¿Cuándo se recomienda cortar el frenillo a un bebé?
La realización de una frenotomía para liberar la lengua del bebé y resolver dificultades en la lactancia no siempre es necesaria. Antes de este procedimiento hay que realizar una evaluación profesional especializada que incluya la revisión de la lengua y de la toma
Elvira Sanchidrián Álvarez tuvo a su primer hijo, Pablo, en 2022. Eligieron el Hospital 12 de Octubre de Madrid por las referencias que tenía como centro que apoyaba la lactancia. “Tras el parto, una asesora vino a verme y me ayudó con el agarre. Yo había leído mucho sobre frenillos y le pregunté si tenía. Me dijo que no, que sacaba bien la lengua, y nos dieron el alta”. Ya en casa, Elvira tenía mucho dolor en el pecho y, tras varios días, su bebé no ganaba peso. “La pediatra me dijo que lo tenía que poner en el pecho cada dos horas. De esta manera ganó peso, pero a mí casi me da algo porque apenas podía dormir y además tenía mucho dolor”, recuerda. La médica le decía que las grietas del pecho había que curarlas, que eran por el agarre, y la matrona que era probable que el niño tuviera hongos en la lengua y por eso no se le curaban.
Ninguna de las dos encontraba problema en el frenillo, y le decían que el bebé sacaba bien la lengua. “Después de un mes pasándolo mal, dimos con una asesora de lactancia que dijo que podía tener frenillo [anquiloglosia]. Me recomendó ir a un centro especializado, donde se lo cortaron [frenotomía] y luego estuvimos haciéndole ejercicios para movilizar la lengua”. Entonces, dice ella, todo mejoró. Se pasaron los dolores, las tomas eran más cortas y el bebé empezó a ganar peso. La historia se repitió con su segundo hijo, Miguel, que nació a principios de este año. Sin embargo, su experiencia la llevó directamente al mismo centro y lo solucionó antes de que su dolor y la pérdida de peso del bebé fueran a más.
Una frenotomía es una técnica de cirugía menor ambulatoria que consiste en realizar un corte en la base del frenillo para liberar la lengua. El procedimiento es generalmente rápido y las complicaciones son raras. Según explica Alba Padró, consultora de lactancia certificada (IBCLC, International Board Certified Lactation Consultant) y una de las creadoras de LactApp —aplicación dedicada a la lactancia y maternidad que resuelve dudas de manera personalizada—, este procedimiento se realiza cuando un bebé presenta una limitación en los movimientos linguales que afecta a su capacidad para realizar los cuatro movimientos básicos necesarios para la extracción de leche. “En primer lugar, es necesario contar con el deseo de la familia. Cuando, a pesar de trabajar en el posicionamiento y agarre del bebé al pecho, las dificultades persisten, se considera la aplicación de la técnica”, señala. Previamente, según la experta, siempre es fundamental realizar un proceso de evaluación que incluya la revisión de la lengua y de la toma. A partir de esa evaluación, se deben ajustar los aspectos que sean modificables y observar si se producen cambios.
¿Qué profesional puede hacer una frenotomía? Gemma Olivera, matrona e IBCLC, responde que la pueden realizar matronas, pediatras, cirujanos pediátricos y odontopediatras que estén específicamente formados para ello. “No se precisa de un quirófano para llevarlo a cabo porque no es necesaria la administración de anestesia general ni se requiere de suturas”, asegura. En cuanto a los riesgos, Olivera recuerda que estos siempre deben describirse en el consentimiento informado que las familias leen antes del procedimiento. Los riesgos y complicaciones posibles asociados a la intervención son lesión vascular, lesión glandular, hemorragia e infección de la herida. “La complicación no es frecuente (la evidencia científica habla de un 1% de los casos); y en caso de que ocurriese, se derivaría al hospital de referencia más cercano”, explica la matrona.
Para Padró, el problema más frecuente e infravalorado de la anquiloglosia es el rechazo del pecho y la pérdida de la lactancia. “Hay lactantes que rechazan el pecho y esto puede conllevar a un abandono de la lactancia. Aquí es muy importante que la madre esté acompañada antes de la frenotomía, después, y, si hay dificultades, se la ayude a encaminar esto”, sostiene. La recuperación de este procedimiento es muy rápida, ya que, como explica Padró, “la mucosa de la boca cicatriza muy bien”: “El niño mama justo después. De hecho, es muy recomendable que lo haga, tanto para el bebé como para la madre, porque para ambos ha sido un procedimiento que puede causarles angustia. Esto ayuda a encontrar tranquilidad tras un momento que es de mucha tensión, y a que todo se vaya encauzando”.
No todo es frenillo
En los últimos años, se está produciendo un intenso debate entre dentistas, expertas en lactancia y pediatras sobre la necesidad y efectividad del procedimiento. Aunque algunas investigaciones sugieren que esta intervención puede reducir el dolor en los pezones y mejorar la succión, no hay consenso sobre su impacto en la capacidad del bebé para alimentarse o en otros problemas futuros como el habla. ¿Hay un exceso de frenotomías?
Padró cree que el problema está en que no se hace una buena evaluación. “Es cierto que se evalúa el frenillo como tal, pero no se tienen en cuenta ni las circunstancias ni los condicionantes”, sostiene, y añade que hay que tener en cuenta que el corte del frenillo no lo soluciona todo. “Muchas veces ponemos muchas expectativas en que lo va a solucionar; y no es tan fácil. Es cierto que hay bebés que tras la frenotomía mejoran inmediatamente: la lengua se recoloca y todo se soluciona sin hacer mucho más. Pero en otros muchos casos, esa lengua que ha estado anclada en el suelo de la boca tiene que reaprender, tiene que saber dónde posicionarse, y esto puede costar”. Hay madres que expresan que tras la frenotomía todo ha seguido igual, que no se ha solucionado el problema. Esto, según Padró, ocurre porque tiene que haber una rehabilitación después con terapia miofuncional —que compete a las logopedas—, para que la lengua empiece a tener tono y a saber dónde se tiene que colocar en reposo y durante la toma.
Irene Iglesias, odontóloga especializada en la salud bucodental de las mujeres embarazadas y los bebés, opina que puede haber un exceso de recomendaciones de frenotomías si se piensa que la anquiloglosia es solo un problema del frenillo: “Una lengua puede estar funcionando mal por muy diversos motivos, y el frenillo es solamente uno de ellos. Lo primero será revisar por parte de una IBCLC cómo está yendo la lactancia, aunque sea artificial, y si se puede mejorar actuando sobre la postura de la madre o del bebé o hay otros problemas. Y esto es muy frecuente”. Insiste la experta en que no se puede recurrir a cortar el frenillo cuando lo que sucede, por ejemplo, es que el bebé está mal colocado al pecho de la madre o hay contracturas debidas al parto que afectan a estructuras musculares o nerviosas. “Los profesionales sanitarios serios y actualizados evitamos las intervenciones quirúrgicas al máximo. A veces no queda más remedio. Pero no todos los bebés con dificultades en la lactancia tienen problemas que requieran realizar una frenotomía, ni muchísimo menos”, dice.
Sobre el supuesto aumento de casos de anquiloglosia que parece estar produciéndose de unos años a esta parte, Olivera recuerda que la incidencia ronda un 10%, pero le parece importante destacar el papel de las redes sociales en una mayor visibilidad de este asunto. “Hasta hace unos años, no había divulgación científica sobre la anquiloglosia en redes sociales. Hoy en día, más profesionales formados en este tema comparten información en estas plataformas, lo que da la impresión de que hay más casos cuando, en realidad, hay más información y formación disponible”, explica. El rigor profesional ante la sospecha de anquiloglosia requiere una evaluación extensa, con escalas específicas e internacionalmente validadas, y debe incluir una valoración del impacto real de la intervención en la díada madre-bebé. Finalmente, será la familia, con la información en la mano, quien decida si desea un tratamiento quirúrgico o conservador.
Para Elvira Sanchidrián Álvarez hay escasez de personal capacitado en hospitales y centros de salud para detectar y, sobre todo, solucionar problemas relacionados con la lactancia. “Conozco muchos casos en los que las lactancias fracasan por falta de apoyo adecuado y donde no se detectan frenillos linguales. Cuando finalmente son identificados, suelen cortarse en consultas privadas, ya que la Seguridad Social tiene una espera de un mes”, lamenta. Por ello, defiende, además de promover la lactancia es importante brindar el apoyo necesario a las madres, para que puedan llevar adelante sus deseos sin piedras en el camino.
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