
R. No fue algo premeditado, pero conforme iba escribiendo me iba dando cuenta de que el libro también era una novela sobre el divorcio. Comprendí que esa situación, esa diferencia de criterios sobre la maternidad entre Rose y Luke, era algo difícil de conciliar, por mucho que ella cediese y acabasen teniendo hijos.
P. Últimamente, se reivindica mucho una idea: que la maternidad apenas está escrita. ¿Lo está aún menos la “no maternidad”?
R. Escribí el libro porque quería ver a una protagonista de una novela que no quisiese tener hijos. Necesitaba ver a esta mujer representada, porque la verdad es que esta representación de la mujer está totalmente ausente de la literatura.
P. Tras leer su novela no he podido evitar volver a Sheila Heti y a su Maternidad, un título fundamental de la literatura de no maternidad. Escribía Heti en las páginas de ese libro autobiográfico que “no ser madre es lo más difícil”. ¿Está de acuerdo?
R. La verdad es que no. Para nada. Para mí lo más difícil es ser madre cuando no quieres serlo. Lo más difícil es que la sociedad no deje a las mujeres ser lo que quieren ser, que las presione en una dirección u otra. Incluso cuando son madres van a juzgarlas según lo que hagan. Para mí lo más fácil era no ser madre, porque yo tenía claro que no quería serlo. Lo más difícil hubiese sido convertirme en una mujer que no quería ser.
P. “Siempre hay alguien dispuesto a interponerse en el camino de la libertad de una mujer: al advertir que todavía no es madre, intenta que lo sea”, escribía Heti. Y de eso puede dar buena cuenta Rose Napolitano, sobre todo por parte de la familia de Luke, su marido.
R. Para mí es criminal la forma en que mucha gente trata a las mujeres que no tienen hijos. Esa insistencia, esa forma de intentar hacerlas cambiar de opinión, ese decirles que no van a ser felices si no tienen hijos, que van a arrepentirse, que se van a quedar solas… Es una mierda pasar por eso. Pero para mí es mucho peor hacer caso a esta gente y acabar teniendo hijos cuando no quieres, porque te están robando la posibilidad de hacer lo que verdaderamente deseas.
P. Ese argumento del arrepentimiento… ¿Es justo obligar a alguien a vivir para evitar un posible arrepentimiento?
R. Es terrible, una locura. Cuando insiste, la gente no piensa en el futuro de la madre o del hijo, no parecen ser conscientes de que tener un hijo no tiene vuelta atrás, que es para siempre. El problema, para mí, es que la gente no cree posible que alguien pueda ver su maternidad como un error. En Madres arrepentidas, Orna Donath explica que la sociedad no da espacio para que una mujer diga que está arrepentida de ser madre, no se le cree, se minimiza y relativiza lo que siente.
P. “La gente me dice que solo descubriré mi auténtico propósito en la vida después de ser madre. Como si nosotras, las mujeres, fuéramos por definición una especie de madres a la espera”, reflexiona Rose. ¿Sigue imperando la idea de que una mujer tiene que ser madre para “estar completa”?
R. En general esa idea está ahí. Una cosa que me molesta mucho en ese sentido y que he escuchado y leído varias veces en mi carrera, es cuando alguien dice que ser madre le ha hecho mejor escritora, que ahora que conoce la experiencia de la maternidad puede alcanzar un nivel de escritura que antes le quedaba vedado. ¡Parece que yo nunca voy a poder ser la escritora que podría haber sido porque no soy madre! Es como si yo digo que el hecho de que mi madre muriese hace 20 años me hizo mejor escritora y que tú no vas a poder ser una gran escritora hasta que se muera tu madre. Es absurdo. Está claro que estas experiencias profundas (la maternidad, la muerte, una violación, un divorcio) nos cambian y afectan a lo que hacemos, pero no me puedes vender la idea de que no voy a ser una escritora completa hasta que no viva la experiencia de la maternidad.
P. Ha vivido en Nueva York la mayor parte de su vida. Ahora reside en Barcelona. ¿Ha notado diferencias en cómo se trata a las mujeres que no quieren ser madres?
R. Es una muy buena pregunta. Estados Unidos es un país bastante conservador a ese respecto. Yo sinceramente me he sentido más libre de ser como soy en España que en Estados Unidos. Es más, conozco a más mujeres que no tienen hijos porque no han querido en España que en EE UU. Y la gente tampoco me pregunta tanto en España por el hecho de no ser madre. Pero bueno, esa es mi experiencia personal, no podría generalizar.
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