Cinco razones por las que es importante que un padre responda a todas las preguntas de sus hijos
La curiosidad en la infancia es el motor del desarrollo cognitivo y emocional. Dar respuesta a sus dudas constantes construye seguridad, pensamiento crítico y un vínculo inquebrantable
Los niños son curiosos por naturaleza. Cultivan su curiosidad a diario, explorando, investigando, experimentando y preguntando todo aquello que quieren saber sobre su entorno. Hacer preguntas de manera constante forma parte de un adecuado desarrollo cognitivo, emocional y social, ya que es su principal herramienta para entender y dar sentido al mundo que les rodea.
Los niños hacen preguntas porque tienen una gran curiosidad innata de aprender y descubrir, de conocer y adquirir nuevos aprendizajes. Su etapa del “¿por qué?” se da en torno a los dos o tres años y habla mucho de esta necesidad de entender la causalidad de su entorno, dándole estructura y lógica. Investigando y recopilando información, entienden cómo funciona el mundo, desde lo más sencillo a lo más complejo.
Los menores necesitan desarrollar el pensamiento crítico, tan necesario para la vida. Gracias a la realización de preguntas, el niño reflexiona y analiza la información que recibe, la organiza y genera sus propias ideas razonadas y únicas. También preguntar les hace generar un vínculo de seguridad y afecto con los adultos de referencia, ya que al obtener respuesta sobre aquello que le inquieta obtiene confianza y seguridad, ofreciéndole un entorno cercano, de calma y amabilidad, donde sentirse acompañado, escuchado, visto y protegido.
En ocasiones, esta curiosidad se enfoca en temas que pueden resultar incómodos de abordar para los adultos, como pueden ser la muerte, la educación sexual o algún otro tema complejo o delicado según la edad o madurez del niño y la educación de la familia. La manera en que los padres o las figuras de referencia del niño manejan estas situaciones es crucial, ya que responder a estas preguntas, por difíciles o incómodas que resulten, ofrece un sinfín de beneficios para el desarrollo del pequeño y el vínculo familiar.
Cinco razones por las que el adulto debe responder a las preguntas del menor:
- Favorecerá su curiosidad, su incansable sed de conocimiento y sabiduría, por lo que cuando crezca y madure continuará siendo un adulto curioso. Parece evidente este análisis, pero muchos adultos dejan de tener esta curiosidad propia del ser humano en sus primeros años de vida según van cumpliendo años. Si no se atiende esta necesidad en la primera infancia, el adulto pierde su interés por seguir aprendiendo y descubriendo el mundo que le rodea, que avanza cada día y tiene miles de conocimientos y aprendizajes que ofrecer.
- Si el adulto no responde a sus cuestiones, el niño buscará la respuesta en otras fuentes, quizás menos fiables, inexactas o más inseguras, dejando de construir una oportunidad única para la confianza y la seguridad entre adulto y niño. Si el menor obtiene respuestas adaptadas a su edad y madurez, entenderá que sus padres o educadores son una fuente fiable de información donde acudir en cualquier situación, ya sea o no incómoda de abordar. Los adultos deben transmitir que en el hogar no hay temas prohibidos y que en casa siempre habrá contestación para sus preguntas, sin tabúes ni censuras, ofreciendo respuestas coherentes y certeras.
- Dar ejemplo de honestidad hace a los adultos más cercanos y accesibles. Es decir, el niño quizás pregunte sobre temas que su padre desconozca o que no esté informado y esta puede ser una gran oportunidad para aprender juntos. En ocasiones, verse sin la respuesta puede llevar a algunos adultos a mentir o a cambiar de tema, pero es un gran ejemplo de honestidad explicarle al niño que no por ser mayor lo sabe todo, sino que también está aprendiendo a diario.
- Responder a aquellas cuestiones que quizás resulten más incómodas o complejas ofrece la oportunidad de construir una inteligencia emocional sana, segura y rica. No todos los temas de conversación son siempre agradables y divertidos, pero sí son todos necesarios, ya que habrá cuestiones más difíciles de abordar, otras que impliquen tener conversaciones más tensas y otras que resulten más complejas, pero todas ellas serán fundamentales para entender el mundo que les rodea. Además, ofrecerán una oportunidad única de crecer emocionalmente, tanto a los niños como a los adultos.
- Quién mejor que mamá o papá para responder a aquello que le preocupa al niño o le interesa con las mejores herramientas posibles. Los padres conocen como nadie más a su hijo, saben cómo se puede sentir al realizar esa pregunta, qué pasos dar para que se sienta escuchado, validado y visto y, sobre todo, entendiendo que, al responderle, sentirá que sus adultos de referencia están presentes y disponibles para todo lo que necesite de manera incondicional.
Responder a la curiosidad de los hijos es invertir en su futuro. Al ser una fuente fiable de información, no solo se impulsa su sed de conocimiento y pensamiento crítico, sino que también se le asegura que en el hogar siempre habrá lugar para el diálogo y la conversación en cualquier caso, sin importar el tema y ofreciéndoles honestidad y seguridad.