¿Por qué es importante el apoyo de madre a madre?

El proyecto europeo Mother 2 Mother (MoMo), liderado por una asociación feminista húngara y El Parto es Nuestro, analiza el impacto de las organizaciones de mujeres como espacios seguros y de apoyo a la maternidad

Los espacios de madre a madre son esenciales para recuperar ese apoyo de antaño que en muchos lugares se ha perdido.FG Trade Latin (Getty Images)

Tras 14 meses de trabajo, en septiembre de 2023 se hicieron públicos los resultados de Mother 2 Mother (MoMo), un proyecto de Erasmus+ financiado por la Unión Europea en el que se ha llevado a cabo una investigación social sobre el bienestar de mujeres con hijos menores de 10 años que participan en ...

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Tras 14 meses de trabajo, en septiembre de 2023 se hicieron públicos los resultados de Mother 2 Mother (MoMo), un proyecto de Erasmus+ financiado por la Unión Europea en el que se ha llevado a cabo una investigación social sobre el bienestar de mujeres con hijos menores de 10 años que participan en espacios de apoyo de madre a madre, así como sobre las dificultades que las asociaciones que los sostienen y promocionan se encuentran para hacerlos perdurables. El proyecto ha sido liderado por EMMA, una asociación feminista húngara que realiza acciones de intervención social con mujeres que han sufrido violencia obstétrica, y ha contado con El Parto es Nuestro como socia. A pesar de las diferencias sociales entre España y Hungría, la investigación ha encontrado que las madres de ambos países se enfrentan a las mismas dificultades, necesitan las mismas oportunidades y se involucran en el activismo relacionado con la maternidad de manera muy parecida y con motivaciones similares.

“Las dos organizaciones tenemos mucho en común y el hecho de trabajar en conjunto nos ha permitido conocer otros métodos de trabajo y fortalecer lazos entre organizaciones que comparten objetivos afines”, explica a través de correo electrónico Julianna Kupcsok, miembro de la asociación EMMA. Para Rosa Torguet, socia de El Parto es Nuestro e investigadora del proyecto MoMo, la investigación ha constatado que la evolución del activismo en el ámbito de la maternidad es un proceso que varía según cada mujer. “Si bien algunas son activistas de por vida, es evidente que el activismo relacionado con la maternidad sigue un curso cíclico: a medida que los hijos crecen, la intensidad de esta conexión cambia”, afirma. En este punto, muchas de estas mujeres exploran nuevas facetas del activismo o se involucran en diferentes colectivos. “Hemos entrevistado a algunas que se han dedicado unos años a la crianza porque se lo han podido permitir. Otras, en cambio, no lo han podido hacer o no lo han deseado. El activismo es una vocación que surge desde lo más íntimo de cada persona”, añade Torguet.

Lourdes Cerezuela tiene dos hijos, de 13 y 16 años. Llegó al activismo a raíz del nacimiento del mayor, buscando compartir con otras mujeres sus vivencias con la maternidad. “No tenía a nadie a mi alrededor que hubiera sido madre; fue el primer bebé en mi entorno de amigos y familia”, relata. En aquel momento, Cerezuela vivía en la localidad madrileña de Tres Cantos, y al no encontrar ningún grupo en el que compartir su experiencia se unió a otras madres de la zona que conoció a través de un foro en internet. Juntas decidieron formar su propio grupo de apoyo. Con el nacimiento de su segundo hijo, y a través de una amiga que había sufrido un parto traumático, Cerezuela se unió a El Parto es Nuestro. En su caso, no llegó a la asociación por una experiencia negativa de parto. Tampoco necesitaba información. Sabía lo que era tener un hijo y ya había resuelto las dudas esenciales de la crianza. Ella llegó por activismo. “El activismo ha cambiado mi forma de ver el mundo. Me ha hecho consciente de hasta qué punto los pequeños actos que hacemos a nivel individual suponen un cambio a nivel colectivo”, afirma.

Cerezuela destaca el efecto en cadena que se produce cuando una persona se inicia en el activismo y otras se suman: esto da lugar a un movimiento que visibiliza cuestiones que antes pasaban desapercibidas y se inician pequeños cambios que antes eran impensables. Recuerda, por ejemplo, cuando en el parto de su primer hijo se rasuraba a todas las mujeres por protocolo, algo que no debería ocurrir hoy ya en ningún hospital en España gracias a la denuncia conjunta de este tipo de acciones protocolarias que no han demostrado tener evidencia científica.

Un grupo de mujeres de las asociaciones EMMA y El parto es nuestro, en una reunión en Budapest en junio de 2022.

Un espacio seguro

Inés Vivanco es socia de El Parto es Nuestro desde 2014. Explica a EL PAÍS que el activismo ha estado presente durante toda su vida adulta: “El activismo es básico para cambiar lo que no funciona en nuestra sociedad”. Ella participa en el grupo local de El Parto es Nuestro en Bilbao y en el grupo de lactancia de Algorta. Para Vivanco, este tipo de espacios de madre a madre son esenciales para recuperar ese apoyo que tal vez antes se daba de manera espontánea entre familiares, amigas o vecinas, pero que, con la estructura de la sociedad actual, en muchos lugares se ha perdido. “Un grupo de madres es un espacio seguro, horizontal, de iguales, en el que las mujeres puedan sentirse acompañadas, escuchadas, comprendidas y sostenidas por el resto de las madres”, señala.

“Si bien el inicio de la maternidad se asemeja a un salto al vacío, debido al cambio trascendental que implica, la altura puede verse aumentada tras el parto: no es lo mismo aterrizar después de experimentar un parto respetado que hacerlo tras una experiencia traumática”, señalan los resultados de la investigación de MoMo. En el primer caso, según Rosa Torguet, las mujeres se sienten empoderadas y con frecuencia expresan que, desde ese momento, “no hay nada que no puedan lograr”. En cambio, en el segundo caso las mujeres hablan en términos pasivos, mencionando que les nacieron a sus bebés. Ambos grupos transitan por procesos muy distintos, incluso el establecimiento de vínculos se lleva a cabo de manera diferente. Sin embargo, Torguet considera que en ambos casos los grupos de madres desempeñan un papel crucial tanto en la prevención como en el cuidado. En su opinión, estos deberían ser un servicio público accesible para todas las mujeres, independientemente de su origen o procedencia, por su enfoque preventivo (al proporcionar a las mujeres información anticipada que les permite reflexionar acerca de las intervenciones médicas innecesarias y la violencia obstétrica para tomar decisiones informadas) y como lugar seguro para la reflexión y la discusión (permitiendo a las mujeres compartir sus experiencias libremente).

Para Kupcsok, que explica que en Hungría los grupos de mujeres se organizan de forma similar a España, es importante hacer llegar a las madres que no todo depende de ellas: “¡Lo que te sucedió no es tu culpa! Ese es uno de los mensajes que se transmiten a través de los grupos de madre a madre con el objetivo de liberar a las que han sufrido violencia obstétrica de la culpa”.

Según la investigación MoMo, las madres que se acercan a este tipo de grupos lo hacen por curiosidad, en busca de información o para compartir sus vivencias. Los grupos de apoyo de madre a madre, además de ser espacios seguros, se caracterizan por su naturaleza colaborativa y horizontal, de forma que son las participantes quienes moldean sus propias perspectivas, reflexionan y hallan soluciones y respuestas por sí mismas. “Dentro de nuestros grupos de apoyo entre madres, todas ocupamos un mismo plano, sin la intervención de profesionales ni discursos predefinidos”, señala Rosa Torguet.

Profesionalizar el activismo

Dentro del proyecto MoMo se ha elaborado el documento De madre a madre. Este puede servir de herramienta para activistas, profesionales y madres para impulsar proyectos centrados en las madres, gracias al trabajo de recopilación de información teórica y práctica que se ha llevado a cabo, y que contempla temas como el feminismo, la violencia obstétrica o la maternidad, pero también cuestiones de sostenimiento como la recaudación de fondos o las vías de comunicación.

Si bien en Europa asociaciones de madres como EMMA se han profesionalizado, en España las que existen se sostienen gracias al trabajo voluntario de sus socias y simpatizantes. “El voluntariado conlleva prioridades y renuncias, y muchas ganas y energía de cambiar cosas. Esto no quita que se deban tener unas circunstancias que lo permitan, como puede ser una pareja corresponsable”, recuerda Lourdes Cerezuela de El parto es Nuestro.

En este tipo de grupos, la dificultad principal radica en las relaciones humanas y en las diferentes sensibilidades que se dan, pero también en las posibilidades de participación en un momento vital tan demandante como son los primeros años de maternidad. “Participo de manera activa en cuatro asociaciones, y es difícil poder compaginar este activismo con la crianza y el trabajo”, asegura Inés Vivanco, también asociada de la asociación en Bilbao.

La investigación MoMo ha confirmado algo que desde El Parto es Nuestro observan desde la pandemia: un cambio en la manera en que las nuevas generaciones de madres se acercan y se relacionan con la asociación. “Actualmente, la interacción se ha vuelto predominantemente virtual, por lo que el desafío que vemos está en restablecer los encuentros presenciales, ya que muchos de los grupos locales que se perdieron durante la pandemia aún no han podido recuperarse”, cuenta Rosa Torguet. Ella considera que la implicación suele ser mayor cuando hay presencia y contacto, y esto es fundamental para que haya un relevo generacional del voluntariado dentro de los grupos de madres.

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