Molly, la bebé nacida de un embrión congelado en 1992: ejemplo de solución a varios problemas
Concienciar a las personas para que donen embriones sobrantes de procesos de fecundación in vitro a mujeres infértiles ayudaría a que estas pudieran formar su familia soñada y evitaría el acúmulo de estos sin un destino cierto
Estos días hemos conocido una noticia que ha impactado a la sociedad: una pareja de Tennessee (Estados Unidos) ha dado a luz a una bebé de un embrión congelado hace 27 años (en 1992). Molly Gibson nació el pasado octubre y podría ser de la generación de su madre. Tina Gibson, una maestra de 29 años de Primaria, se quedó embarazada el pasado mes de febrero con la ayuda del Centro Nacional de Donación de Embriones, una organización sin ánimo de lucro que almacena embriones congelados que...
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Estos días hemos conocido una noticia que ha impactado a la sociedad: una pareja de Tennessee (Estados Unidos) ha dado a luz a una bebé de un embrión congelado hace 27 años (en 1992). Molly Gibson nació el pasado octubre y podría ser de la generación de su madre. Tina Gibson, una maestra de 29 años de Primaria, se quedó embarazada el pasado mes de febrero con la ayuda del Centro Nacional de Donación de Embriones, una organización sin ánimo de lucro que almacena embriones congelados que los pacientes de fertilización in vitro han decidido no usar. Es el segundo éxito de esta mujer. Su primera hija Emma también nació gracias a este método en 2017. En esa ocasión, el embrión estuvo congelado 24 años. Molly ha superado así el récord que hasta ahora ostentaba su hermana, según informan medios locales.
Ya sabíamos con anterioridad, y muchas publicaciones científicas lo avalan, que los embriones pueden mantenerse congelados por tiempo indefinido si se conservan de forma adecuada en nitrógeno líquido (a -196 °C). Por ello, la noticia no despierta ningún debate científico ni ético y no deja de ser una mera anécdota sobre el tiempo de almacenamiento.
No obstante, este podría ser un buen momento para volver a concienciar sobre los problemas asociados al número de embriones criopreservados y la donación podría aportar una solución a la cantidad de embriones almacenados en España y en otros países donde cada año aumentan los procesos de fecundación in vitro.
La Organización Mundial de la Salud y el Comité Internacional para la Supervisión de Tecnologías en Reproducción Asistida definen la donación de embriones como “transferencia de un embrión resultante a partir de gametos (espermatozoides y ovocitos) que no se originan en la receptora y su pareja”.
Los embriones utilizados proceden de ciclos de fecundación in vitro con ovocitos propios o donados que se encuentran congelados y han sido donados con este fin. En la mayoría de los casos, derivan de tratamientos en los que se ha conseguido ya una gestación y la pareja o mujer que los dona no desea más embarazos.
En España, la donación de embriones es anónima, voluntaria y sin ningún interés económico. Estos proceden de pacientes que han realizado todos los estudios previos que marca la Ley de Reproducción Asistida. Es una importante opción para aquellos que quieren construir una familia y no pueden tener hijos, menos complicada desde el punto de vista médico y más económica que otros tratamientos.
En ocasiones se aplica el término “adopción”, en lugar de donación de embriones, lo cual es inexacto y engañoso, por lo que debe ser evitado. La construcción de familias mediante la adopción de niños ha sido apoyada por la sociedad a lo largo de la historia. Mientras que la construcción de familias mediante la donación reproductiva de embriones supernumerarios, por el contrario, se ha convertido en una opción solo desde el inicio de las técnicas de reproducción asistida y ha estado sujeta a debates éticos. El uso del término “adopción” en este contexto es engañoso porque refuerza una conceptualización del embrión como un ser legal plenamente autorizado y puede conducir a una serie de procedimientos legales asociados con la adopción de niños nacidos que no son apropiados y que cargan injustamente a los destinatarios, según el Comité de Ética de Medicina Reproductiva de la Sociedad Americana de Reproducción (ASRM).
Dejando a un lado este debate y como decíamos al inicio, la donación de embriones podría ser la solución al problema de la gran cantidad de embriones congelados que existen en los centros de reproducción asistida. Según los últimos datos del Registro Nacional de Reproducción Asistida (gestionado por la Sociedad Española de Fertilidad, SEF), en 2018 se reportaron más de medio millón de embriones criopreservados. En Estados Unidos, hay casi un millón.
El Registro español no dispone de un apartado específico dedicado a los destinos que eligen los propietarios para sus embriones criopreservados. Sin embargo, en mi experiencia, de las diferentes opciones que marca la ley como destino de los embriones sobrantes (utilización por los pacientes en el futuro, donación para investigación, donación a otras parejas o cese de su conservación), la donación a otras parejas se utiliza en menos de un 10% de los casos. La principal causa de este bajo número de donaciones es la creencia de los pacientes de poder tener hijos en otras familias.
Y el número de embriones criopreservados crece regularmente en todos los países, fundamentalmente por el aumento del número de tratamientos de fecundación in vitro y donación de ovocitos; la mejora de las tasas de fecundación e implantación embrionaria; la mayor concienciación de los profesionales médicos de la necesidad de transferir un solo embrión para disminuir el embarazo múltiple, y la protección legal del embrión.
Concienciar a las personas que poseen embriones congelados para que los donen a otras parejas o mujeres infértiles ofrecería una doble solución: ayudarles a formar la familia soñada y evitar el acúmulo de embriones congelados sin un destino cierto.
*Rocío Núñez Calonge es doctora en Biología y experta en Reproducción Asistida y Bioética
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